Josep
Fontana (Barcelona, 1931) es sin duda uno de los historiadores más lúcidos y
críticos de nuestra época. Profesor emérito de la Universidad Pompeu Fabra,
doctor honoris causa por la de Valladolid y la Rovira i Virgili de Tarragona,
ha sido distinguido con la Cruz de San Jordi, con el premio de la Generalitat a
toda una trayectoria profesional y con la medalla de la ciudad de Barcelona.
Desde 1971 hasta hoy ha publicado más de una docena de importantes obras y
ensayos. El antiguo alumno de Jaume Vicens Vives acaba de publicar en Crítica
'El siglo de la revolución. Una historia del mundo desde 1914', donde desgrana
las claves de la contemporaneidad entre la Primera Guerra Mundial y la victoria
electoral de Donald Trump con la Revolución Rusa como el gran factor que
condicionó el desarrollo del siglo XX.
Fontana
ha articulado un libro sencillo por su claridad, útil desde la consulta y
válido por su visión inconformista, una joya que entre otras virtudes explica a
la perfección el largo proceso que nos ha conducido al momento actual con su
incertidumbre, desde el nacimiento y triunfo de las socialdemocracia hasta el
desguace del Estado del Bienestar y el irrefrenable aumento de la desigualdad.
PREGUNTA. ¿Hasta que punto condiciona la
Revolución Rusa la Historia del siglo XX.
JOSEP
FONTANA. La
Revolución Rusa como gran miedo condiciona todo el siglo XX, la prueba es que
si les molesta alguna cosa o no saben por donde salir, los poderosos siguen
llamando la atención con eso de que vienen los comunistas. El miedo como
argumento para defenderse de cualquier cambio perjudicial sigue vivo hoy. He
puesto el ejemplo de la Segunda República española porque me parece claro. Era
un régimen reformista moderado, se puede comprobar con los miembros de sus
primeros gobiernos, y de repente el embajador norteamericano empieza a decir
que si no van con cuidado llegará el comunismo. En 1936 el gobierno del Frente
Popular, compuesto íntegramente por republicanos, es abandonado por ese miedo.
P.
Un miedo que ya tuvo precedentes en la Historia.
JOSEP
FONTANA.. En realidad
el miedo de los que tienen a perder lo que han conseguido reunir ha sido un
factor muy importante en la Historia, lo fue ya con la Revolución Francesa, que
inspiró mucha parte de la Historia Mundial en la primera mitad del siglo XIX.
La contrapartida es que este miedo suele tener dos respuestas, una es la
represión y otra es la del reformismo del miedo, lo que Gustav von Schmoller
señaló al decir que la revolución puede evitarse haciendo reformas. La
desaparición de ese miedo o cualquier otro de subversión social a partir de los
años setenta de la pasada centuria nos puede ayudar a entender porque ahora no
tenemos reformismos de ese tipo.
P.
Tras la Segunda Guerra Mundial se crea el Estado del Bienestar, que se mantiene
sólido durante los treinta gloriosos. ¿Por qué a partir de los años setenta
desaparece el miedo al comunismo?
JOSEP
FONTANA. El miedo al
Comunismo era miedo a su capacidad para subvertir las sociedades de los países
desarrollados, no tanto temor al poder soviético.
P.
Un miedo de consumo interno.
JOSEP
FONTANA. Sí, un miedo
a que el comunismo pueda repetir en otros países un movimiento revolucionario
que altere el orden social existente. En principio el miedo al poder soviético
como enemigo que puede conquistar el mundo, una absoluta falacia sin ningún
fundamento, desaparece a medida que la URSS se debilita como potencia. Después
del 68 se dan cuenta que el comunismo no tenía ni capacidad ni voluntad de
promover movimientos revolucionarios internos. En el 68 los estudiantes llaman
a cambiar el mundo mientras el PCF cierra las puertas de la fábrica de la
Renault. En los USA el movimiento contra la Guerra del Vietnam y el movimiento
hippie tienen un límite. Por otra parte el fracaso de la Primavera de Praga
demuestra que el régimen soviético sólo aspira a sobrevivir y no está
capacitado para transformar su propia sociedad.
P.
Además a partir de ese momento los partidos comunistas europeos optan por una
vía que difiere de la soviética.
JOSEP
FONTANA.. Al terminar
la Segunda Guerra Mundial Stalin tiene una visión ingenua del mundo existente
al creer que la situación creada tras el conflicto permitirá que los partidos
comunistas accedan al poder a través de las elecciones y su presencia en los
parlamentos. Y los primeros comicios tras la paz abonan esa esperanza. Sin ir
más lejos en Francia el PCF es el partido más votado en 1945. Stalin frena,
tanto en Italia como en Francia, cualquier posibilidad de emprender un
movimiento revolucionario, porque cree que se puede llegar al socialismo por
una vía pacífica, incluso en Inglaterra. No tenían esa voluntad revolucionaria.
A finales de los sesenta los partidos comunistas europeos han perdido mucha de
su dinámica, voluntad y capacidad de cambiar la sociedad. El único activo es el
Partido Comunista italiano, pero su vía es la del compromiso histórico asociado
con el poder.
