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...EL MUNDO HA DE CAMBIAR DE BASE. LOS NADA DE HOY TODO HAN DE SER " ( La Internacional) _________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

11/7/22

Zeev Sternhell: Los orígenes de Israel. Las raíces profundas de una realidad conflictiva. (*)

 



 
Cambiar el mundo por la razón. Estas dos frases resumen lo que es una constante en la vida y la obra de Zeev Sternhell; un trayecto de múltiples entradas cuya unidad y coherencia quedan articuladas en este libro que sintetiza una larga serie de conversaciones con Nicolas Weill. Intelectual, historiador, politólogo, activista, político, publicista, sionista y declarado hombre de izquierda, su obra no ha dejado de suscitar polémica desde el inicio, cuando sus estudios sobre Barrès (1972), sobre la derecha revolucionaria francesa (1978) y sobre los orígenes franceses del fascismo (1983) (1) pusieron en cuestión la interpretación canónica de la «excepcionalidad francesa» dominada por la tesis de R. Rémond de las «tres derechas»: legitimista, bonapartista y orleanista (2), para añadir una cuarta, la derecha fascista.

 

Su libro sobre el nacimiento de la ideología fascista, escrito con M. Sznajder y M. Asheri (3) mantiene la misma tesis, diferenciando entre fascismo y nazismo: el fascismo como un ataque a las Luces, al liberalismo y la democracia, una revolución de tipo nuevo, intelectual, moral y política, pero no económica o social, en tanto que el nazismo es un asalto frontal contra el género humano.

 

 El análisis de Sternhell se construye sobre la base de una historia de las ideas fiel a la tradición clásica, sin concesiones al giro lingüístico, las lecturas posmodernas o los planteamientos multiculturalistas, que considera un freno a los valores universales. Lo reitera en Les Anti-Lumières (4), su gran estudio sobre la contra-Ilustración, edificado según el mismo método, en el que el autor amplía el marco francés, en que se había centrado gran parte de su obra, para analizar a los grandes pensadores europeos, aunque con algunas lagunas destacadas, especialmente en lo que se refiere al caso español. En Histoire et Lumières se hace un recorrido coherente por la vida y la obra del autor, que se entrelazan. Sternhell explica su proceso formativo, sus iniciosen la historia de las ideas, así como su interés y primeros estudios sobre el fascismo en un recorrido que pasa por Francia, la Universidad Hebrea de Jerusalén, el IEP de Paris, Oxford y el encuentro con Walter Laqueur en el St. Antony’s College, la universidad de Princeton, etc. (Histoire, especialmente capítulo 7).

 


En todo su trabajo, afirma, «está presente la naturaleza dialéctica de las relaciones entre ideología política y realidad histórica. Las ideologías dan forma a la realidad y, a su vez, evolucionan en contacto con la realidad; no se hace nada importante sin un marco conceptual, una visión del futuro, una clara concepción del bien político; es decir, ideas» (Histoire, p. 180). Era lógico que Sternhell, que ha estudiado los orígenes del fascismo, su relación directa con el nacionalismo tribal, con la defensa de la tierra y la sangre, se planteara las mismas preguntas sobre el sionismo e Israel, tan entrelazado con su historia personal y con la historia colectiva de los judíos.

 

Nacido en Polonia en 1935, superviviente de la Shoah, la última vez que ve a su madre y su hermana es en 1942, el día en que parten a un campo de trabajo. «La mémoire de la Shoah est enracinée en moi, mais je ne suis pas plongé dans le souvenir» (Histoire, p. 121). A finales de 1946 es evacuado a Francia, en donde vive con sus tíos. Siempre con el estatuto de apátrida, realiza sus primeros estudios en Avignon, hasta que en 1951 decide inmigrar a Israel, en donde formará parte de lo que A. Shavit ha calificado como la generación del «Housing State» (5). Pasa sus primeros años en el kibutz que abandona a los 17 para ir a estudiar al instituto de Haifa, en donde él es el único nuevo inmigrante. La enseñanza secundaria era de pago, recuerda, y costaba el equivalente de un 35% del salario medio de la época (Histoire, p. 97). Es de nuevo en Francia en donde termina sus estudios superiores, culminados con su tesis doctoral sobre Barrès. Estudios que, como ciudadano israelí, compagina con su actividad militar; miembro de la brigada Golani, participa activamente en las guerras de Israel. Su crisis, la puesta en cuestión del relato canónico de los padres fundadores, comienza después de 1967. Sternhell es, hasta hoy, una de las voces israelíes más críticas y comprometidas. En 1996 se publica su libro sobre Los orígenes de Israel, estudio sobre un sionismo situado «entre nacionalismo y socialismo», que por fin se traduce al español, con una ligera modificación en el subtítulo: «los orígenes de una realidad conflictiva», pero sin cambios en el análisis, que incluye un último capítulo escrito en 2004, «El temor al futuro», que mantiene y corrobora las ideas fundamentales de la primera edición. Sternhell analiza los años de formación de Israel, desmontando, más que deconstruyendo, los mitos fundadores del Estado.

