Por JAIME CERDA L. (*)
Pocos personajes históricos generan opiniones tan contrapuestas como Jean-Paul Marat (1743-1793) Para los desposeídos, Marat fue un héroe y mártir de la Revolución Francesa; por el contrario, aristócratas y burgueses lo consideraban un extremista sanguinario. Su participación durante y con posterioridad a los acontecimientos de 1789 ha sido descrita en detalle por numerosos historiadores, al igual que su trágica muerte, inmortalizada en 1793 por el pintor Jacques-Louis David (Figura 2). Sin embargo, poco se ha escrito en torno a otros aspectos de su vida, en especial sobre su quehacer como médico y científico, desarrollado con tenacidad antes del inicio de la Revolución. El presente artículo trae al presente aspectos biográficos de este singular personaje, analizando las diversas facetas que desarrolló durante su vida, además de hacer referencia a aspectos clínicos acerca de la invalidante enfermedad cutánea que le acompañó hasta el momento de su muerte, motivo de controversia diagnóstica hasta el día de hoy.
Marat, el médico
Hijo mayor de padre de origen sardo convertido al calvinismo (Giovanni Mará) y de
madre ginebrina (Louise Cabrol), Jean-Paul Marat nació el 24 de mayo de 1743 en la localidad de Boudry, cantón de Neuchátel, Suiza. Tras la muerte de su madre, a sus cortos dieciséis años abandonó el hogar familiar, iniciando un peregrinaje que lo llevaría a Burdeos y París, lugares donde estudió medicina. En 1767 llegó a Inglaterra, país en el cual residió durante una década, completó sus estudios médicos y practicó la profesión, recibiendo en 1775 el grado honorífico de doctor en medicina por la Universidad de San Andrés (Edimburgo) tras escribir un ensayo sobre la gonorrea. Luego de publicar en Londres un estudio titulado "Investigación sobre la naturaleza, causa y cura de una enfermedad ocular singular", en 1777 regresó a Francia, específicamente a París. En esta ciudad, su excelente reputación como médico -unido al apoyo de la marquesa de l'Aubespine, a quien trató exitosamente una afección pulmonar y de quien posteriomente se transformó en amante- le permitió acceder al cargo de médico del cuerpo de guardia del conde d'Artois, hermano menor de Luis XVI y futuro Carlos X, rey de Francia durante la Restauración, a pesar de su declarada postura antimonárquica1-3.La
remuneración de 2.000 libras anuales, unida a los ingresos recibidos a través
de su práctica privada brindó a Marat una holgada situación económica,
permitiéndole montar un laboratorio. Prontamente publicó estudios sobre óptica
y electricidad, sus disciplinas científicas favoritas, entre los cuales destacan
"Investigaciones físicas sobre la electricidad" (1782),
"Investigaciones sobre electricidad médica" y "Nociones
elementales de óptica" (1784).
Sus
experimentos en estas áreas atrajeron admiradores y pupilos e interesaron a
personalidades de renombre tales como Benjamín Franklin, quien solía visitarle.
Muy a su pesar, sus investigaciones no fueron bien recibidas por la Académie
des Sciences, la cual rechazó su tan añorada membresía, principalmente
debido a su osadía de disentir con Isaac Newton (1646-1727) en torno a ciertas
concepciones científicas.
La
obtención del premio de la Academia de Rouen por su tesis sobre la electricidad
médica (1783) tampoco fue un argumento suficiente para ingresar a la Académie, hecho
calificado por el mismo Goethe -cuyo inconmensurable legado intelectual incluye
estudios sobre óptica- como un claro ejemplo de despotismo científico. El
rechazo de sus pares gatillo en Marat una idea obsesiva de persecución en su
contra. Tras la renuncia en 1786 a su trabajo en la corte, Marat tradujo
la Opticks de Newton (1787) y redactó sus "Memorias
académicas, o nuevos descubrimientos acerca de la luz" (1788).
Para aquel entonces, la Revolución Francesa
había completado su proceso de gestación, causa a la cual Marat se abocaría por
completo y que le permitiría, entre otras cosas, vengarse de quienes
consideraba sus perseguidores. Transcurrido menos de un lustro, durante el
Reinado del Terror (1793) se suprimiría la Académie des Sciences. Marat,
para aquel entonces convertido en un caudillo de la Revolución, concretó su
venganza "académica" acusando a Antoine Lavoisier -miembro
aristócrata de la Académie y genio brillante, considerado el
padre de la química moderna- de haber participado en complots absurdos contra
el pueblo de Francia.
