NUEVA YORK | 22 DE NOVIEMBRE
DE 2017. Entevoista por IGNASI
GOZALO-SALELLAS/ ÁLVARO GUZMÁN BASTIDA/ HÉCTOR MUNIENTE (*)
David Harvey, legendario
geógrafo y teórico marxista, es el primer entrevistado de la serie. De su mano,
Qué Hacer se embarca en un viaje tras la estela de los flujos del capital en el
planeta. Harvey encuentra en dichos flujos los orígenes de las crisis que nos
afectan -- la social, la climática y la
política-- incluido el ascenso político de Donald Trump. Pero el profesor
emérito de la City University of New York también observa puntos de tensión en
el sistema que origina esas crisis. Tan implacable en sus métodos como
ecléctico al elegir dónde poner la lupa, el académico británico ofrece un
análisis totalizador, que nos invita a pensar qué nos trajo hasta aquí para así
poder afrontar cómo salimos de esta.
Pregunta :
’Usted ha dicho alguna vez que si la energía que se emplea hoy en día en la
ayuda humanitaria se dedicase a desarrollar modelos para superar el capitalismo
nos iría mucho mejor como sociedad. Partiendo de esa base, ¿cómo respondería a
la pregunta ‘Qué hacer?’
David Harvey :La revolución
es un proceso. No es un acontecimiento, y es un proceso que tarda mucho en
salir adelante y tiene que avanzar en diferentes frentes. Supone
transformaciones en conceptos mentales sobre el mundo, las relaciones sociales,
las tecnologías y también en estilos de vida. Ahora bien, cada uno de nosotros
tiene una posición en nuestra sociedad, donde puede contribuir en alguno de
estos frentes. Yo soy académico y puedo intentar influir en los conceptos
mentales del mundo, pero sé que no es lo único que hay que hacer. Así, todos
tenemos que emplear nuestras habilidades para lograr un proceso revolucionario
que nos aleje de la locura del capitalismo contemporáneo para crear una sociedad
cuerda en la que cada uno de nosotros tenga una vida decente y unas condiciones
de vida decentes y conceptos razonables sobre un futuro decente.
Pregunta:
Ha dedicado gran parte de su vida al estudio y la difusión de la obra de Marx.
Muchos críticos del marxismo hoy en día --tanto en la derecha como en la
izquierda-- señalan que si bien esas ideas pudieron ser útiles para el siglo
XIX, han dejado de ser relevantes. Usted no tiene inconveniente en abordar
asuntos aparentemente dispares, según el mundo que le rodea cambia, desde el
desarrollo tecnológico a la crisis climática. Para quienes no conozcan la obra
de Marx o no la hayan leído, ¿por qué sigue teniendo valor, en pleno siglo XXI,
dados los retos a los que nos enfrentamos, y el mundo en que vivimos?
David Harvey : Hay una historia
del marxismo que es problemática, y tiene cosas muy buenas y cosas muy malas.
Es como el capitalismo. Es como todo. Después están los escritos de Marx, que
me impresionan particularmente. Lo que hacía era abstraerse de las actividades
cotidianas de una economía y trataba de contribuir al entendimiento del modo en
que funciona el capital. El capital tan solo es la producción de valor y
plusvalías a través de una serie de configuraciones y actividades, y en la
época de Marx, ese sistema de llevar el pan a la mesa y todo ese tipo de cosas,
ese sistema existía sólo en un relativamente pequeño rincón del mundo. Ahora,
el mundo entero está atrapado es el modo de producción capitalista. Si vas a
China, lo ves. Si vas a India, lo ves. Si vas a Brasil, lo ves. Vayas adonde
vayas, lo ves.