P.
Cifra más o menos el fin de los años del bienestar en la decisión de Nixon en
1971 sobre el dólar.
JOSEP
FONTANA.. Esto afecta
al desarrollo de la economía, pero no es una medida que tenga una intención
social. Nixon se encuentra con que los compromisos de responder a su moneda con
la reservas de oro de los USA son muy superiores a las reservas que tiene y se
ve obligado a cerrar la ventana porque la situación ha cambiado desde los
acuerdos de Bretton Woods. Ya no puede atender las reclamaciones que, por
ejemplo, le hace Gran Bretaña pidiendo oro a cambio de su moneda. Toma la
decisión por razones económicas y lo presenta como un freno a la especulación.
Nixon no se atreve en absoluto, y lo mismo había pasado con Eisenhower, a
enfrentarse a los avances sociales de Roosevelt en adelante. Su guerra es
diferente, pero aún respeta los avances sociales que se habían conseguido.
P.
En 'El siglo de la revolución' los presidentes norteamericanos parecen Césares
de Suetonio, algo que se nota más a partir de Nixon, hombres con poca
inteligencia pero con una increíble capacidad de tomar medidas muy negativas.
JOSEP
FONTANA.. He enfocado
la parte del libro que versa sobre el mundo después de la Segunda Guerra
Mundial bastante en ese sentido. Los presidentes que tienen mandatos duraderos,
Truman es un caso muy claro, como lo es Eisenhower y hasta Carter aunque dure
poco. Estos mandatarios marcan la Historia de la Humanidad. Quise esperar hasta
las elecciones de noviembre pasado porque las entendí absolutamente vitales. Si
ganaba Hillary Clinton era una continuación de la era Obama pero tal vez con un
aumento de la corrupción. Está perfectamente claro en estos momentos que la
función de Trump afecta la economía y la política mundial.
P.
Al terminar el mandato de Obama, quizá ante la inminencia de Trump, muchos
sacaron a relucir su lado más positivo, mientras usted advierte sin tapujos sobre
sus múltiples sombras.
.JOSEP FONTANA. Lo han canonizado y
él la preparó durante la última etapa justificándose y explicando que había
intentado luchar contra todas las presiones que se le hacían para emprender una
guerra contra el mundo islámico, pero se le olvidó decir que mientras hacía
estas declaraciones bombardeaba Irak, Siria, Libia o Somalia provocando muchas
víctimas civiles y generando un sustrato de odio que durará mucho tiempo. El
problema con el caso Obama es que al ganar las elecciones se presenta con un
programa que no cumple en absoluto. El programa le da, encima, el Nobel de la
Paz, pero en el futuro habrá que valorar algunos elementos positivos, como el
Obamacare, que hay que apuntarlo a las enormes dificultades que siempre se han
presentado en los Estados Unidos para hacer nada que se parezca a un seguro
médico. Fracasó Truman y Johnson fue el que llegó más lejos aun encontrándose
muchos frenos. Obama tenía que vencer muchas resistencias y ahora intentan
desmontarlo.
P.
Obama también entra en el juego de desguace de esta sociedad abierta que
paulatinamente pierde la igualdad conseguida.
.JOSEP FONTANA. Las raíces están en
la negativa de Carter de seguir apoyando a los sindicatos, algo que se amplía
con Reagan, quien dice que el Estado no es la solución sino el problema, cuya
acción comparte en Gran Bretaña Margaret Thatcher. En los ochenta esta
tendencia no cuajó del mismo modo. El desguace de los sindicatos es clave para
entender el auge de la desigualdad.
P.
Me acuerdo un día en que fui al quiosco y todos los periódicos impresos habían
cedido su portada a la publicidad de una entidad bancaria.
.JOSEP FONTANA. Esto es muy
importante. Los resultados electorales están influidos por la forma en que se
trabaja sobre la opinión pública, y es evidente que el papel de los medios de
comunicación, aunque cada vez menos la prensa impresa, tienen mucha
importancia, sobre todo la radio y la televisión, que están en manos de grupos
empresariales ligados a la marcha de la gran economía. En la propia prensa
impresa nadie se atreve a publicar nada que vaya en sentido contrario a los
intereses de los grandes anunciantes. En este sentido la prensa digital se
diferencia del papel por eso, porque la publicidad no es tan importante, lo que
permite publicar una serie de informaciones que la prensa impresa nunca
publicaría.
P.
Ahora que habla de la prensa impresa recuerdo que durante los primeros días del
15M ciertos periódicos publicaban cuatro líneas sobre el tema, minusvalorando
su importancia. Al final de tu libro señala un miedo creciente del poder a que
el fin de la clase media pueda ser el primer paso para una revolución.