Un
tribunal revolucionario condenó a éste último a muerte, siendo guillotinado en
17944.
Marat, el revolucionario
Para
1789, Marat se había abocado por completo a la política, principalmente a
través de la escritura de una serie de obras tales como "Ofrenda a la
Patria", "La Constitución" y "Cuadro de los vicios de la
Constitución Inglesa". Su acercamiento a la política se había iniciado
casi dos décadas antes, pues en 1772 había publicado su "Ensayo filosófico
sobre el hombre" y en 1774 su libro "Las cadenas de la
esclavitud", en el cual criticaba la corrupción del sistema político
inglés y la miseria de las ciudades. En esta obra, Marat reivindica el derecho
del pueblo a su libertad, la cual consideraba que conseguiría solamente por
medio de una insurrección violenta1-3.
En
septiembre de 1789, ocurridos los hechos de la Bastilla, Marat financió e
inició la redacción de su propio periódico de opinión, llamado L'Ami du
Peuple ("El Amigo del Pueblo"). Con un tiraje de 2.000
ejemplares, L'Ami du Peuple tuvo una gran influencia en la
Revolución. Redactado en un tono agresivo, sus páginas fueron una tribuna
perfecta para Marat, a través de las cuales atacó descarnadamente a todos
quienes consideraba "enemigos de la Revolución", sean partidarios del
antiguo régimen o bien revolucionarios moderados, llamando a la violencia,
hecho que motivó varias suspensiones del periódico. Su actuar no dejó
indiferente a nadie, ganándose por un lado la admiración y adoración de los
sectores más marginales y por otro peligrosas enemistades. Temerosos de su
fanatismo extremo (Marat afirmaba: "yo soy la rabia, la rabia justa del
pueblo, por eso me escuchan y creen en mí"), sus enemigos le persiguieron,
forzándole a huir a Inglaterra por tres meses.
En 1790, de vuelta en París, retomó la
publicación del periódico, mas por temor a represalias debió esconderse en las
insalubres catacumbas parisinas, una red de túneles y cuartos subterráneos
convertidos en cementerio común a fines del siglo XVIII. Tras ser declarada la
República Francesa (1792), Marat dejó de publicar L'Ami du
Peuple, dando paso al Journal de la Répu-blique
Francaise ("Diario de la República Francesa") nombrado en
honor a la naciente república, tribuna en la cual mantuvo su estilo crítico y
violento. Muerto elrey LuisXVI (1793), Marat luchó tenazmente contra la facción
de los girondinos, grupo al cual consideraba enemigos encubiertos de la
Revolución. Ese mismo año ocurriría su trágica muerte1-3.
La enfermedad de Marat
El
comienzo de su singular enfermedad se remontaría entre tres y cinco años antes
de su muerte, no existiendo consenso entre los historiadores sobre su
etiología. Telinek (1979) describió la enfermedad de Marat como "una
afección cutánea crónica y adquirida, afectándole en una edad media (45-50
años), la cual comenzó en la zona perineal, se expandió a la mayoría de su
cuerpo, era intensamente pruriginosa, persistió durante largo tiempo y no
demostró ser letal"5. La enfermedad comenzó a agravarse,
tornándose intensamente pruriginosa, comprometiendo su calidad de vida y
forzándole a permanecer por largas horas sumergido en una bañera, cuyas aguas
medicinales le proporcionaban algún alivio. La bañera tenía forma de zapato y
le permitía trabajar y dialogar con diversas personas mientras se encontraba en
su interior.
A
lo largo de la historia las hipótesis diagnósticas planteadas han sido
variadas, reflejo de la incertidumbre en torno al diagnóstico real. Sus
enemigos esparcieron el rumor de que se trataba de una erupción sifilítica.
