“
..que sólo conoce ferocidad cual león que es dócil a su enorme fuerza”
Iliada .-Canto XXIV.40
Algunos
habrán tenido la ocasión de haber observado una familia de perdices corriendo.
El grupo suele componerse de los padres seguido de tres o cuatro perdigones,
que en una casi estricta y regular fila india se ponen en movimiento muy
rápidamente para asegurarse la huida ante una amenaza. Lo curioso del
movimiento es la regularidad exacta de todos ellos, el quiebro hacia un lado o
la aceleración o el desvío, se hace, por el grupo como si de un solo cuerpo se
tratase, con un automatismo sorprendente que nos seria imposible de imaginar en
algún grupo formado por humanos a menos que antes hubieran ensayado una
coreografía de una coordinación exactísima y de un virtuosismo sorprendente. Lo
mismo suele observarse con otros grupos animales, por ejemplo, en una bandada
de pájaros agrupados en nube. Es
asombroso como el grupo hace el mismo movimiento sin apenas discrepancias
individuales en el tránsito por el aire por muy
sinuoso que sea. Parece como si alguna mano invisible y habilísima les
guiase a todos ellos como cuando se agita una bandera o un trapo al aire por una mano humana. El mismo fenómeno puede
observarse en la fila de una familia de patos nadando en un estanque, el camino
exacto y los mismos movimientos sincronizados son seguidos por toda la
familia como si adivinasen todos anticipadamente el movimiento siguiente que
ha de hacerse y que con exactitud todos aplican.
La
explicación de nuestra sorpresa y asombro es simple. A nosotros no nos pasa
esto y seriamos incapaces de hacerlo. El número de movimientos que puede
realizar el ser humano es infinito frente al repertorio limitado del animal. El
humano tiene una facultad motriz emancipada por su falta de instinto. La
pérdida de instinto nos hace seres
carentes de dirección natural, sin automatismos. En nosotros se da una
ruptura entre instinto y motricidad, entre instinto y decisión de manera
que ante un estímulo no tenemos un comportamiento determinado, no
tenemos un cauce igual sino infinitos
cauces. Aunque el cauce y el camino
seguido por las aves nos parece sinuoso e inexplicable, para ellas esta
explicado y determinado, es el óptimo
adecuado al estímulo y ese óptimo todos lo aciertan sin falla, por eso todos lo
hace de la misma manera. En nosotros hay
hiato que hay entre el estímulo y la reacción y por ese espacio entra la
reflexión y la conciencia que permite hacer otra cosa y no obedecer al estímulo.
Lo que nos distingue de los animales no es en el ser, ni el
cómo somos sino sino en el hacer, que es diferente.
La
pérdida del instinto nos hace seres carentes de dirección natural, sin
automatismo ninguno. Cuando andamos y nos movemos lo hacemos, por así decirlo,
contra natura. Somos animales conrtario0s a natura y contrarios a la realidad.
Aunque poseemos instintos, y todos lo experimentamos, estos funcionan, pero más bien como residuos,
pero no suponen nunca que un
estímulo dicte un comportamiento
determinado en nosotros.
Lo que nos queda de ese residuo de instinto es
la experiencia de una cierta y ligera
conmoción por la frustración de no responder al instinto. Como en
neustra respuesta a estímulos no tenemos cauce dado se nos produce como una
mini angustia de estar obligados a ejercer la libertad.
“estamos condenados a ser libres (1)
Ese
ligero vértigo y frustración por tener
que hacer es lo que nos queda de la presencia del instintivo, como un negativo
de él.
Que
el movimiento, el de las ves o del
hombre sea el ejemplo más expresivo de esa posesión de instinto de carencia de
él respectivamente, es decir de determinismo o de libertad, lo anotaban muy
bien los pensadores griegos por cuanto asimilaban ante todo libertad a libertad
de movimiento. A no estar constreñido o encadenado por trabas.