De modo que no escribía
sobre el siglo XIX. Escribía sobre algo llamado capital y sobre cómo funciona
el capital. El capital sigue con nosotros, y sigue haciendo cosas muy
perjudiciales y sigue haciendo algunas cosas muy fascinantes, y Marx tiene un
modo de analizarlo que examina sus contradicciones. Por una parte, desarrolla
tecnologías nuevas. Por otra parte, observamos cómo estas nuevas tecnologías no
se emplean para liberar a los seres humanos y emanciparlos, sino para generar
más riqueza y poder para unos pocos. La economía contemporánea tiende a evitar
las contradicciones. No le gustan las contradicciones, así que finge que no
existen. Ahora bien, Marx va y dice que el capital por definición es
contradictoria, y si quieres un análisis sobre el funcionamiento de las
contradicciones, tienes que ponerte y tienes que estudiar a Marx.
Pregunta
Ha desarrollado en su trabajo la idea de que el modo en que salimos de una
crisis --la manera en que nos enfrentamos a las contradicciones que nos
arrojaron a ella-- determina la siguiente crisis. Me pregunto, una década
después de la última gran crisis financiera, ¿ha observado algo en la manera en
que salimos de ella que le ayude a explicar la situación política en EE.UU. y
el resto del mundo?
David Harvey : A toda crisis
que ha tenido lugar desde la década de 1980 le ha seguido lo que llamamos una
recuperación sin empleo, que es como se encuentra la clase trabajadora que no
se ha recuperado de la crisis. El capital se ha recuperado, pero la gente no.
En 2009, las estadísticas oficiales mostraban que nos habíamos recuperado, pero
todo el mundo sabía que no había trabajo. No había trabajos decentes. Las
crisis son una de las maneras que tiene el capital para renovarse, de modo que
no suponen el final del capitalismo. En realidad son un modo de reconfigurar el
capitalismo, y creo que cabe preguntarse si 2007, 2008 era el modo en que iba a
reorganizar el capital. Bien, en múltiples aspectos no se reorganizó en
absoluto. Mi interpretación del neoliberalismo fue que desde el principio fue
un proyecto político acerca de la consolidación y la creciente concentración de
la riqueza y el poder dentro de la clase capitalista, y que la concentración ha
continuado.
Pregunta
: Algunos leímos la elección de Trump, de la mano del Brexit y otros fenómenos,
como una señal del fin de la era neoliberal. Como, entre otras cosas,
historiador del neoliberalismo, ¿la leyó usted del mismo modo? Me refiero en
concreto a su decisión de sacar a EEUU de acuerdos comerciales como el TPP o el
NAFTA, sus promesas de crear puestos de trabajo, etc. Un año después de su
elección, ¿cómo interpreta el ascenso político de Trump y su encaje con el
proyecto neoliberal?
David Harvey : Los únicos
que verdaderamente se han beneficiado de la crisis de 2007-2008 fueron el 1%
más rico y el 0,1% más rico, mientras que todos los demás perdían. Una de las
cosas que ha cambiado es que después de 2007-2008 ya no era posible alegar
ideológicamente que los mercados lo resolverían todo. El neoliberalismo era
inestable y era probable que evolucionara en algo que se haría muchísimo más
autoritario. El neoliberalismo generó una gran desilusión. Las poblaciones cada
vez se sentían más alienadas en sus puestos de trabajo. De modo que los
trabajos dignos cada vez eran más difíciles. La vida cotidiana cada vez era más
agobiante, y la política no hablaba de esa alienación. Entonces apareció Donald Trump y habló de
ello de un modo u otro, de forma que las poblaciones alienadas no
necesariamente votan a la izquierda. Pueden volverse neo-fascistas. Pueden ir
en cualquier dirección y creo que existía cierto anhelo, en muchos sectores de
la población alienada, de que se produjera una alteración de algún tipo.
