Libro de Miguel
Abensour (*)
recension de
Jean Claude Poizat ( 1)
Esta nueva obra de Abensour titulada Hannah Arendt contre la philosophie politique , presenta la obra de Arendt desde el punto de vista de su oposición a la filosofa y particularmente a la filosofa política, y se esfuerza por presentar la obra de Hannah Arendt con la frescura y radicalidad iniciales por encima de los intentos de recuperación, errores d e interpretación y atajos poco escrupulosos
Como es sabido,
Arendt, en una entrevista para la televisión alemana en 1964 (con Gauss, ),
hizo estas declaraciones que parecen inapelables: “ yo no pertenezco al
circulo de los filosofos”. Se responde asi a la cuestión
del estatus del pensamiento de Arendt con una respuesta fácil:
su pensamiento pertenecería mas bien a la teoría política que a la filosofía
propiamente dicha.
Al subrayar expresamente
cómo Arendt era “antifilosofa”, Miguel Abensour, se desvía de los intentos de
“canonizar” y “momificar” (por escoger sus propios términos) que tratan de
hacer de la escritoras “uno d e los grandes filosofos políticos de
nuestro tiempo”. Arendt es así no solamente una filosofa de
excepción sino una filosofa de la excepción. A ojos de Abensour es una
pensadora de lo extraordinaria, d e lo imprevisible o (“ unpredicability”
como diría Arendt misma) , de una novedad radical, de la acción y la libertad
revolucionaría. Arendt se opondría radicalmente, según
Abensour, a cualquier conservadurismo tanto filosófico como
político.
El primer filosofo político,
el fundador, por así decir de la filosofía política occidental es según Arendt,
Platón. Al considéralo de esta manera como ” padre
fundador”, Arendt lo considera igualmente como el primer pensador por
culpa de quien la filosofía política es victima de un profundo desprecio. Por
decirlo de manera más exacta: es el fundador de la filosofía occidental como
desprecio de lo político. Este desprecio procede de una actitud de
la que Arendt dice que es inherente al enfoque mismo de la filosofía en general
y no atribuible únicamente al temperamento individual de Platón o de cualquier
otro pensador. Es la actitud altiva y lejana, altitud de “mirar por encima
del hombro” que caracteriza al “sabio”
solitario que lanza una mirada condescendiente sobre las cosas de este mundo,
sobre realidades sociales históricas y políticas que se juzgan incoherentes y
absurdas. El mito de la caverna constituiría a este respecto el
corazón de la filosofía política de Platon, a contracorriente d e la
filosofía del agora homérica y de la concepción
ateniense tradicional de la polis. Además Platón habría traicionado el
pensamiento de su maestro. Sócrates, que se vinculaba estrechamente con la
ciudad de Atenas. Sobre todo, lo que es el colmo de la paradoja para un
pensador que se sitúa entre los grandes del “idealismo”, Arendt reprocha a
Platón de ser una especie de pensador pragmático, o utilitarista al haber
concebido las ideas como si fuesen normas técnicas que permitiesen construir la
realidad política, fabricar la ciudad perfecta.
El libro de 1958, La
condición humana, constituye, como lo recuerda M. Abensour (siguiendo en
esto las huellas de Jacques Taminiaux en su obra La Fille de Trace et
le penseur professionnel), una réplica especialmente a
Heidegger, y mas allá, por supuesto, y otra vez mas, a Platon. En lo
que a Heidegger concierne parece que Arendt le debe mas de lo
que ella misma admite aunque despegándose de él en lo esencial.
Especialmente Arendt reprocha a Heidegger traicionar la inspiración primera de
su pensamiento- una inspiración fenomenológica- para caer en el camino d e la
filosofía tradicional que se empeñaba no obstante en criticar. El tema de la
“ autenticidad” del Dassein, opuesto al
carácter impersonal, conformista e inauténtico de la sociedad, resumido en la
figura del “ se”, se encuentra en las antípodas de la verdadera
filosofía política reivindicada por Arendt. Esta filosofía no puede ser más que
fenomenológica, y vinculada a crear ese espacio de apariencia que los hombres
construyen en la esfera social con intercambios y opiniones. El
libro de Abensour nos aclara igualmente sobre esta sorprendente
proximidad-distancia entre Arendt y Heidegger ( a nivel teórico, por supuesto,
dejando de lado la crónica amorosa).
