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...EL MUNDO HA DE CAMBIAR DE BASE. LOS NADA DE HOY TODO HAN DE SER " ( La Internacional) _________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

15/7/19

LAS MISIONES PEDAGÓGICAS : LA OTRA ESCUELA DE LA REPÚBLICA.




"Es natural que queráis saber, antes de empezar, quiénes somos y a qué venimos. No tengáis miedo. No venimos a pediros nada. Al contrario: venimos a daros de balde muchas cosas. Somos una escuela ambulante que quiere ir de pueblo en pueblo. Pero una escuela donde no hay libros de matrícula, donde no hay que aprender con lágrimas, donde no se pondrá a nadie de rodillas, donde no se necesita hacer novillos. Porque el Gobierno de la República, que nos envía, nos ha dicho que vengamos ante todo a las aldeas, a las más pobres, a las más escondidas, a las más abandonadas, y que vengamos a enseñaros algo, algo de lo que no sabéis por estar siempre tan solos y tan lejos de donde otros lo aprenden, y porque nadie, hasta ahora, ha venido a enseñároslo; pero que vengamos también, y lo primero, a divertiros..." (Palabras de Manuel Bartolomé Cossío, Presidente del Patronato de Misiones Pedagógicas, con las que los misioneros pedagógicos se presentaban ante los vecinos de los pueblos).


El 29 de mayo de 1931, apenas mes y medio de la proclamación de la II República, el Gobierno republicano, mediante el decreto 2002, publicaba la puesta en marcha del encargo del Ministerio de Instrucción Pública y de Bellas Artes al Patronato de Misiones Pedagógicas teniendo en cuenta de que había llegado el momento de que todos los ciudadanos españoles pudieran acceder a la enseñanza y a la cultura.

En el preámbulo de dicho decreto se podía leer:
"(...) Se trata de llevar a las gentes, con preferencia a las que habitan en localidades rurales, el aliento del progreso y los medios de participar en él, en sus estímulos morales y en los ejemplos del avance universal, de modo que los pueblos todos de España, aun los más apartados, participen en las ventajas y goces nobles reservados hoy a los centros urbanos.

  

Conocido es el abandono de los Poderes públicos en cuanto se relaciona con estos propósitos. Los pueblos rurales en todo el ámbito nacional apenas han conocido otra influencia que la obrar modesta de la Escuela primaria, la cual difícilmente podía compensar la ausencia de otros recursos culturales y la presencia de egoísmos y afanes nocivos que mantuvieron al pueblo en la ignorancia.
La República estima que es llegada la hora de que el pueblo se sienta partícipe en los bienes que el Estado tiene en sus manos y deben llegar a todos por igual, cesando aquel abandono injusto y procurando suscitar los estímulos más elevados. De esta suerte podrá abreviarse la obra siempre lenta que la educación pública va logrando mediante la aplicación de recursos conocidos, cuyo influjo se ira acentuando cada día.

Hay en este propósito, además del beneficio que la enseñanza nacional puede recibir, el deber en que se halla el nuevo régimen de levantar el nivel cultural y ciudadano, de suerte que las gentes puedan convertirse en colaboradores del progreso nacional y ayudar a la obra de la incorporación de España al conjunto de los pueblos más adelantados. Con ello también se contribuirá a valorar y desenvolver virtudes raciales de dignidad y nobleza que han influido de manera decisiva en le establecimiento de la República mediante la manifestación de espontánea y ejemplar ciudadanía.(...)".

Siendo para la II República un compromiso y un deber el intentar minimizar en lo más posible las diferencias existentes, tanto en el orden social como en el orden cultural, entre la España rural y la España urbana, pudiendo así conseguir que la cultura pasara a ser un bien para todos y nos sólo como un bien de consumo de las clases privilegiadas; además de servir de cauce para la modernización de la España rural, pues el campesinado español estaba sumido en el aislamiento y vivía ajeno a los cambios que se estaban produciendo en el mundo.

