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...EL MUNDO HA DE CAMBIAR DE BASE. LOS NADA DE HOY TODO HAN DE SER " ( La Internacional) _________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

14/1/19

Marshall Sahlins: LA ILUSIÓN OCCIDENTAL DE LA NATURALEZA HUMANA



Prologo de la edicion del FCE  (1)   por CLAUDIO LOMNITZ

 La ilusión  occidental de la naturaleza humana, del célebre antropólogo Marshall Sahlins, se inscribe dentro de una tradición de crítica a la ideología del capitalismo que tiene hitos en el siglo pasado en trabajos como el de Piotr Kropotkin (1902) sobre la cooperación en la evolución natural, los estudios de historia económica de Karl Polanyi acerca de la construcción de mercados “libres” (1944) y el ensa yo  de Albert O. Hirschman acerca de la historia de la lucha por domesticar las “pasiones” y transformarlas en “intereses” en el pensamiento político y económico moderno (1977).*

 El estudio de Sahlins se suma a la crítica de la idea de que el ser humano es egoísta por naturaleza, de que sólo puede ser domesticado por el poder arrollador del Estado, o si no, entonces, contraponiendo un egoísmo a otro, a modo del libre mercado que, según Adam Smith, funciona como una “mano invisible” cuya magia convertiría el egoísmo de cada uno en un bien para todos. Dicho de otro modo, el de Sahlins es un esfuerzo de investigación dirigido contra la ideología dominante del mundo contemporáneo. Se trata de una ideología que da rienda suelta a nuestros egoísmos, aduciendo que son un mero dato del orden natural, inalterable, y que cualquierrégimen social debe por fuerza partir de ese dato o perecer. Así, nuestros economistas construyen sus modelos a partir de la premisa del “individuo maximizador”, mientras los politólogos pretenden que todo análisis que se quiera “realista” tiene que partir de las premisas del rational choice, o sea de que todo acto individual sirve a intereses individuales, por encima de los de los demás. El ser humano, según esta corriente, es avaro por naturaleza, dispuesto a pasar por encima de cualquier valor o cualquier relación con tal de conseguir alguna ventaja. Se trata, dice Sahlins, de una mala opinión del ser humano. Más todavía, de un desprecio a éste.

 Contra esa visión, la antropología ha presentado desde hace mucho otra imagen del humano, como ser que depende de la cooperación y que se entiende a sí mismo no como un individuo aislado que lucha contra otros por la supremacía, sino como un ser formado desde su nacimiento entre parientes, que a su vez existen en comunidades más amplias de colaboración. Ya desde 1902 el anarquista Piotr Kropotkin publicaba un estudio científi co de historia natural que se contraponía a la premisa medular del darwinismo social que imperaba entonces (y que, lo muestra Sahlins, sigue imperando, ahora bajo el manto de “realismo”). A partir de un estudio acucioso del mundo animal en Siberia y Manchuria, Kropotkin criticó el consenso social-darwinista capitaneado por Thomas Huxley y por Herbert Spencer. Huxley tomaba por hecho científi camente demostrado el que la lucha descarnada del hombre contra el hombre —el famoso homo homini lupus que había diagnosticado hacía ya siglos Thomas Hobbes— era ni más ni menos que una “ley de la naturaleza”.

Como bien dice Sahlins, haciendo eco de Kropotkin y de una vasta literatura más reciente, la idea de Hobbes de que el hombre es el lobo del hombre no sólo insulta la naturaleza del hombre, sino también la del lobo, que no ha sido nunca el animal antisocial que Hobbes imaginaba: “Qué prólogo 11 forma —comenta nuestro autor— de difamar a la manada gregaria del lobo, con sus modalidades de deferencia, intimidad y cooperación, que son, justamente, la fuente de su orden perdurable. Cabe recordar que, a fin de cuentas, el lobo es el antepasado del ‘mejor amigo del hombre’”.

