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...EL MUNDO HA DE CAMBIAR DE BASE. LOS NADA DE HOY TODO HAN DE SER " ( La Internacional) _________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

23/12/16

OBEDECER




“ ..que sólo conoce ferocidad cual león que es dócil a su enorme fuerza”

 Iliada .-Canto XXIV.40

Algunos habrán tenido la ocasión de haber observado una familia de perdices corriendo. El grupo suele componerse de los padres seguido de tres o cuatro perdigones, que en una casi estricta y regular fila india se ponen en movimiento muy rápidamente para asegurarse la huida ante una amenaza. Lo curioso del movimiento es la regularidad exacta de todos ellos, el quiebro hacia un lado o la aceleración o el desvío, se hace, por el grupo como si de un solo cuerpo se tratase, con un automatismo sorprendente que nos seria imposible de imaginar en algún grupo formado por humanos a menos que antes hubieran ensayado una coreografía de una coordinación exactísima y de un virtuosismo sorprendente. Lo mismo suele observarse con otros grupos animales, por ejemplo, en una bandada de pájaros  agrupados en nube. Es asombroso como el grupo hace el mismo movimiento sin apenas discrepancias individuales en el tránsito por el aire por muy  sinuoso que sea. Parece como si alguna mano invisible y habilísima les guiase a todos ellos como cuando se agita una bandera o un trapo al aire  por una mano humana. El mismo fenómeno puede observarse en la fila de una familia de patos nadando en un estanque, el camino exacto y los mismos movimientos sincronizados son seguidos por toda la familia  como si adivinasen todos  anticipadamente el movimiento siguiente que ha de hacerse y que con exactitud todos aplican.

La explicación de nuestra sorpresa y asombro es simple. A nosotros no nos pasa esto y seriamos incapaces de hacerlo. El número de movimientos que puede realizar el ser humano es infinito frente al repertorio limitado del animal. El humano tiene una facultad motriz emancipada por su falta de instinto. La pérdida de instinto nos hace seres  carentes de dirección natural, sin automatismos. En nosotros se da una ruptura entre instinto y motricidad, entre instinto y decisión  de manera  que ante un estímulo no tenemos un comportamiento determinado, no tenemos un  cauce igual sino infinitos cauces.  Aunque el cauce y el camino seguido por las aves nos parece sinuoso e inexplicable, para ellas esta explicado  y determinado, es el óptimo adecuado al estímulo y ese óptimo todos lo aciertan sin falla, por eso todos lo hace de la misma manera. En nosotros hay  hiato que hay entre el estímulo y la reacción y por ese espacio entra la reflexión y la conciencia que permite hacer otra cosa y no obedecer al estímulo. Lo que nos distingue de los animales no es en el ser, ni  el  cómo somos sino sino en el hacer, que es diferente.

 
La pérdida del instinto nos hace seres carentes de dirección natural, sin automatismo ninguno. Cuando andamos y nos movemos lo hacemos, por así decirlo, contra natura. Somos animales conrtario0s a natura y contrarios a la realidad. Aunque poseemos instintos, y todos lo experimentamos,  estos funcionan, pero más bien como residuos, pero no  suponen nunca que un estímulo  dicte un comportamiento determinado en nosotros.
 Lo que nos queda de ese residuo de instinto es la experiencia de una cierta y ligera  conmoción por la frustración de no responder al instinto. Como en neustra respuesta a estímulos no tenemos cauce dado se nos produce como una mini angustia de estar obligados a ejercer la libertad.
         “estamos condenados a ser libres (1)
Ese ligero vértigo  y frustración por tener que hacer es lo que nos queda de la presencia del instintivo, como un negativo de él.

Que el movimiento, el  de las ves o del hombre sea el ejemplo más expresivo de esa posesión de instinto de carencia de él respectivamente, es decir de determinismo o de libertad, lo anotaban muy bien los pensadores griegos por cuanto asimilaban ante todo libertad a libertad de movimiento. A no estar constreñido o encadenado por trabas.
“lo animado se distingue de lo inanimado por vivir” (2)
Los niños también identifican movimiento con vida e  inmovilidad con muerte, diciendo “no se mueve, se ha muerto”. Pues bien, detrás  de ese vivir biológico, se daba el vivir de otra manera , cualificado como el vivir libre, es decir , no sometido a dictado que fuesen  obstáculos o trabas de su albedrio(3) 

De esta primera observación del vuelo de los pájaros y correr de perdices  llegamos a la incómoda conclusión  de que el hombre es un animal que se enfrenta a lo natural o más bien que tiene lo natural contra el  y clarece de la capacidad básica animal  de hacer lo naturalmente optimo, siendo  la realidad dada  una cosa ajena a su condición y su vida, una excepción  de la naturaleza cuyo ejemplo más aparente es realizar movimientos ( o sea ejercer de vivo), que pueden ser extraños a la naturaleza. Por decirlo sintéticamente  vive como un extraño en la realidad.