Lo que Donald Trump prometió
fue alteración y lo que por supuesto ha proporcionado ha sido alteración. Creo
que es significativo que haya recurrido a Goldman Sachs para sus nombramientos
económicos y que Goldman Sachs haya controlado el Departamento de Tesoro de
EE.UU. desde aproximadamente 1992. Trump ha eliminado normativas que detenían
la concentración de mayor riqueza y poder, de modo que no ha adoptado ninguna
medida en absoluto en ese sentido. Solo ha continuado el proyecto neoliberal
porque él es la quintaesencia del hombre neoliberal en persona. Hay un
estancamiento general, y, a la vez, la continua acumulación de riqueza y poder
por parte de los que cada vez se están convirtiendo más en una especie de
oligarquía global. Entonces surge la pregunta: ¿de quién es la culpa?
Ahora bien, se puede echar
la culpa al capital. Yo culparía al capital, pero a los capitalistas no les
gusta que les culpen de las crisis. Les gusta echar la culpa a otros, de modo
que los inmigrantes son el problema o la deslocalización es el problema desde
las décadas de 1970 y 1980.La pérdida de empleo en la fabricación se debe al
cambio tecnológico, no a que se envíe a China, no a que se envíe ahora. Si te
presentas a unas elecciones y dices que estás en contra del cambio tecnológico
mira lo lejos que puedes llegar. Si te presentas y dices que esa pérdida de
empleos tiene que parar, que tenemos que impedir la entrada a los inmigrantes y
tenemos que culpar a alguien más, ¿a quién culpamos? A China, y así tenemos
ahora mismo las políticas en contra de los inmigrantes y las políticas en
contra de China. Ahora bien, esto es interesante. China, dijo Trump, el primer
día que suba al poder, me encargaré de eso. ¿Ha sido capaz de encargarse de
ello? En absoluto. ¿Quién posee la deuda de EE.UU.? China. Y ese fue un momento
interesante en la crisis, que es cuando aparecen Fannie Mae y AIG, las dos
grandes compañías aseguradoras. El 60% de las acciones de estas instituciones
pertenecían solo a los chinos y a los rusos, y en 2008 los rusos fueron a los
chinos y les dijeron: “Vendamos todas nuestras acciones, colapsemos el mercado
de Estados Unidos”. Si lo hubieran
hecho, habría sido un desastre. Los chinos no lo hicieron porque no tenían
ningún interés en arruinar la economía de EE.UU. porque esa economía es su
mercado principal. A los rusos les da igual el mercado de EE.UU. porque no es
importante para ellos. Pero esta es la situación: si Estados Unidos intenta
presionar demasiado a China en cuestiones comerciales, China tiene mucho poder
sobre la economía estadounidense. Si EE.UU. empieza a dejar de vender sus
productos en el mercado, entonces los chinos dirán, está bien, no tenemos razón
alguna para mantener tan precipitadamente el mercado de EE.UU. Vamos a
deshacernos de toda la deuda, y entonces veremos qué le pasa con el
endeudamiento de Estados Unidos.
PREGUNTA
: El imperialismo es un concepto al que ha dedicado gran parte de su trabajo,
incluido un libro completo. Sin embargo, últimamente ha dicho que ya no le
parece un concepto útil para entender el mundo. ¿Por qué lo cree así? ¿Tiene
algo que ver con su análisis de los flujos del capital y el advenimiento de una
clase rentista global?
David Harvey : No creo que
la explotación de la gente en una parte del mundo por alguien que está en otra
parte del mundo haya cesado en absoluto. De hecho, se realizan enormes
transferencias de valores principalmente en tiempos de crisis. Ese 1% de más
ricos en realidad ha alcanzado ese puesto gracias a transferencias masivas de
riqueza de la población mundial general a dicha clase, y de este modo, se trata
más de una cuestión de clase que del hecho de que una parte del mundo domine a
otra.
¿Puede la gente conservar su
patrimonio? ¿Puedes obtener ingresos sobre las rentas, sobre alquiler de
propiedades, de inmuebles? Y, cada vez más, por supuesto, en los últimos 50
años, se imponen los ingresos sobre la propiedad intelectual. Hay muchas corporaciones
capitalistas que creen que unos ingresos sobre la propiedad intelectual es lo
único que han de tener y que no tienen que producir nada. De modo que hay
organizaciones como Google o Facebook u otras parecidas que son la base de
fortunas tremendas que acumulan unos pocos basadas en el cobro de réditos.