Pero si bien este ensayo —que es un verdadero manifi esto— se inscribe en una importante tradición de crítica a la razón individualista, lo de Sahlins es también una genuina novedad: una contribución original a la crítica del Occidente como cultura. Hasta ahora, los trabajos que se han abocado a la crí tica de la premisa de la naturaleza egoísta del humano han sido de tres clases. La primera es de historia natural, desde la zoología y la biología. Aquí el trabajo de Sahlins no aporta nada nuevo. Sólo se suma a quienes, desde Kropotkin, han afi rmado que la visión que parte del egoísmo natural proyecta la ideología del capitaliso al orden general de la naturaleza —un argumento que, por otra parte, el propio Marshall Sahlins desarrolló contra la “sociobiología” hace ya cuatro décadas—.* La segunda clase de estudio ha sido de sociología y economía política —desde los trabajos decimonónicos de Lewis Henry Morgan, Karl Marx y Friedrich Engels, hasta la sociología de Émile Durkheim y de Marcel Mauss, y la historia económica de Karl Polanyi, etc.—.

La economía y la sociología han mostrado una y otra vez que el orden que en el capitalismo se considera “natural” es en realidad un resultado histórico, fundado en el Estado y en el uso del poder del Estado para promover la propiedad privada y los mercados libres. Al inicio de este ensayo hice mención de un estudio de Polanyi como hito de esa tradición, porque en ese libro demostró, contra el sentido común, que los mercados llamados “libres” fueron formados a partir de laintervención decidida del Estado, y que en cambio los controles sociales y políticos sobre los mercados han sido resultado de movimientos sociales espontáneos. En otras palabras, Polanyi mostró que el libre mercado no es el resultado natural de la interacción entre individuos autónomos y egoístas, sino que ha sido impulsado a cada paso desde el Estado, contra los deseos de grupos sociales que buscan siempre regularlo. La tercera clase de estudios sobre esta temática, que podríamos llamar de historia intelectual de la razón capitalista, queda honrosamente representada por el estudio de Albert Hirschman acerca de las pasiones y los intereses. Ahí Hirschman rastreó la historia de la idea de que las “pasiones humanas” —entendidas siempre como pulsaciones amenazantes para el orden social y político— podían ser canalizadas de manera positiva para la sociedad si se transformaban en “intereses” que tuvieran expresión legítima tanto en el mercado como en el juego político.


El ensayo de Marshall Sahlins nos ofrece una entrada distinta de estos tres abordajes —el de la zoología, el de la economía política y el de la historia intelectual del capitalismo—. Sahlins busca completar el panorama a través de un estudio del hombre egoísta como mito occidental. Como antropólogo que es, Sahlins se interesa en el desarrollo del conjunto de ideas que hemos venido discutiendo como una formación cultural de raíces profundas y de ramifi caciones profusas. De hecho, demuestra que la ideología sobre la naturaleza humana que padecemos hoy no tiene su origen en el capitalismo, aunque sea utilizada de manera especialmente descarada a favor de ese sistema. La originalidad y la importancia de este libro está en que explora la larga historia de un escándalo —de la mala opinión de la humanidad en que estamos todavía instalados, y que es, hoy, un peligro para el futuro de la especie—.