Las actividades del recién creado Patronato se dividían en tres partes:

- Fomento de la cultura popular. Creándose un Servicio de Bibliotecas volante al que pudieran acudir los habitantes de los pueblos visitados y así estimular el gusto por la lectura de relatos breves, poemas y romances.

- Orientación pedagógica de las escuelas. Con una doble función: Visitar a las escuelas rurales para tener conocimiento de sus necesidades más apremiantes, e impartir lecciones prácticas, cursos y hacer excursiones educativas que proveyeran a los maestros rurales de mayores recursos metodológicos y teóricos; en un intento de complementar la labor educativa de los maestros.

- Educación ciudadana de las poblaciones rurales. Explicando el espíritu de la República y de la Constitución de 1931; sirviéndose de charlas y debates abiertos, intentando que fueran de un modo próximo, donde se hablaría de los derechos y deberes de los ciudadanos, y de los fundamentos de la democracia.

Y además se pondrían en marcha las secciones itinerantes siguientes: el Teatro y Coro del Pueblo, un Museo del Pueblo, un Servicio de Cine y Proyecciones, un Retablo de Fantoches y el préstamo de gramófonos y discos de pizarra con un Servicio de Música.

"Las Misiones añaden hoy algo nuevo, dirigido todo lo suyo, a educar la inteligencia y el goce del pueblo. Un museo de Pintura, que irá circulando de pueblo en pueblo. Un Museo muy pequeñito, muy reducido, muy pobre, pero, al fin, un museo, no para los que han viajado, para los que han ido a Madrid o siquiera a las capitales de provincias y han visto otros museos mejores, y sobre todo el nacional del Prado, que es en pintura la mayor riqueza de are que existe en España; eso no tiene necesidad de este Museo ambulante; no es para ellos, sino para los que viven en aldeas apartadas, los que no han salido de ellas o han salido a las cabezas de partido, donde no hay Museos; los que, si han visto alguna estampa o algún cromo, no han visto nunca verdaderos cuadros o no conocen ninguna obra de los grandes pintores. (...)" ("Memoria del Patronato de Misiones Pedagógicas. (Septiembre de 1931 - Diciembre de 1933)", página 35. Madrid, 1934).

Aunque al principio no se recibirían muchas solicitudes para que las Misiones Pedagógicas acudieran a los pueblos, poco a poco irían aumentado; llegando al extremo de que sería necesario realizar una serie y rigurosa selección con los medios de que disponían, dando prioridad a los más apartados y pequeños.

En unas camionetas un tanto desvencijadas llegarían a aldeas perdidas bibliotecas itinerantes, películas, obras de teatro, museos ambulantes. Pueblos donde el 70% de los hombres eran analfabetos, y en donde el número de mujeres sin saber leer ni escribir era aún mucho mayor. Por lo que se convertiría en una obsesión para las autoridades de la República el animar a la lectura; teniendo en cuanta que en datos del año 1930 un 42,30% de la población española era analfabeta, (un 31,1% de los mayores de 10 años, y en caso de las mujeres ascendía al 38,1% de las mayores de 10 años). Por lo que el Gobierno de la República, junto a las Misiones, desplegaría una amplia red de bibliotecas, tanto fijas como ambulantes, para incentivar la lectura y que ello sirviera para:

"Despertar el amor a la lectura, llevando libros a las gentes que ahora no van ni irán ya a la escuela, haciéndoles con la lectura en alta voz, como hacen las misiones, gustar los placeres que los libros encierran".

El Patronato de Misiones Pedagógicas, un proyecto basado en la solidaridad cultural, estaría presidido por Manuel Bartolomé Cossío, y actuando como secretario Luis Álavarez Santullano, y en el que colaborarían alrededor de quinientos voluntarios: maestros, intelectuales, artistas, jóvenes estudiante, afamados poetas, grandes escritores,... pudiendo destacar de entre ellos a Luis Cernuda, María Zambrano, Alejandro Casona, María Mliner, Rafael Diestre, Antonio Sánchez Barbudo, ...

"Las actividades que las Misiones Pedagógicas desarrollaban en cada pueblo solían ser:

1.- Una "Biblioteca Popular". La selección de libros para las mismas corría a cargo de Matilde Moliner con la ayuda de Antonio Machado.