Cuando se observa la estructura de los activos del 1% o el 0,1% de los más
ricos, dos tercios de los activos son en propiedad o similar. La gente muy,
muy, muy rica está empezando a dedicarse a este proceso de acumulación de
tierras. Un gran pedazo de la Patagonia pertenece a una sola familia.
Pregunta
: Deteniéndonos por un momento en el medioambiente, ¿cómo relaciona la
emergencia de esa oligarquía global con la crisis climática a la que nos
enfrentamos? Pareciera que la decisión de Trump de sacar a EEUU del Acuerdo de
París no hará más que ahondar en esa crisis. ¿Comparte el diagnóstico?
David Harvey ; El contexto
de esto es que hay algún tipo de relación con la naturaleza, una relación
metabólica con la naturaleza. Marx se refiere a esto como regalos de la
naturaleza, y para que el capital sobreviva tiene que haber un caudal de estos
regalos de la naturaleza, lo cual supone que tiene que estar en posición de
apropiarse o si se quiere emplear otro lenguaje, saquear los regalos que ofrece
el entorno natural que entonces se puede incorporar en el sistema de
circulación.
Por ejemplo, hemos hablado
de por qué Trump no organizó un vasto proyecto de infraestructura. ¿Quién
organizó un enorme proyecto de infraestructura en 2007, 2008? China. Los chinos
consumieron en dos años más cemento, un 40 % más de cemento que los Estados
Unidos en 100 años. Necesitaban resolver el problema del desempleo. Resolvieron
ese problema descargando en el entorno, y el resultado ahora es un desastre medioambiental
en muchos sentidos. Ahora bien, los chinos son conscientes de ello y ahora
están diciendo que muy bien, vamos a tener coches eléctricos y a reorganizar la
sociedad porque ahora tenemos que solucionar el problema medioambiental. A esto
me refiero cuando digo que el capital traslada sus problemas. Tenían un
problema de desempleo. Lo solucionaron, pero ahora tienen un problema
medioambiental. ¿Y cómo lo van a resolver? Bueno, lo harán con otra cosa y probablemente descubriremos que hay
dificultades financieras. Esto está conectado con el hecho de que el capital
como sistema tiene que crecer. No puede ser siempre el mismo.
Creo que el Acuerdo de París
era sumamente deficiente. Intentó resolver el problema del cambio climático
recurriendo a las fuerzas del mercado, y creo que en realidad las fuerzas del
mercado son el problema y no la solución. No estoy particularmente molesto con
que Trump se saliera de él.
Cómo idear una transición en
la que la mayoría de nosotros no pase hambre
me parece que tiene que ser parte de lo que consista cualquier
revolución o transformación. Creo que sigue habiendo una tendencia en la
sociedad que establece esta distinción cartesiana entre humanidad y naturaleza
o cultura y naturaleza, y economía y naturaleza como si fueran dos
compartimentos separados, pero soy tristemente célebre por decir que no hay
nada antinatural en la ciudad de Nueva York. Las hormigas construyen
hormigueros. Los seres humanos construyen ciudades. Es decir, que ... los
castores construyen presas. Todos los organismos a cierto nivel transforman sus
entornos de manera que se suponen positivos para ellos. En lugar de verlo como
un conflicto entre cultura y naturaleza, lo veo como un conflicto entre
posiciones, si se prefiere o entre poblaciones, que están discutiendo que
deberíamos estar yendo en otra dirección.
La cuestión es a quién
beneficia todo esto. Ahora mismo, las transformaciones medioambientales son
esencialmente las que dicta el capital, que no se está organizando para el
bienestar de la población. Aquí en Nueva York, por ejemplo, hay un enorme boom
inmobiliario en el que todo son estructuras de inversión para ingresos altos.