Es esta una de las  razones por la que nos parecen extravagantes las fabulas protagonizadas por animales como si de hombres se tratara. Este género literario que tuvo tanto éxito en otras épocas, continúa hoy dia en las películas de dibujos animados pero ya en la categoría de lo infantil o de lo  surrealista siendo la carga moral explicita de las fabulas de entonces despojada de su franqueza aunque subrepticiamente introducida con  una coartada de género para niños. La eficacia y comicidad de estas fabulas es la sorpresa y contradicción que mantienen en el relato, técnica cuyo uso conocen muy bien los expertos actuales en publicidad.

Sobre esto mismo y para mayor ilustración  me parece oportuno remitirme a una fábula de Esopo, precisamente donde actúan unas perdices. Cuenta la fábula que una perdiz dejó a sus polluelos en el nido,  oculto entre los trigales y se fue tranquilizándoles de que nada sucederías  durante su ausencia. Estos, al marcharse la madre oyeron al propietario del trigal que decía:  “ El trigo ya esta maduro y demanda que sea segado, mañana  encomendare a mis hijos que lo sieguen”. A la vuelta de la madre al nido, los polluelos asustados le contaron a la perdiz lo que sucedería. La perdiz, no obstante les tranquilizó. “ si ha dicho eso, nada va a suceder a vuestro nido ”. En efecto, al día siguiente los hijos no se presentaron, pero oyeron al labriego decirse: “  Voy a avisar a unos amigos para que vengan a segarlo, puesto que mis hijos me han fallado”. A la vuelta de la madre nuevamente enterada de los proposiciones  del labrador, la perdiz volvió a tranquilizar a los polluelos: nada sucedería. Efectivamente, tampoco se presentaron los amigos del labrador, pero oyeron decirle esta vez: “   Puesto que ni mis hijos ni mis amigos vienen, mañana lo hare yo mismo”. Esta vez al oír la madre lo que los polluelos habían oido, se apresuró a llevárselos de inmediato a otro sitio. (4)

Esa perdiz actuaba como humana, no solo por la sabiduría de la moraleja de que solo se debe de confiar en las propias fuerzas, sino por su posibilidad d e prever e imaginar futuro. Al animal la realidad  dada  en el aquí y ahora le requiere absolutamente, el humano, se desplaza con la imaginación a otra realidad posible que no está dada y prevé .  Se puede decir de él que es un ser histórico en donde el futuro de otra cosa tiene tanta fuerza como la realidad. Vuelve a  querer escaparse, con lo posible que se anticipa, a la resignación de lo que es. Somos historia, no solo porque hemos vivido y en ese trecho de vida nos hemos hecho a nosotros mismos y somos el resultado de lo anterior, sino que no podemos  vivir al dia.  Fabricamos mentalmente siempre un  espacio  entre estímulo y presencia de la realidad y respuesta  que damos. Ese margen lo llenamos  de representación del futuro. Esa  representación caracteriza todos los actos humanos. Para sobrevivir al hombre no le basta ganar la batalla concreta  de ahora, sino  establecer una paz duradera. En su cotidianidad se guía más por las circunstancias previstas como posibles que  por lo ya presente y real. El hombre siempre actúa en función de los que puede pasar que le viene a la mente. El reino humano es el mundo de lo posible no el de lo real.
La historicidad del hombre tiene relación también  con que le falta un esencia dada. Esa esencia es algo que deben de conseguir por su mismo proyecto de vida y a lo largo de él. La naturaleza humana es siempre posibilidades y está constituida más por expectativas que por hechos. El ser humano ante las posibilidades infinitas nunca es todo lo que puede ser. Ningún programa biológica lo acaba. Este ser sin esencia debe de construir su propio programa y domesticarse a si mismo. ¡Domesticarse a si mismo! Esa es la cuestión.

La historicidad del hombre no contempla solo el futuro  en un absoluto”soy lo que seré”  sino que habla también del pasado de cada uno. Nos hemos creado nuestras determinaciones a lo largo de neustra biografía de tal manera que si existiese un observador permanente y reflexivo de nuestra historia, cuando nos esté viendo hoy podrá vernos con esas perdices del grupo automático y pensar que  nuestros libres movimientos ya están diseñados por nuestro pasado cuando los creemos a neustra arbitrio.  Es cierto, pero no porque sean determinaciones no dejan de ser “nuestras” determinaciones. 