Kant beneficia,
en el panteón filosófico de Arendt un estatus excepcional. Es, según ella, el
único filosofo que no traicionó el pensamiento político y el
único que no cae en los errores, ( las “ fallaces”) de la
metafísica. “Kant, escribe Abensour, seria una especia de
Sócrates de la época moderna”. Pero paradójicamente, es a través de la
estética, (por la tercera Critica, la Critica del juicio) por la que
Arendt opta introducirse en la filosofía política de
Kant dejando aparte deliberadamente sus textos
histórico-políticos, ( particularmente sus opúsculos sobre la historia). En
realidad, ella identifica la filosofía política de Kant mas con una cierta forma
de pensar que con una doctrina bien definida, como un pensamiento atento
a la pluralidad, a la colectividad de los hombres, mas que
a la coherencia lógica o la verdad material del pensamiento. La
doctrina kantiana del juicio se apoya en particular sobre la doctrina del “pensamiento
ampliado” ( Critica del Juicio 40): “Pensar poniéndose en
lugar de otro” constituiría una doctrina eminentemente política
de una importancia decisiva al atender a la
intersubjetividad como principio constitutivo del pensamiento. No
obstante, como nos recuerda Abensour, la aplicación de la doctrina del juicio
estetico al dominio de lo político no ha sido realmente a este respecto nunca
desarrollado por Arendt . No ha escrito nunca un tratado sobre filosofía
política que se inspirase en estas premisas kantianas. ¿ Por
necesidad o por accidente?. ¿ Pudo Arendt llevar a buen termino su
proyecto de otra filosofía política sin contradecir los presupuesto de su
propio pensamiento?. Por otra parte, ¿ Seria Kant un “ filosofo político”
a su pesar?¿ Se trata de pensar con Kant o contra Kant?. ¿Está entendiendo
Arendt a Kant mejor que él misma se comprende? En resumen, el contenido del
pensamiento político de Arendt para quien el arte y la
política de “ se pertenecen mutuamente”, (Crisis de la cultura)se
situaría en la tierra de nadie entre la estética y política,
Maquiavelo , ha salvado la
política. Ha salvado el “valor” e incluso el “heroísmo” como
virtudes políticas por excelencia. Por supuesto, que conviene distinguir aquí entre
el Maquiavelo de John Pocok y el de la vulgata filosófica que desdigan
vulgarmente con el termino “maquiavélico” y que no tiene nada que ver con el
autentico sentido de su pensamiento.
Lejos de hacer un elogio del cinismo en política, Arendt ve en Maquiavelo un remedio contra aquella actitud que es el reverso político de la medalla idealista. Tanto es asi que los grandes pensadoras idealistas (comenzado por Platon, el primero de ellos), se han entregado a la tiranía cuando han tocado la política concreta ( Platon se entregó en diversas ocasiones al tirano Dionisio de Siracusa). Para Arendt, Maquiavelo es un gran pensador de la libertad moderna, un gran pensador republicano. En efecto, Maquiavelo no juzga tanto el valor d e los actos desde la perspectiva de su eficacia en términos de una concepción meramente utilitarista de la política ( en términos de medios-fines) , sino mas bien en función de la “ grandeza” y de la “ gloria inmortal” de esas acciones. El político “ virtuoso” no es tanto el hombre capaz de hacer todo para conseguir sus fines sino el hombre que es capaz de hacer que sus actos, a los ojos de todos, tengan una “ gloria inmortal”. La gloria y la grandeza no se miden por el resultado de la acción pues importa poco si obtiene éxito o no en definitiva sino por el poder de revelación de la acción: el héroe es aquel que se afirma en el espacio político de la apariencia como un hombre que ha intentado interrumpir el automatismo del proceso histórico en curso, que ha intentado oponer un nuevo orden a los acontecimientos d e l a historia. A decir verdad es mas habitual que le verdadero héroe es el que fracasa. Pero que su suerte, lejos de ser trágica es solamente dramática: puede inscribirse en la historia, aparecer en un relato que aumenta aun más la gloria y la inmortalidad a los ojos d e los hombres. Maquiavelo pone al descubierto una intuición característica del pensamiento político de los antiguos, según la cual el arte d ela política se compara a otras artes de ejecución tales como la danza, el teatro o la música, que s e bastan a si mismos , que tienen en su propia actividad, su propia finalidad. Maquiavelo, escritor político, se sitúa también en la “ antifilosofia política” y como un anti-Platon. El autor de la República es es quien nos ha conducido particularmente a la devaluación de las apariencias y del arte
Asi pues, al diseñar una
historia d e la filosofía contemplada desde unas lentes arentianas, a través de
sus imágenes mas significativas M. Abensour trata de deducir el
sentido de la relación que tiene Arendt con la filosofía occidental. Es mas,
por encima del caso Arendt, el libro de Abensour plantea la cuestión de la
naturaleza y el papel del filósofo político. ¿Cual es el sentido d e la
filosofa política hoy?¿ Es aun posible? ¿ Es deseable? El “ retorno a
la filosofía política” del que se nos habla tato desde hace una decena de
años ¿ es conforme a las modalidades, supuestos , conclusiones y orientaciones
indicadas en el pensamiento de Arendt? ¿ Que han hecho con Arendt todos esos
filósofos del retorno a la política que se reclaman partidarios
suyos?. La ordenación filosófica de una realidad que se supone anárquica o
caótica ¿ es el gesto que Arendt deseaba?
¿No es mas
bien ese paso, muy el contrario, bajo la coartada de una vuelta a la
política, una restauración, el entierro y embalsamamiento de un pensamiento que
previamente se ha domesticado?
Fuente. https://www.cairn.info/revue-le-philosophoire-2006-2-page-265.htm
Miguel Abensour, Hannah
Arendt contre la philosophie politique ? Sens et Tonka éditeurs, 2006,
260 p.
Miguel Abensour es
profesor emérito de filosofía Política en la Universidad de Parios VII.
Ha publicado numerosas obras de fiolosiofia política y enrte ellas , L’esprit
des lois sauvages, Pierre Clastres (Seuil, 1987), L’Utopie de
Thomas More à Walter Benjamin (Sens et Tonka, 2000), La
démocratie contre l’Etat, Marx et le moment machiavélien (Le Félin,
2004 – réédition).
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