JOSEP
FONTANA. El creciente
aumento de la desigualdad y el hecho de que no hay ningún mecanismo que la
atenúa no preocupa a los que tienen responsabilidades en la gestión de la
economía a medio o corto plazo. La preocupación fundamental de un director de
empresa es garantizar los resultados que va a poder presentar el año próximo y
prever más o menos que tiene unos pocos años en que todo irá bien. Lo que pase
después no importa. En cambio los que tienen una perspectiva a largo plazo se
empiezan a angustiar. Son conscientes que a lo largo de la Historia si las
situaciones se extreman producen explosiones sociales. Muchos se preocupan, pero
no saben cómo resolverlo. El caso de Davos es paradigmático. Especulan mientras
toman vino y pastas y se vuelven a casa sin hacer nada, probablemente porque no
tienen capacidad para hacerlo por mucho que les preocupe. Además ahora mismo no
hay una alternativa amenazadora. Para explosiones puntuales hay medios de
represión y contención. La capacidad de penetración de la información de los
mecanismos estatales es considerable a partir del espionaje, por ejemplo, del
correo electrónico.
P.
Desde mi punto de vista un gran problema del siglo XXI es que la izquierda no
ha logrado reconstruirse tras la caída del muro de Berlín.
.JOSEP FONTANA. Sí, o que habría que
saber cuales son las soluciones a aplicar. La socialdemocracia hizo aguas a
partir de la presidencia de Clinton, la etapa de Blair en Reino Unido o la de
Felipe González aquí a partir de una acomodación sistemática y de una renuncia
a cualquier papel de transformación social. El problema que se les presenta en
estos momentos, lo que llaman Populismo, es que la continuidad de este sistema
netamente bipartidista se está erosionando. Lo vimos con el Brexit. La gente
decía que todos son iguales y se apuntaron al referéndum para hacerse oír.
Perdieron los que lo convocaron. Este descontento con el sistema inexistente no
encuentra más que los partidos de extrema derecha, pero estos grupos no tienen
programa ni capacidad para atender este malestar. No creo que exista una
dinámica parecida a la que permitió el ascenso del Fascismo, que se presentaba
con unos matices revolucionarios.
P.
Una retórica y una estética.
JOSEP
FONTANA. Los partidos
de extrema derecha sólo tienen una retórica conservadora, de defensa. Está
claro que el sistema, tal como estaba funcionando, lo supo ver Tony Blair, se
está erosionando mientras pierde credibilidad día tras día.
P.
Y con la izquierda, lo hemos visto la pasada semana en el congreso de Podemos,
llega el momento de las decisiones. O se opta por un punto más radical o por
una propuesta más transversal que reinvente o refunde la socialdemocracia.
JOSEP
FONTANA. Pues sí, en
el fondo es esto. Lo que ocurre es que la socialdemocracia está muy desgastada,
no queda casi nada de lo que fue en el pasado, donde tuvo un papel positivo por
mucho que frenara soluciones extremas. La movilización de Podemos está
relacionada con una cosa nueva, muy importante a escala mundial: el papel
creciente de los movimientos sociales, surgidos de la autoorganización de la
gente antes sus problemas y necesidades que no resuelven los grandes partidos
con su retórica acomodaticia. Esto se ha registrado aquí, y parte del éxito de
Podemos viene de recoger este malestar, pero como digo creo que es algo a
escala mundial, como los movimientos campesinos y el activismo de estos grupos
en América Latina que defienden el derecho a la tierra y el agua y son
combatidos mediante asesinatos en Honduras, México o Guatemala. Este movimiento
campesino tiene una configuración global con Vía Campesina. Esa esperanza ahora
procede del renacer desde abajo a partir de unos movimientos sociales capaces
de plantear exigencias nuevas.
P.
El municipalismo sí puede generar políticas alternativas.
JOSEP
FONTANA.. Claro, por
el factor de proximidad de la gente. En cambio no te puedes hacer escuchar a
distancias mayores. Me eduqué con el principio gramsciano del pesimismo de la
razón y el optimismo de la voluntad y creo que debemos tener la cabeza clara
para ver que la situación no es halagüeña, pero las cosas pueden cambiar y, ya
lo dijo Eric J. Hobsbawm, el mundo no cambiará solo. Alguien que se considere
de izquierdas debe tener la capacidad de denunciar lo que no está bien y la
voluntad de proponer lo que hay que arreglar.
P.
¿Y ese debería ser el papel del intelectual, una figura muerta en nuestra
época?
JOSEP
FONTANA. No sé si el
intelectual debe ser muy importante. Soy más un ciudadano que un intelectual.
No me veo en una comunidad de intelectuales, pero sí en una de ciudadanos. Los
momentos más entusiastas que he vivido ha sido al salir a la calle a
manifestarme viendo a familias de todo tipo en movimientos, donde los partidos
no tuvieron ninguna implicación, como el contrario a la guerra de Irak. Ya
veremos qué pasa, en todo caso mi intención final al organizar este libro era
centrar todo lo posible la atención ante el aumento imparable de la
desigualdad. Como historiador lo que me correspondía era explicar cómo se ha
producido para ayudar a entender al lector en que momento nos encontramos. La
propuesta de soluciones corresponde a otros.
Josep Fontana miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso,
es catedrático emérito de Historia de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.
Fuente:
http://www.elconfidencial.com/cultura/2017-02-18/josep-fontana_1333717/
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