“lo
animado se distingue de lo inanimado por vivir” (2)
Los
niños también identifican movimiento con vida e
inmovilidad con muerte, diciendo “no se mueve, se ha muerto”. Pues bien,
detrás de ese vivir biológico, se daba
el vivir de otra manera , cualificado como el vivir libre, es decir , no
sometido a dictado que fuesen obstáculos
o trabas de su albedrio(3)
De
esta primera observación del vuelo de los pájaros y correr de perdices llegamos a la incómoda conclusión de que el hombre es un animal que se enfrenta
a lo natural o más bien que tiene lo natural contra el y clarece de la capacidad básica animal de hacer lo naturalmente optimo, siendo la realidad dada una cosa ajena a su condición y su vida, una
excepción de la naturaleza cuyo ejemplo
más aparente es realizar movimientos ( o sea ejercer de vivo), que pueden ser
extraños a la naturaleza. Por decirlo sintéticamente vive como un extraño en la realidad.
Es
esta una de las razones por la que nos
parecen extravagantes las fabulas protagonizadas por animales como si de
hombres se tratara. Este género literario que tuvo tanto éxito en otras épocas,
continúa hoy dia en las películas de dibujos animados pero ya en la categoría
de lo infantil o de lo surrealista
siendo la carga moral explicita de las fabulas de entonces despojada de su
franqueza aunque subrepticiamente introducida con una coartada de género para niños. La
eficacia y comicidad de estas fabulas es la sorpresa y contradicción que
mantienen en el relato, técnica cuyo uso conocen muy bien los expertos actuales
en publicidad.
Sobre
esto mismo y para mayor ilustración me
parece oportuno remitirme a una fábula de Esopo, precisamente donde actúan unas
perdices. Cuenta la fábula que una perdiz dejó a sus polluelos en el nido, oculto entre los trigales y se fue
tranquilizándoles de que nada sucederías
durante su ausencia. Estos, al marcharse la madre oyeron al propietario
del trigal que decía: “ El trigo ya esta
maduro y demanda que sea segado, mañana
encomendare a mis hijos que lo sieguen”. A la vuelta de la madre al
nido, los polluelos asustados le contaron a la perdiz lo que sucedería. La
perdiz, no obstante les tranquilizó. “ si ha dicho eso, nada va a suceder a
vuestro nido ”. En efecto, al día siguiente los hijos no se presentaron, pero
oyeron al labriego decirse: “ Voy a
avisar a unos amigos para que vengan a segarlo, puesto que mis hijos me han
fallado”. A la vuelta de la madre nuevamente enterada de los proposiciones del labrador, la perdiz volvió a tranquilizar
a los polluelos: nada sucedería. Efectivamente, tampoco se presentaron los
amigos del labrador, pero oyeron decirle esta vez: “ Puesto que ni mis hijos ni mis amigos
vienen, mañana lo hare yo mismo”. Esta vez al oír la madre lo que los polluelos
habían oido, se apresuró a llevárselos de inmediato a otro sitio. (4)
Esa
perdiz actuaba como humana, no solo por la sabiduría de la moraleja de que solo
se debe de confiar en las propias fuerzas, sino por su posibilidad d e prever e
imaginar futuro. Al animal la realidad
dada en el aquí y ahora le
requiere absolutamente, el humano, se desplaza con la imaginación a otra
realidad posible que no está dada y prevé .
Se puede decir de él que es un ser histórico en donde el futuro de otra
cosa tiene tanta fuerza como la realidad. Vuelve a querer escaparse, con lo posible que se
anticipa, a la resignación de lo que es. Somos historia, no solo porque hemos
vivido y en ese trecho de vida nos hemos hecho a nosotros mismos y somos el
resultado de lo anterior, sino que no podemos
vivir al dia. Fabricamos
mentalmente siempre un espacio entre estímulo y presencia de la realidad y
respuesta que damos. Ese margen lo
llenamos de representación del futuro.
Esa representación caracteriza todos los
actos humanos. Para sobrevivir al hombre no le basta ganar la batalla
concreta de ahora, sino establecer una paz duradera. En su
cotidianidad se guía más por las circunstancias previstas como posibles
que por lo ya presente y real. El hombre
siempre actúa en función de los que puede pasar que le viene a la mente. El
reino humano es el mundo de lo posible no el de lo real.
La
historicidad del hombre tiene relación también
con que le falta un esencia dada. Esa esencia es algo que deben de
conseguir por su mismo proyecto de vida y a lo largo de él. La naturaleza
humana es siempre posibilidades y está constituida más por expectativas que por
hechos. El ser humano ante las posibilidades infinitas nunca es todo lo que
puede ser. Ningún programa biológica lo acaba. Este ser sin esencia debe de
construir su propio programa y domesticarse a si mismo. ¡Domesticarse a si
mismo! Esa es la cuestión.