Tenemos una crisis de vivienda asequible. Estamos construyendo para los
multimillonarios de los estados del golfo y Rusia y de allá donde se pueda
invertir, de modo que puedan tener un lugar para venir come y quedarse dos
semanas al año en las que van de compras o lo que sea. Es una locura. Es una
economía demente, y sigo pensando para mis adentros que es tan demente que no entiendo
por qué la gente lo sigue tolerando. Esto se debe al hecho de que el proyecto
neoliberal de concentración de la riqueza y poder está cambiando la forma de
nuestras ciudades convirtiéndolas en ciudades para invertir, no en ciudades
para vivir.
Pregunta
: Hay un concepto que usted desarrolló mucho antes del ascenso de Trump, y que
tiene especial resonancia en el momento político actual: la alienación
universal. ¿En qué consiste esa idea, qué manifestaciones tiene, y cómo puede
ayudarnos a entender el presente e imaginar el futuro?
David Harvey : Es
interesante, muchas de las revueltas que han tenido lugar en el mundo en los
últimos 15 o 20 años han sido en torno a problemas urbanos. El parque Gezi en
Turquía, las revueltas en ciudades brasileñas en 2013, etcétera. Mucho descontento
en zonas urbanas, incluso sobre asuntos como la vigilancia policial y demás...
Estamos viendo muchos disturbios urbanos, y tiendo a pensar que se trata de una
de las zonas clave de organización y reflexión, el lugar donde realmente
podemos cambiar la naturaleza del capitalismo. No solo luchando por los
problemas en el lugar de trabajo, algo que sigue siendo tremendamente
importante, pero también luchando por unas nuevas condiciones en el espacio
vital donde todos podamos tener un hogar decente y un entorno decente e
imaginemos una vida cotidiana decente.
Cuando la gente empieza a
decir qué sentido tiene mi vida, qué sentido tiene mi trabajo, y las encuestas
indican que aproximadamente el 70 % de la población en Estados Unidos bien odia
su trabajo o bien le es absolutamente indiferente de lo que trata... Cuando
piensas en las novedades que ahorran tiempo en el hogar, pero si vas por las
casas y preguntas: “¿tienes mucho tiempo libre?”, la respuesta es que no
tenemos tiempo libre en absoluto. Una de las genialidades de Marx fue sugerir
que el tiempo libre es señal de una gran sociedad, pero el hecho es que incluso
la vida diaria en la ciudad te absorbe. Que si llevo la televisión a arreglar e
invito a alguien a casa... y las frustraciones de hacer frente al seguro
médico... y lo que se te ocurra. El papel de la maquinaria no es la de
facilitarte el trabajo. El papel de la maquinaria es establecer una situación
donde el capitalista puede obtener más plusvalía. Por este motivo la maquinaria
no revertirá en beneficio del trabajo. Siempre se utilizará bajo el capitalismo
para beneficiar al capital.
Lo mismo se aplica a los
procesos culturales de consumo. Todos hemos visto esa especie de pequeños
robots que merodean por el suelo y lo limpian por ti y ese tipo de cosas, pero
¿cuál es propósito de todo eso? ¿El propósito es darle tiempo libre a la gente
o en realidad es llevarla a una situación en la que cada vez es más consumista?
De modo que el consumismo consiste en liberar a la gente de las labores
domésticas para que puedan salir y comprar. Es decir, la gente no tiene tiempo
de tumbarse ni el derecho a vaguear. Eso provoca mucho estrés y mucha
alienación, porque ves que estás sumamente ocupado, pero ¿con qué propósito y
para el propósito de quién? Y sabes que no es tu propósito. Es el propósito de
otro. ¿El propósito de quién? Creo que es probablemente uno de los problemas
más serios que subyacen en gran parte de las turbulencias políticas que estamos
viendo.
(*) Fuente. Contexto y acción. http://ctxt.es/es/20171122/Politica/16257/david-harvey-marx-cambio-clim%C3%A1tico-neoliberalismo-EEUU-trump-brexit-populismo-ctxt.htm
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