Si sus estudios sobre el fascismo dieron pie a una fuerte y larga polémica, el libro sobre Israel, que está animado por las mismas preguntas y el mismo hilo rojo de toda su obra, por una similar búsqueda de coherencia e indignación moral, entrelazada con el análisis riguroso, provoca una reacción similar, que no ha cesado.

 

 El libro de Sternhell, criticado duramente y debatido académicamente, es tachado por ciertos sectores como un ataque a las bases mismas sobre las que se sustenta la legitimidad del estado de Israel. El autor ha sido calificado de anti-sionista, y de post-sionista, incluso de enemigo de Israel por algunos radicales, como los que en septiembre de 2008, poco después de que recibiera el prestigioso Premio de Israel, atentaron contra su vida colocando una bomba en su domicilio de Jerusalén; la policía encontró cerca panfletos en los que se ofrecía un millón de shekels a quien matara a un miembro de Paz Ahora, el grupo pacifista del que Sternhell había sido uno de los promotores en la década de 1970 (6). Estas críticas y descalificaciones carecen en su mayor parte de una base sólida, si bien la polémica que el libro suscita, y sigue provocando, supone un aldabonazo a una reflexión profunda sobre el sionismo y su significado y, sobre todo, sobre los límites que tiene el sionismo liberal (7). Sternhell no ha cejado en su defensa del sionismo liberal y democrático, sosteniendo que es posible la existencia de un «Estado judío, democrático y laico en donde los judíos sean mayoría pero capaz de asegurar la igualdad total de los pueblos que viven en él». Los verdaderos post-sionistas, afirma, son los colonos, con su «sionismo de la catástrofe» (Histoire, pp. 128, 132). Los orígenes de Israel comienza por preguntarse si un movimiento nacional que aspira a una revolución cultural, moral y política, cargada de valores fundamentalmente particularistas, puede coexistir con los valores universalistas del socialismo. Los padres fundadores del Estado-nación judío, que son también los dirigentes del movimiento laborista pre-estatal y los que ocupan el gobierno de las primeras décadas del Estado de Israel, siempre han defendido su compatibilidad, afirmando que es la síntesis entre nacionalismo y socialismo lo que hace singular al movimiento nacional judío de Eretz-Israel (Los orígenes, p. 15).

 


 El análisis de Sternhell, en una línea de investigación que sólo en parte coincide con los temas planteados por los llamados «nuevos historiadores» y con los que de forma un tanto genérica han sido calificados de post-sionistas y antisionistas, presenta un dibujo mucho más crítico (8). En el libro se expone cómo, desde muy pronto, los fundadores comprendieron que los dos objetivos, la igualdad y la construcción nacional, no podían lograrse de modo simultáneo y optaron por una vía pragmática, un «socialismo constructivista» que sacrificó la corriente que abogaba por un socialismo igualitario y distributivo, representada en gran medida por B. Borojov, —el filósofo del sionismo marxista, cuyos discípulos cesan de tener una actividad política autónoma ya antes del Mandato británico—, Poalei Zion o el Batallón del Trabajo, en aras del nacionalismo y de un socialismo de producción al servicio de la construcción del Estado, en el que el obrero era considerado como un soldado al servicio de la construcción nacional. Esta opción, que está ya clara a finales de la segunda década del siglo pasado, en gran medida va a marcar el desarrollo futuro del Estado y la sociedad israelíes, y no es inconsistente con el programa expansionista que se desarrolla después de la guerra de 1967. El camino, no obstante, no estaba determinado desde el inicio: si el nacimiento del sionismo no puede desvincularse del fracaso del liberalismo y de los valores universalistas de la Ilustración, al no frenar el nacionalismo tribal y excluyente, tampoco puede entenderse solo como una respuesta al antisemitismo y la inseguridad; también lo es al temor de la pérdida de identidad. Lo cierto es que entre 1890 y 1922, cuando los EE.UU. adoptan restricciones a la inmigración, la respuesta mayoritaria a los pogromos es América y no Jaffa, a donde solo se dirige el 1% del total de inmigrantes judíos.

