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Quizás un defecto del libro
de Díaz del Moral fue el recurso de la perspectiva milenarista, que luego fue
adoptada tan catastróficamente por Eric Hobsbawm, con su teoría de “rebeldía
primitiva” (1959), que pone en evidencia su marxismo arcaico y rígido en
contraste con el marxismo humanista de Thompson. La tesis controvertida de
Hobsbawm ha sido rechazada por varias generaciones de historiadores y
antropólogos que han analizado el tejido sociopolítico de las sociedades
rurales más a fondo. En el caso concreto de Andalucía y el movimiento
anarcosindicalista, Clara Lida, Temma Kaplan y Jerome R. Mintz, entre otros,
han enfatizado la racionalidad y el pragmatismo de las protestas, con fines
realizables, nada milenaristas. Todos coinciden en que las propuestas ofrecidas
por el movimiento de los desposeídos eran una reacción lógica al contexto
histórico de opresión en que se encontraban. Más preocupante para Hobsbawm y
los defensores de la tesis milenarista, Kaplan analizaba a fondo la provincia
de Cádiz, precisamente la zona que citaban como confirmación de sus teorías.
Las conclusiones han sido ampliamente aceptadas: los militantes anarquistas y
anarcosindicalistas perseguían un praxis realista y creíble basada en tácticas
de protesta firmemente arraigadas en la vida cotidiana de sus bases y la
defensa de sus intereses.
En algunos casos sí que
había protestas violentas como la quema de cosechas y ocupaciones de fincas y
algún atentado, pero dentro de un mar de acciones sindicales para mejorar las
condiciones de trabajo, huelgas contra patronos abusivos y contra el coste de
la vida; en fin, un repertorio de protesta variado anclado en una sociedad con
un pie en la vida rural y otro en la vida urbana. De hecho, hay que hacer
hincapié en que no eran movilizaciones exclusivamente agrarias: en Sevilla
ciudad, con el auge del anarcosindicalismo de aquellos años, nació un Comité
Revolucionario de Defensa de los Inquilinos, que organizó una huelga de
inquilinos para reducir los alquileres, algo que no consiguieron siquiera los
militantes barceloneses, mucho más numerosos, en plena cuna del
anarcosindicalismo ibérico. En fin, si había utopía en aquellos años se trata
de una utopía racional.
Si deseáis explorar más
estos asuntos, os recomiendo un importante libro colectivo reciente que ha sido
coordinado por Francisco Acosta Ramírez, La aurora de rojos dedos. El
trienio bolchevique en el sur de España (Comares, 2019). Es el fruto
de una serie de intervenciones y conversaciones de un grupo de historiadores, científicos
sociales y filósofos que se reunieron en Fernán Núñez (Córdoba), en noviembre
de 2018, con ocasión del comienzo de los cien años del “Trienio Bolchevique”.
Primero, hay que decir que este libro es mucho más coherente de lo que suele
ser un libro de este tipo, con 13 capítulos que se complementan acertadamente.
Se trata de un trabajo analítico que une el pasado con el presente, y terminan
con unas proyecciones sobre luchas futuras.
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La segunda sección, «¿La
revolución Rusa en Andalucía? El trienio bolchevique», consiste en cuatro
capítulos que analizan la conflictividad de aquellos años desde varias
perspectivas. En una apreciación crítica, Roberto Robledo analiza el legado de
Díaz del Moral, mientras otros autores se detienen en la dimensión cordobesa de
las movilizaciones. Y, por último, «El siglo XX, hoy. Reflexiones y
proyecciones», con varios capítulos también, analiza la evolución del
significado de la utopía desde el siglo XX hasta nuestros tiempos con
consideraciones sobre el cambio revolucionario y el centenario de 1917;
concluye con un homenaje a las luchas de esa gente anónima sureña del siglo
pasado.
Desde mi punto de vista, la
más clara divergencia entre la experiencia del trienio «bolchevique» andaluz y
la Revolución Rusa es que los jornaleros andaluces no tenían armas como en
Rusia –se trataba de un ejército revolucionario sin fusiles. Además, la descomposición
del estado español no tenía nada que ver con el caso ruso, ni con Hungría o
Alemania en los mismos años. Así, las autoridades pudieron anular el ciclo
contestatario manu militari, usando unidades del ejercito español.
Aquí tenemos un ejemplo más de la militarización de la política durante la
Restauración, ese sistema semi-autoritario y poco democrático tan idealizado
por ciertos historiadores de derechas y por los revisionistas. Luego llegaría
la Dictadura de Primo de Rivera pero no sería posible reprimir del todo las
expectativas y el espíritu rebelde sureño, por ello los latifundistas y el
ejército de África tuvieron que recurrir a una represión mucho mas contundente
y escalofriante en el verano del 36.
Historiador. Su libro más reciente es Vivir la
anarquía, vivir la utopía. José Peirats y la historia del anarcosindicalismo
español. Está preparando un nuevo libro sobre las dinámicas
revolucionarias y contrarrevolucionarias en España entre 1917 y 1923.
Fuente: El obrero. Defensor d e los trabajadores. 10 Septiembre 2020. https://elobrero.es/cultura/historia/56493-sobre-el-centenario-del-llamado-trienio-bolchevique-1918-20.html
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