El problema se agudiza dado que al no poseer ese cauce automático  tenemos que anticipar el futuro y prever. Esto es lo que debió de ocurrirle al primer mono erguido cuando salió de la selva y contemplo el horizonte de la sabana como un horizonte sin refugio ni hogar ni camino , ni rama a donde asirse, que se ofrecía a recorridos infinitos. Para abrumarle más, esa incertidumbre se hacía desde la poción de erguido, es decir en un equilibrio más difícil que a  cuatro patas, con el mismo riesgo de caerse que de perderse en esa amplitud despojada  del paisaje  de su vista y de  su libertad recién estrenada. Al respecto me parece muy  aguda la farsa popular de que las preocupaciones e inquietudes sean un “ sinvivir”. En efecto, el vivir del hombe no es un” vivir” biológico y natural sino una anomalía de la vida y de la realidad natural. No es vida.  

Llegados aquí, el lector podrá preguntarse, que a qué viene el título de este capítulo  que se denomina  obedecer y se subtitula desfilar.   Pues precisamente en aquella exclamación pasada: Nos domesticamos a nosotros mismos.

Es fácil de apercibirse si  observamos que los movimientos regulares, automáticos y unánimes, del andar en grupo de las aves, lo realizan los humanos cuando….¡ desfilan! Precisamente un buen desfile se caracteriza por una exacta sincronización del paso y del gesto,  por un recorrido sin rectificación alguna. Esto sucede porque la facultad motriz emancipada del humano  perdida en lo infinito puede encauzarse con seguridad con el aprendizaje que establezca una necesidad que el instinto le niega. El hombre se construye necesidades y determinaciones suyas, lazos y trabas que él mismo  conviene .Para poder soportar lo insoportable de la contrariedad de la realidad, se construye una realidad a su medida que le descargue de la frustración  del “sin vivir”  que es la falta de vida biológica, dándose una vida cultural. La cultura es una obediencia, un desfile, un aprendizaje.  Desfilamos porque somos capaces de cultura, haciéndonos otra naturaleza . Un equivalente del moviendo sincronizado, previsto y dado- aunque haya venido de aprendizaje y de ascesis de esfuerzo libre y no de  instinto dictado  por la realidad natural. Es igual que ese dictado lo hayamos hecho individualmente- por un empeño personal ascético- o  que nos sea puesto por nuestros semejantes. Es en todo caso un a creación  de  humanos no de la biología.  Un cosmos imitador de determinaciones  sudcedáneas de la  naturaleza  que nos sea hospitalario  y no ajeno como ella es también la danza . En un grupo de danza se reproduce – via libertad- la elegancia del vuelo de las bandadas de pájaros, con una disciplina y  surco deliberado y premeditado que por ser convenido por nosotros mismos nos  da satisfacción y nos parece bello. Y viceversa, el vuelo de las bandadas de aves  nos parece bello por asemejarse a creaciones rítmicas humanas   casi musicales  y tanto decimos de esos vuelos que  parecen un ballet en el aire como decimos de las bailarinas que son cisnes en el lago. A los reportajes de National Geografic que nos representa esas  nubes de vuelos les ponen invariablemente una música de fondo, generalmente un vals.    

Reconozco que un desfile es  una institución burda y esquemática, pero ¡ que derroche de colores, plumajes, braceos y pataleos, músicas , trompetas y tambores emocionantes .
multos castra iuavant et  lituo tubae permixtus  sonitus

“A muchos deleitan campamentos, tubas y clarines” (5)

 ,uniformemente dirigidos por nosotros mismos  como forma de hacer habitable la aridez inhóspita de la  sabana!. Es la misma razón de las regularidades sonoras que imponemos en  la poesía: rimas, acentos, ritmos, aliteraciones,   sucesiones de largas y breves ,  contrarios o paralelismos  conceptuales y otros trucos que son otras tantas obligaciones. La estética es una metáfora de la ética.