 

Desde el inicio se dibujan dos corrientes en el sionismo, una liberal y utilitarista, representada por Herzl y Nordau, que ve en la reunión de los judíos en Israel una solución a la inseguridad física y económica de los judíos de Europa del Este y una respuesta al fracaso del liberalismo de la Europa occidental, y otra nacionalista, procedente de lugares de la Europa oriental en que el nacionalismo tribal era dominante, que veía en la «ascensión» a Israel la salvación de la nación judía en tanto que entidad histórica (Los orígenes, p. 75). Sternhell analiza cómo se va construyendo el primado de la nación, comenzando por A. D. Gordon, con su rechazo del socialismo y su visión comunitaria del individuo. El trabajo es para Gordon instrumento de justicia social y factor de renovación de una nación que concibe como un cuerpo en el que se combate el parasitismo y en el que reina la unidad. Es el trabajo el que da derecho a la tierra. Los judíos tienen un derecho histórico a ella, superior al de los árabes, pero la tierra no debe ser conquistada por la fuerza sino comprada a quien esté dispuesto a venderla. Gordon, sostiene Sternhell, «ha contribuido de forma decisiva a impedir la emergencia de un culto de la fuerzadentro del sionismo de izquierda» (Los orígenes, p. 100). B. Katznelson completa la vía iniciada por Gordon, poniendo el socialismo, y su potencial movilizador, al servicio del movimiento nacional judío. Un mito movilizador que, al igual que en Ben Gurion que ya en 1930 habla de pasar «de la clase a la nación», se formula en un lenguaje religioso: la construcción nacional como algo sagrado. Toda la capacidad organizativa de los fundadores, al igual que todas las instituciones, se ponen al servicio de la construcción nacional, comenzando por el Histadrut, el sindicato que en 1948 cubría ya el 25% de la economía del país y que, sostiene Sternhell, no fue capaz de dar una respuesta a las disparidades sociales que no cesaban de aumentar. La organización, la disciplina y la solidez de las estructuras de encuadramiento permiten que en 1948 el paso al Estado apenas se note, una dinámica que continúa en las décadas siguientes. Para Sternhell el momento clave sigue siendo 1948, fecha en que se presentó la ocasión para pasar del sionismo pre-estatal de combate, «del nacionalismo intransigente, necesario para la conquista de la tierra, a un sistema liberal y abierto». Pero lo que debió ser un punto de llegada y fue legítimo en 1949, se transformó en un punto de partida y, en 1967, quienes no estaban de acuerdo con la colonización carecían de una alternativa ideológica para oponerse a todos aquellos, más poderosos y numerosos, que defendían la implantación judía en los territorios ocupados (Histoire, pp. 115-117). Pese a la energía de sus afirmaciones, y la indudable de su compromiso político, la obra de Sternhell plantea tantos interrogantes como los que trata de responder.