2.- Un "Teatro del Pueblo", dirigido por Alejandro Casona.

3.- Un "Coro del Pueblo", dirigido por Eduardo Martínez Torner, donde principalmente se enseñaban y ensayaban canciones populares regionales.

4.- Un "Museo Itinerante de Pintura", donde se les enseñaba copias de cuadros del Museo del Prado, enseñándoles las características principales de cada uno. Lo dirigía Ramón Gaya.

5.- La documentación gráfica corría a cargo del cineasta José Val del Omar. Se proyectaban películas de cine mudo, principalmente de Charlot, explicando a la gente el argumento de la película, ya que, dado el analfabetismo del mundo rural, a la gente les costaría entender lo que estaban viendo." (Rutas http://xn--blicas-bva.com/ "Las Misiones Pedagógicas en la II República. Parte II").
Entre 1931 y 1936, el trabajo del Patronato (y a pesar de los intentos de sabotaje durante el Bienio Negro, que reduciría de manera drástica los presupuestos para las misiones Pedagógicas por parte, sobre todo,de la CEDA), llegaría a casi 7.000 aldeas y pueblos, a través de 196 circuitos de Misiones Pedagógicas. Hasta el 31 de marzo de 1937 repartirían 5.522 bibliotecas, que sumaban un conjunto de más de 600.000 libros. Las Exposiciones Circulantes de Pintura del Museo del Pueblo llegarían a 179 localidades y el Coro y Teatro del pueblo realizaría 286 actuaciones.

En las "Memorias del Patronato de Misiones Pedagógicas" se recogían las vivencias de los "misioneros". Veamos la narración de la experiencia vivida por uno de ellos en la localidad segoviana de Ayllón:

"No había más que el salón de baile del pueblo: una gran panera, con el suelo de tierra y un pequeño tinglado para los músicos, donde se instalaron los operadores de cine. Local sin ventilación apenas, sin asientos, y naturalmente, sin sombra de calefacción, se prestaba mal a nuestro tipo de trabajo. Más de quinientas personas, mozos, viejos y chiquillos con bufanda y boina puesta; muchos fumando. Mujeres, mozas y viejas, que cada día aumentaban en número y se pasaban la sesión entra de pie. Algunas contadísimas, sentadas en los bancos que trajeron de la iglesia. Y era necesario trabajar en esas condiciones. El rumor de tantos pies, el inquieto removerse de gente tan mal instalada, forma un fondo poco propicio a la charla familiar que hubiésemos querido. Entre película y película (que el primer día se pasan a mano por falta de voltaje) damos discos, que quedan ahogados entre aquella masa, perdiendo sus matices más delicados. Las películas (que a las gentes les parecen maravillosas) salen muy imperfectas y a nosotros nos descorazonan. En un descanso ponemos canciones populares; cantares asturianos y aires gallegos. Va después una canción montañosa. Cuando se empieza a oír el tamboril y la dulzaina con su ritmo típico, la gente se calla y la voz del cantor, una hermosísima voz varonil, hace el silencio absoluto; el pueblo reconoce sus coplas y las oye con emocionado silencio; al repetirse el tema, lo corean en voz baja, y al final aplauden entusiasmados pidiendo otra vez la misma canción. Todas las noches ha sido necesario repetir esta copla,. la llaman "la nuestra".

Para el segundo día ya se ha improvisado una manivela. Las películas, muy hermosas, pasan ahora con toda perfección. Muchos espectadores se quitan la gorra cuando se empieza a hablar. Ya saben algunos que no deben fumar. Hay más mujeres y más asientos en la sala. Menos bufandas. Más silencio. Esta rápida adaptación se va acentuando. El sábado podemos leer ya poesías. No hay necesidad de reclamar silencio; las películas, la música, y , sobre todo, la convivencia, han hecho el milagro."
("Memoria del Patronato de Misiones Pedagógicas (Septiembre de 1931 - Diciembre de 1933)". Pág. 35. Madrid, 1934).

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