Por Miguel Angel Doménech
El ser humano procede del mono, pero ¿ es esto un progreso o una decadencia? La respuesta a este interrogante supone forzosamente una valoración y por lo tanto si bien la constatación de la evolución del hombre al mono ha requerido una reflexión científica no ocurre lo mismo con la estimación de valor. Aquella se refiere a lo que es, y ésta a lo que debe ser, es decir a lo moral. Es por ello por lo que no deben de menospreciarse las aportaciones de ámbitos literarios, filosóficos, artísticos, en la formulación de soluciones.
No hace falta remitirse a
la representación cómica del asunto que
tuvo éxito en los años 70 con aquel afamado y divertido libro del ilustrador Cavanna, cuyo título
ya adelantaba la respuesta: “ …Et le singe devint con”( ..y el mono se hizo gilipoyas). El tratamiento risible de la condición humana, sospechada como inferior a la de los animales, ha abundado en frecuentes recursos cómicos. Esto es expresión de una ansiedad real frente a una sentida contingencia y desvalimiento de las cosas humanas. En la antigüedad clásica era conocida la ansiosa demanda que se les hacía a los compañeros de Ulises que tras su conversión
en cerdos por la maga Circe, volvieron a ser hombres. Plutarco se hace eco de
esas historias. Unánimemente sostenían,
los que habían experimentado ambas cosas, que era más feliz la condición animal. Luciano
de Samosata también redactaba páginas cómicas sobre esta cuestión. La crítica
de la tontería humana tuvo su más ilustre exponente en el Elogio
de la estulticia de Erasmo.
En la literatura más sabia y entre la más ilustre abunda la consideración de que el ser humano es alguien que resulta ser más tonto comparado con el comportamiento de los animales e inferior la inteligencia de la humanidad a la de la animalidad. Esta posición es francamente moderna pues la introducción de la modernidad supuso una quiebra del orden jerárquico evolutivo cristiano, de una pirámide de la Creación coronada por el hombre, ser a imagen de Dios. y animal inteligente supremo de la escala de las otras criaturas ,seres que , como cosas, fueron hechos sin alma para su servicio y utilidad. Pero en nuestra literatura inmediata hay páginas memorables que contemplan con una conmiseración entre critica y compasiva la contingencia y empeños fútiles de los intereses humanos como magistralmente relata, por ejemplo, un Chejov en su Jardín de los cerezos o en el protagonismo de los perdedores como en las novelas policíacas de Raymond Chandler.
Entre las más ingeniosas propuestas
hay que contar la perspectiva suavemente
irónica de Heine en un magistral texto que dedica al asunto en sus Memorias.
Heine plantea la noticia científica reciente de que el ser humano procede del mono. No la discute, pero sorprendentemente recurre a una historia muy divertida de supuestas creencias de algunos africanos. Deja entender que es éste un argumento de autoridad, puesto que estas gentes conviven de cerca con los monos y saben de que hablan más que los europeos. Para estos indígenas , el mono, es sin duda, más inteligente que el hombre. El hombre no sería sino un mono degenerado. Rechaza el argumento de que el ser humano sea superior por saber hablar. Los monos, dicen aquellas tribus, si que saben hablar, pero…y ahí reside uno de los rasgos de su mayor astucia e inteligencia, lo disimulan para parecer infantiles y locos. De esta manera considerados como seres inútiles que solo saben gritar y hacer bufonadas y de los que no puede sacarse provecho alguno se salvan a la vez de trabajar y de ser utilizados, es decir explotados. Se libran así de la esclavitud y sometimiento en que recaen los otros animales por parte de los humanos , de la estulticia de la dedicación al trabajo de los hombres y de la maldad de estos mismos humanos que emplean y explotan a todos y entre si. Esta astucia es una artimaña genial digna de su superior arte de vivir, en el ocio y el placer pacífico.
¿ Donde está, el progreso evolutivo? ¿ Quizás precisamente y paradójicamente en la conciencia de que somos un regreso?.
Apunto, y recomiendo por si puede servir, la lectura del Gilgamesch. En este magistral poema, escrito hace más de cuatro mil años, se contiene una reflexión existencial sobre la condición humana, sorprendentemente separada con crueldad de su condición natural para pasar a ser un ser reflexivo , cultural, civilizado, y ….desgraciado. Incluyendo en esa desgracia su ansiedad ante la muerte y la enfermedad, las soberbias de tirano, las esperanzas vanidosas, y la inmensa capacidad de amistad desinteresada. No se dan mensajes ni doctrinas ni sermones ni revelaciones divinas, como en otras Biblias. Incluso lo divino en el Gilgamesh se caracteriza por rozar la magia engañosa u hostil. Se deja a su libertad al humano que fluye en aventuras con el relato. . Con esa libertad se trata de construir una ciudad en que alojarse y con esa necesidad de construirla se inicia y a la vez termina el poema.
La edificación de la ciudad humana y sus muros, es decir, el alojamiento político con los otros, la hospitalidad común, parece ser el único nivel en que lo humano se construye y resuelve con dignidad.
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