 


Su estudio sobre la génesis del sionismo critica el camino seguido para lograrlo y las consecuencias que se derivan por no haber seguido un modelo alternativo, cuyo éxito queda en el terreno de lo hipotético. Pero también explica las razones del éxito en el establecimiento de un Estado que, para Sternhell, garantiza la existencia colectiva de los judíos. Lo que no se llega a contestar es la pregunta casi imposible que está en el punto de partida de su obra, en la que se defiende el modelo liberal ilustrado, franco-kantiano, en que la razón es la que construye una sociedad de iguales; una obra que persigue una coherencia que choca con las contradicciones inherentes al desarrollo histórico real y que no resuelve la cuestión de la compatibilidad real de un modelo liberal y democrático, basado en las premisas universalistas y defensoras de los derechos del hombre, con la defensa de un Estado judío. Estado judío que, en principio, no tiene por qué estar en contradicción con una defensa de la concepción civil y republicana de la nación como una comunidad abierta de ciudadanos iguales, pero que sí plantea la pregunta clave de cómo mantener esa mayoría judía manteniendo a la par el criterio de igualdad y universalidad. Es una pregunta teórica cuya respuesta no está clara en la obra de Sternhell. Una pregunta para el futuro pero, como bien muestra su obra, el futuro está construido con las ideas y los materiales del presente.

 

 Sternhell busca la coherencia, que no es unidimensionalidad, y alerta sobre los riesgos que acechan a la democracia y el liberalismo que, como hallazgos humanos que son, no están inmunizados ante el peligro de su desaparición. La expresión de una esperanza racional de que otro mundo es posible, y su compromiso con ella, presente en toda la obra de Sternhell, no logra ocultar al «pesoptimista», en término tomado de E. Habibi, que la proclama.

 

(1) Zeev Sternhell, Maurice Barrès et le nationalisme français, París, Fayard, 1972; La droite révolutionnaire, 1885-1914: les origines françaises du fascism, París, Fayard, 2000 (1978); Ni droite, ni gauche: l’idéologie fasciste en France, París, Fayard, 1983. (2) René Rémond, La Droite en France de 1815 à nos jours. Continuité et diversité d’une tradition politique, París, Aubier, 1954. (3) Zeev Sternhell, Mario Sznajder y Maia Asheri, Naissance de l’idéologie fasciste, París, Fayard, 1989 (traducción española: El nacimiento de la ideología fascista, Madrid, Siglo XXI, 1994). (4) Zeev Sternhell, Les anti-Lumières: du XVIIIème siècle à la Guerre Froide, Fayard París, Fayard, 2006. Ver reseña de C. López Alonso, Historia y Política n.º 18 (2007): 337-342.

(5) Entre los que se encuentran Zeev Sternhell, Aharon Appelfeld, Aharon Barak, Louise Aynachi, Anna Spiegel, Arie Belldegrun, Yehudit Fischer, Shlomo Teicher y otros que Shavit entrevista en su libro (Ari Shavit, My promised land: the triumph and tragedy of Israel, New York, Spiegel & Grau, 2013, pp. 175 y ss.)

(6) Peter Beinart, The Crisis of Zionism, Nueva York, Times Books. 2012, p. 23 y cap. 1. (7) Hay una abundante literatura sobre el tema. Las obras de Gabriel Piterberg (The returns of Zionism: myths, politics and scholarship in Israel, Londres-Nueva York, Verso. 2008), ampliamente debatida por Zeev Sternhell («In Defence of Liberal Zionism», New Left Review, 62 (2010), pp. 99-114), la citada de P. Beinart, o la de Judith Butler (Parting ways: Jewishness and the critique of Zionism, Nueva York, Columbia University Press, 2012) no son sino una pequeña muestra de una abundante literatura sobre el tema, ampliamente tratado en varios artículos aparecidos en los últimos años en The New York Review of Books.

(8) Carmen López Alonso, «Historia y presente en Israel y Palestina. Separación, oposición y entrecruzamiento de dos historias paralelas. Nuevos y viejos enfoques», Ayer, 76 (2009), pp. 293-317.

 

 

 

(*) Carmen López Alonso Universidad Complutense de Madrid. Fuente HISTORIA Y POLÍTICA NÚM. 32, JULIO-DICIEMBRE (2014), PÁGS. 331-364

Capital Intelectual, Buenos Aires, 2013, 544 págs. (Edición original: Aux Origines d’Israël : Entre nationalisme et socialisme, París, Fayard, 1996 y 2004). Histoire et Lumières. Changer le monde par la raison. Entretiens avec Nicolas Weill; Albin Michel, París, 2014, 368 págs. Historia y Luces.

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