Los republicanos no somos
españoles, somos ciudadanos españoles.
No pertenecemos a ninguna
comunidad colectiva difusa ni a ninguna entidad prepolítica mística, de lengua,
sangre, lugar, historia y destinos difusos cerrada al escrutinio racional.
Somos miembros conscientes y libres de una comunidad reconocible en sus leyes y
en las instituciones que nos damos.
Esas leyes solo son normas
legitimas cuando proceden de la voluntad
popular y por ella pueden ser modificadas. Estas instituciones solo son republicanas
cuando son gestionadas y gobernadas por nosotros mismos y cuando nos nombramos a nosotros mismos alternativamente mandantes
y mandatados pero nunca representados. La calidad de
ciudadano no es renunciable ni delegable
en otro pues no se puede delegar nuestra condición humana moral.
Junto a esa voluntad racional,
asi expresada y realizada, surge una pasión, y un compromiso: la que nace de la
relevancia moral por vivir entre iguales autogobernándonos . El orgullo de la
dignidad que significa el estar comprometidos en la construcción de esa
comunidad moral de iguales, es nuestro patriotismo
republicano. Ese patriotismo republicano es el de un pueblo que forzosamente ha de estar situado en un lugar. Ese espacio de comunidad voluntariamente organizado- o que lucha por organizarlo- por el pueblo que en él vive es objeto de nuestra pasión, nuestra patria de ciudadanos republicanos. El lugar donde el pueblo quiere plantar ese agora, donde la plaza institucional se hace plaza física , se llama tierra de nuestra patria ciudadana y añade el adjetivo al sustantivo: ciudadanos españoles, ciudadanos catalanes,....
La república es el orden de esas leyes , aquellas instituciones y su fundamento popular. Si las leyes y las instituciones son solo resultado de consentimiento, servidumbre voluntaria y renuncia , no son república. Si el Estado de Derecho es un orden de ley, derivado del sufragio que es renuncia en otros que hayan de gobernar, no es una civitas, ni los que lo forman son civilizados. No hay ciudadanos, no hay república.
La república no es el Estado. Reducir república al lugar del Estado- circunstancia histórica institucional nacida al amparo y para refuerzo de una administración de las cosas publicas comunes separada del pueblo- es acabar con ella.
La república no es sufragio sine civitas. No es el orden de otros : Estado, monarquías políticas o financieras, empresas, amos, técnicos, sabios, representantes,...sino un orden haciéndose - y deshaciéndose si es preciso- constantemente por nosotros mismos. Es la institución de autogobernarnos en todo lugar donde se pone en juego nuestra existencia, el lugar de nuestra voluntad libre, reflexionada deliberada en común , sin la limitación que imponga cualquier dominación de unos por otros. Sin la limitación de la creencia que instituciones creadas por nosotros mismos son ajenas a nosotros y trascendentes . Todas las instituciones humanas son como nosotros mismos, contingentes y sometidas siempre a la voluntad popular que resuelva cambiarlas, transformarlas o ,simplemente, deshacerlas .
No es el orden de los pocos, de los que pretenden saber o de los que la naturaleza o lo hechos han dado detentar poder sino que la república es el orden libre de los iguales, de los muchos y pobres.
¡ Salud y repúblicas!
La república es el orden de esas leyes , aquellas instituciones y su fundamento popular. Si las leyes y las instituciones son solo resultado de consentimiento, servidumbre voluntaria y renuncia , no son república. Si el Estado de Derecho es un orden de ley, derivado del sufragio que es renuncia en otros que hayan de gobernar, no es una civitas, ni los que lo forman son civilizados. No hay ciudadanos, no hay república.
La república no es el Estado. Reducir república al lugar del Estado- circunstancia histórica institucional nacida al amparo y para refuerzo de una administración de las cosas publicas comunes separada del pueblo- es acabar con ella.
La república no es sufragio sine civitas. No es el orden de otros : Estado, monarquías políticas o financieras, empresas, amos, técnicos, sabios, representantes,...sino un orden haciéndose - y deshaciéndose si es preciso- constantemente por nosotros mismos. Es la institución de autogobernarnos en todo lugar donde se pone en juego nuestra existencia, el lugar de nuestra voluntad libre, reflexionada deliberada en común , sin la limitación que imponga cualquier dominación de unos por otros. Sin la limitación de la creencia que instituciones creadas por nosotros mismos son ajenas a nosotros y trascendentes . Todas las instituciones humanas son como nosotros mismos, contingentes y sometidas siempre a la voluntad popular que resuelva cambiarlas, transformarlas o ,simplemente, deshacerlas .
No es el orden de los pocos, de los que pretenden saber o de los que la naturaleza o lo hechos han dado detentar poder sino que la república es el orden libre de los iguales, de los muchos y pobres.
¡ Salud y repúblicas!
Miguel Angel Domenech Delgado.
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