Otros diagnósticos diferenciales han sido eczema (Cabanés, 1913), dermatitis
herpe-tiforme (Graham-Little, 1916), eczema liquenificado (Hart, 1924),
escabiosis (Bayon, 1945) y dermatitis seborreica (Dale, 1952). Tanto Scarlett
(1930) como lelinek (1979) coinciden con Graham-Little en el diagnóstico de dermatitis
herpetiforme6, siendo una hipótesis plausible con los síntomas y
signos referidos por los historiadores. Al igual que la enfermedad celíaca, la
dermatitis herpetiforme presenta como sustrato fisiopatológico una intolerancia
intestinal al gluten de la dieta, presente en numerosos alimentos. La
dermatitis herpetiforme afecta mayormente a varones, siendo su edad de inicio
más frecuente entre la segunda y cuarta década de vida. Las lesiones primarias
consisten en pápulas eritematosas o vesículas con tendencia a adoptar una
configuración herpetiforme. Las lesiones son intensamente pruriginosas y se
distribuyen en forma simétrica sobre superficies extensoras, principalmente
codos, rodillas, hombros, región sacra y glúteos. Los pacientes a menudo
presentan lesiones de rascado. Con respecto a su diagnóstico, un signo
patognomónico lo constituye el hallazgo de depósitos granulares de IgA en la
unión dermoepidérmica de la piel sana perilesional. La supresión del gluten de
la dieta tiene como resultado una mejoría de las lesiones cutánea en un período
de meses, así como una reducción de los episodios de recaída7,8. En
1884 (casi un siglo despues del fallecimiento de Marat) el Dr. Louis Duhring
(1845-1913) realizó la primera descripción clínica de esta patología a modo de
entidad clínica; por su parte, la primera sugerencia de que los pacientes con
dermatitis herpetiforme presentan una enteropatía idéntica a la enfermedad
celíaca data de 19679.
Otro
aspecto que ha atraído a historiadores ha sido la posible relación de tipo
causa-efecto entre la enfermedad de Marat y su temperamento violento (o
viceversa), no existiendo consenso. Posiblemente tanto las circunstancias
históricas como su temperamento jugaron un rol, total o parcial, en la génesis
de la enfermedad y ésta, a su vez, afectó su carácter. Si bien el temperamento
característico de Marat es temporalmente anterior al desarrollo de su
enfermedad, lo cierto es que el agravamiento de esta última coincidió con una
intensificación del primero6. Aparentemente el padecer de una
patología cutánea crónica tiene consecuencias importantes sobre la
personalidad. Además de Marat, otros personajes históricos de ideas
revolucionarias tuvieron similares padecimientos; al respecto, Karl Marx
(1818-1883) habría sufrido una invalidante hidradenitis supurativa10,
mientras que Josef Stalin (1879-1953) padecía de psoriasis11. La
disminución de calidad de vida asociada a estas enfermedades posiblemente tuvo
un efecto psicológico no despreciable en estos tres personajes, posiblemente
ejerciendo alguna influencia en lo que fueron sus ideas y comportamiento. En
palabras de Shuster, quien describiera la hidradenitis supurativa de Karl Marx,
"la piel es un órgano de comunicación y sus trastornos producen gran
distrés psicológico; genera rechazo y disgusto, depresión de la imagen
corporal, del ánimo y del bienestar"10.
Su trágica muerte
El
13 de julio de 1793, estando en su bañera, Marat recibió la visita de la joven
Charlotte Corday, quien decía traer los nombres de algunos girondinos enemigos
de la revolución, quienes habían huido a la ciudad de Caen. Cuenta la historia
que Marat apuntó sus nombres y afirmó que debían ser guillotinados, tras lo
cual Corday extrajo un puñal, hiriendo mortalmente a Marat (Figura
2).
La
joven era hija de girondinos convertidos en realistas. En el juicio llevado a
cabo en su contra por el asesinato de Marat, Charlotte Corday declaró que actuó
por cuenta propia, con el fin de evitar un mayor derramamiento de sangre,
señalando que "maté a un hombre para salvar a cien mil". Cuatro días
más tarde sería ajusticiada bajo el filo de la guillotina. El asesinato de
Marat engrandeció su imagen en los sectores marginales de la sociedad,
transformándose a partir de entonces en un mártir de la Revolución, iniciándose
el culto a su persona13. ¿Héroe y mártir o un mero extremista
sanguinario? Con la imparcialidad y serenidad que pueden aportar dos siglos
transcurridos desde la Revolución Francesa, reservo al lector el juicio
valórico que pueda realizar a la persona de Jean-Paul Marat, a la luz de las
diversas fuentes históricas disponibles. Resulta interesante constatar un común
denominador en las principales facetas de su vida -médico, científico y
revolucionario- cual es el nunca haber sido indiferente para quienes le
conocieron, generando sentimientos extremos: admiración e idolatría en unos,
desprecio y odio en otros, sentimientos que persisten en la opinión de muchos estudiosos
de la historia hasta el día de hoy.
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