El problema es que a muchos, aunque nos guste el ballet no nos gustan los desfiles y en el orden de su  perversidad: las procesiones religiosas  y los desfiles militares. Me sucede como lo ocurría  a Georges Brassens. 
            Le jour du Quatorze Juillet
Je reste dans mon lit douillet.
La musique qui marche au pas,
Cela ne me regarde pas. 
Je ne fais pourtant de tort à personne,
En n'écoutant pas le clairon qui sonne.
Mais les brav's gens n'aiment pas que
L'on suive une autre route qu'eux,
Non les brav´s gens n'aiment pas que
L'on suive une autre route qu'eux, (7)

Aquí reconozco que se plantea un problema de enredada solución como es la de la consideración de la libertad. La libertad como libre arbitrio o la libertad como autogobierno. Auto, pero gobierno. Y cuando hablo de gobierno no es el gobierno de mí mismo sino el comportamiento que libremente y acordadamente nos damos todos. Porque no puede olvidarse  que ni  ética ni en estética  no  son un cosmos individual sino que son  una referencia obligada a la pluralidad y la intersubjetividad.  No es que el hombre solo no pueda ser bueno sino que en un hombre solo no hay ni bueno ni malo. Al no darse ni reciprocidad, ni reconocimiento, ni relación, ni pertenenecia, no se da fundamento alguno a  moralidad. La moralidad es una morada  y las moradas humanas son refugios de grupo no madriguera de un depredador. Es la razón por la que Dios es la suma de la conducta inmoral, el potente despliegue de un soberano arbitrio que los nominalistas medievales entendieron bien: Dios es pura gracia y  pura gana  no sometida a razón  ni norma. No estamos hechos a su imagen y semejanza  de solitario. Somos muchos  y por eso  distinguimos lo bueno de lo malo, lo bello y lo feo.

Brassens me ha llevado hasta  aquí. Pero su  displicente y anárquica postura de quedarse en la cama despreciando el desfile acierta  en algo. Los cosmos humanos y nuestros desfiles no pueden nunca ser absolutos sino que deben recordar su origen humano y de todos. Deben someterse al riesgo de ser puestos en tela de juicio y discutidos porque de esa discusión y puesta en común nacieron  y no de una mente divina. Crear otro absoluto para sustituir al absoluto determínate de la naturaleza es una evasión a la animalidad. Siempre he de poder discrepar de la música militar, no porque me desplazca  ni  porque  mi sonido personal sea otro absoluto sustitutivo de ese absoluto que se me impone sino porque alego ante ella otra razón susceptible de discutirla  y de ser discutida y así lo planteo  y lo arriesgo a otra posible orquesta y a otro plaza y otro ágora de discusión. La razón, el examen racional al que apelo y reclamo, no me dice qué ha de ser sino cómo. Es un dictamen formal no material. De esta manera la razon intercambiada, la racionalidad, me libra de contenidos irresistibles ante los que no cabe sino obediencia , sino que me habla de una forma, de una  labor conjunta usando una  imprescindible facultad común.

Necesitamos el desfile  y en esas condiciones antedichas, no es alienante sino todo lo contrario, inevitable y constitutivo de nosotros. El ser humano es un productor de sentido que la realidad no le da. Esta producción que en su conjunto se llama retorica utiliza como herramientas los símbolos que son cosas que están “en lugar  de” la realidad.  Todo ese conjunto de símbolos ordenados en una retórica es nuestro mundo cultural, el mundo que nos es propio y poseemos  y que no es alienante mientras no nos posea Somos libres cuando nos obedecemos a nosotros mismos. .

Desde la debilidad constitutiva e incapaz de atender la realidad compensamos la carencia haciendo un mundo tan rico o más que el de la naturaleza. Nuestros desfiles, neustra cultura, nos hacen incomparablemente más fuertes que los de los animales. La cultura es el resultado de esa actividad productora opuesta a la naturaleza. Desfilar, producir cultura, es lo que el hombre hace por no tener cauce natural dictado. Desfilar libre es saber que somos nosotros los autores de la música y el gesto

 Que en  ese desfile nuestro y libre  sí que participaría Brassens  lo demuestra el hecho de que el cantautor  canta, es decir se expresa para otros, proponiendo que la música de su razonamiento rebelde sea escuchada y tocada  en otros desfiles mentales  rebeldes. A Brassens suela clasificarse, y él mismo con gusto lo hubiera hecho,  como de una  especie anarquizante. Debe de hablarse en términos generales  pues la irreductibilidad propia de la anarquía dificulta la clasificación. Pero hay un hábito mental equivocado cuando se habla de la desobediencia libertaria. Lo anarquía  como propuesta de organización cultural,  social y política no se debe de identificar  con individualista. El anarquismo, siempre  ha estado vinculado a conceptos como federación y apoyo mutuo.