El estudio a la vez erudito y ameno de Marshall Sahlins muestra que las ideas a las que nos hemos referido prólogo 13 tienen su origen en la Grecia antigua. Forman parte de un canon mitológico occidental, que aparece con toda cla ridad desde el estudio de Tucídides de las guerras del Peloponeso, y especialmente en la parte que toca la rebelión de Córcira. Sahlins señala las coincidencias entre Tucídides y algunos de los pensadores políticos más infl uyentes de la era moderna, comenzando por Thomas Hobbes y por los federalistas estadunidenses. Este libro explica cómo, en primer lugar, logró preponderancia en la Grecia antigua la visión de la naturaleza como algo verdadero, contrapuesto a lo engañoso de la cultura (physis versus nomos), y describe a partir de ahí la formación de un sistema cultural helénico fundado en la idea de que el mundo está compuesto por fuerzas autónomas que chocan unas con otras. Sahlins muestra cómo estas ideas migran fácilmente de un nivel de análisis a otro: los griegos las utilizaban por igual para hablar del mundo natural que de la política, de la salud o del trazo urbano. Se trata de una metafísica basada en la idea aristocrática de que la competencia entre iguales —la isonomía— es la fuerza motriz que lo rige todo. La primera contribución de este estudio es, entonces, que nos muestra que el problema contemporáneo está mucho más arraigado que cualquier simple teoría política o económica que esté de moda. No es casualidad que ideas prácticamente idénticas hayan aparecido en el seno de teorías bastante distintas entre sí: santo Tomás y Maquiavelo, Hobbes y Rousseau, John Adams y el rational choice comparten premisas culturales que no se han examinado a fondo. El ensayo de Sahlins sugiere que, al menos en cuanto a su visión compartida de la naturaleza humana, todas éstas son teorías folk de la cultura occidental, excrecencias de un desarrollo cultural que se presenta al mundo como si fuera ciencia y no creencia, “realismo” en lugar de mito. Se trata, en realidad, de una “ilusión” que ha marcado la historia intelectual y política de Occidente. 14 prólogo Pero hay más. La idea del hombre egoísta nació como justifi cación y pretexto de una usurpación. En la historia de Tucídides sobre la revuelta de Córcira, la guerra llega a tal extremo que hasta el idioma es corrompido. Así, “las conspiraciones eran presentadas como legítima autodefensa; la prudencia era denunciada como cobardía espuria, la violencia frenética se presentaba como hombría y la moderación como falta de virilidad. Los juramentos no signifi caban ya nada frente a las ventajas que traía romperlos. El único principio que venía quedando […] era ‘el cálculo del interés propio. Ahora todas las costumbres de los griegos se desvencijaron: las promesas, los juramentos, la súplica, las obligaciones para con parientes y benefactores, incluso la primera de todas las convenciones, el idioma mismo’”.

En otras palabras, la tesis de que la naturaleza humana es baja, egoísta y depredadora nace en contextos históricos en que los poderosos buscan legitimar precisamente esas prácticas de bajeza que serían luego declaradas “naturales”, y lo hacen fundándose en la perversión del lenguaje mismo. Sahlins muestra la vigencia de esta corrupción del lenguaje en los Estados Unidos, donde se ha justifi cado la usurpación de bienes del común por una minoría de ricos con el lema neoorwelliano de “conservadurismo compasivo”. Pero este singular estudio no es tampoco una reducción de toda la cultura de Occidente a una sola situación política. Al contrario, el antropólogo muestra cómo las ideas griegas de igualdad —manadas de la ideología de su aristocracia— se transforman de a poco en principios metafísicos de equilibrio entre contrarios, y cómo esos principios generan una multitud de ideas y de teorías que se adaptan y se transforman en la ciudad medieval, luego en el Renacimiento y hasta el día de hoy. Esas ideas aparecen aquí desenmascaradas. Conforman una mitología —es decir son una serie de variantes elaboradas dentro de una misma ló- prólogo 15 gica cultural—. El supuesto “realismo” que proclama que la humanidad es una especie compuesta de individuos que están destinados a chocar en una lucha sorda por la supervivencia es un mito. Se trata, a fi n de cuentas, de una razón equivocada. Y peligrosa.

*Piotr Kropotkin, Mutual Aid: A Factor of Evolution, Londres, William Heinemann, 1902; Karl Polanyi, The Great Transformation, Nueva York, Farrar and Rinehardt, 1944; Albert O. Hirschman, The Passions and the Interests: Political Arguments for Capitalism Before its Triumph, Princeton, Princeton University Press, 1977. [Hay edición en español: Las pasiones y los intereses: Argumentos políticos en favor del capitalismo antes de su triunfo, México, Fondo de Cultura Económica, 1978.]
*The Use and Abuse of Biology: An Anthropological Critique of Sociobiology, Ann Arbor, University of Michigan Press, 1976.


  •  (1) Editorial: FONDO DE CULTURA ECONOMICA (MEXICO)
  • Lengua: CASTELLANO
  • ISBN: 9786071607300

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