Que la contestación y la protesta se equivocan cuando se contempla como una mera resistencia y no como una creación alternativa de otro mundo, otro cosmos humano, es un problema que exige un atento examen. Al menos   para rechazar un prurito  de origen, digamos sesentayochista, de alergia a toda imposición y a todo poder. Olvida esta postura que poder es, no solo dominación sino  capacidad, y para resistirse a un poder que se cree injusto o ilegitimo se debe de ser capaz.

Resulta que el poder, incluso el ejercido por los malos, es más que bruta represión y prohibición, y por lo tanto ejercer frente a él nada más que resistencia y rebeldía no lo anula porque se queda en la periferia del fenómeno.

Se  decía de los reyes de Numidia que conforme a las costumbres de su país, nunca besaban a nadie y se consideraba por los moralistas romanos esta costumbre como algo  elogiable pues.
…”quidquid enim in excelso fastigio positum est, humili et trita consuetudine, quo sit uenerabilius, uacuum esse conuenit.”

  es en verdad conveniente que aquellos  que están colocados en la cima de la grandeza se vean libres  para ser mas respetados,  de las costumbres vulgares y comunes” ( 8)
 El poder, cualquier poder, no  está solo  pidiendo obediencia y en caso contrario ejerciendo represión, sino que el poder fabrica conductas y crea palabras y un discurso de lo que es verdad y falsedad. Esta es una de las reflexiones fundamentales sobre las que Michel Foucault ha desarrollado su pensamiento. El poder construye mundos, crea el discurso de la verdad que está en vigor. Esa verdad no está fuera del poder sino que es de este mundo, es histórica y está socialmente situada dentro de un régimen de verdad específico.  Ese poder  hasta trata de  moldear enteramente el ser humano, cuerpo alma y pertenencia,  como si de una nueva biología se tratase, una biopolítica. Debido a esto, el simple resistente a lo impuesto no puede alcanzar eficacia si no que debe empeñarse en construir una cultura propia    siendo esto una tarea colectiva casi siempre paciente y tenaz de largo plazo.

Pero  estas derivaciones sobe la resistencia son una divagación, volvamos al “desfile” cultural y el organizado según el reglamento de las relaciones y las normas que se pretenden ciertas.

Ante cualquier desfile, así entendido, debemos preguntarnos.  ¿Es concebible que ese pensamiento y  esa ética acepten comportarse, presentar sus afirmaciones simplemente como hipótesis que no son, en el mejor de los casos, nada más que una verdad probable  o  un acuerdo deliberado? En otras palabras, ¿le es posible aceptar  lo que esto implica, a saber renunciar no solamente a la verdad sino igualmente a la certeza y a resignarse a una forma de escepticismo acerca de la naturaleza real de los objetos que ha creído posible conocer y que fundamentan esa obediencia que reclama?.

La ciencia - fuera de las matemáticas que es un caso un poco aparte--está obligada a contentarse con la probabilidad,  y las proposiciones éticas y políticas con el acuerdo intersubjetivo.   Por lo tanto,  cualquier institución que reclame la razón  debe de aceptar igualmente el no saber y ni siquiera saber si algún dia podrá saber en el primer caso,   en el de la ciencia,   y de someterse a la confianza de la radicalidad democrática además de ese no saber con certeza  en el segundo, en el de la política y la ética. Si se puede  afirmar  que eso  se cumple de un “desfile”, o sea de una institución humana  o de un conjunto de obligaciones, normas,  valores y pautas,  estamos ante un buen “desfile” y una buena moralidad. 
Otro día será cuestión de hablar de los desfiles y cacareos de los cientificos. 

(1).- Jean Paul Sartre
(2).-Aristóteles.-De anima 413,a 22 .-
(3)Ya se ha señalado- por Hannah Arendt  que en la filosofía griega aun  no existe el concepto de libertad como expresión de voluntad)
(4).- Esopò.Fabulas. Citado por Por Aulo Gelio Noches Aticass, II, XXVIII
(5).- “ “Horacio “ Odas “ I, 1,  23
(6).Cesar Gonzalez Canton.- La metaforlogia en Blumenberg.- Madrid  2004.- Universidad complutense.-
(7)Cuando la fiesta nacional
Yo me quedo en la cama igual,
Que la música militar
Nunca me supo levantar.
En el mundo pues no hay mayor pecado
Que el de no seguir al abanderado;
No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe.
( traducción de Pierrte Pascal para Paco Ibañez).
 (8),. Valewiro Maximio. Hechos y dichso memorables.-II, VI, 17

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