La
historicidad del hombre no contempla solo el futuro en un absoluto”soy lo que seré” sino que habla también del pasado de cada
uno. Nos hemos creado nuestras determinaciones a lo largo de neustra biografía
de tal manera que si existiese un observador permanente y reflexivo de nuestra
historia, cuando nos esté viendo hoy podrá vernos con esas perdices del grupo
automático y pensar que nuestros libres
movimientos ya están diseñados por nuestro pasado cuando los creemos a neustra
arbitrio. Es cierto, pero no porque sean
determinaciones no dejan de ser “nuestras” determinaciones.
El
problema se agudiza dado que al no poseer ese cauce automático tenemos que anticipar el futuro y prever.
Esto es lo que debió de ocurrirle al primer mono erguido cuando salió de la
selva y contemplo el horizonte de la sabana como un horizonte sin refugio ni
hogar ni camino , ni rama a donde asirse, que se ofrecía a recorridos
infinitos. Para abrumarle más, esa incertidumbre se hacía desde la poción de
erguido, es decir en un equilibrio más difícil que a cuatro patas, con el mismo riesgo de caerse
que de perderse en esa amplitud despojada
del paisaje de su vista y de su libertad recién estrenada. Al respecto me
parece muy aguda la farsa popular de que
las preocupaciones e inquietudes sean un “ sinvivir”. En efecto, el vivir del
hombe no es un” vivir” biológico y natural sino una anomalía de la vida y de la
realidad natural. No es vida.
Llegados
aquí, el lector podrá preguntarse, que a qué viene el título de este
capítulo que se denomina obedecer y se subtitula desfilar. Pues precisamente en aquella exclamación
pasada: Nos domesticamos a nosotros mismos.
Es
fácil de apercibirse si observamos que
los movimientos regulares, automáticos y unánimes, del andar en grupo de las
aves, lo realizan los humanos cuando….¡ desfilan! Precisamente un buen desfile
se caracteriza por una exacta sincronización del paso y del gesto, por un recorrido sin rectificación alguna.
Esto sucede porque la facultad motriz emancipada del humano perdida en lo infinito puede encauzarse con
seguridad con el aprendizaje que establezca una necesidad que el instinto le
niega. El hombre se construye necesidades y determinaciones suyas, lazos y
trabas que él mismo conviene .Para poder
soportar lo insoportable de la contrariedad de la realidad, se construye una
realidad a su medida que le descargue de la frustración del “sin vivir” que es la falta de vida biológica, dándose
una vida cultural. La cultura es una obediencia, un desfile, un aprendizaje. Desfilamos porque somos capaces de cultura,
haciéndonos otra naturaleza . Un equivalente del moviendo sincronizado,
previsto y dado- aunque haya venido de aprendizaje y de ascesis de esfuerzo
libre y no de instinto dictado por la realidad natural. Es igual que ese
dictado lo hayamos hecho individualmente- por un empeño personal ascético-
o que nos sea puesto por nuestros
semejantes. Es en todo caso un a creación
de humanos no de la biología. Un cosmos imitador de determinaciones sudcedáneas de la naturaleza
que nos sea hospitalario y no
ajeno como ella es también la danza . En un grupo de danza se reproduce – via
libertad- la elegancia del vuelo de las bandadas de pájaros, con una disciplina
y surco deliberado y premeditado que por
ser convenido por nosotros mismos nos da
satisfacción y nos parece bello. Y viceversa, el vuelo de las bandadas de
aves nos parece bello por asemejarse a
creaciones rítmicas humanas casi
musicales y tanto decimos de esos vuelos
que parecen un ballet en el aire como
decimos de las bailarinas que son cisnes en el lago. A los reportajes de National
Geografic que nos representa esas nubes
de vuelos les ponen invariablemente una música de fondo, generalmente un
vals.
Reconozco
que un desfile es una institución burda
y esquemática, pero ¡ que derroche de colores, plumajes, braceos y pataleos, músicas
, trompetas y tambores emocionantes .
“ multos
castra iuavant et lituo tubae
permixtus sonitus
“A
muchos deleitan campamentos, tubas y clarines” (5)
,uniformemente dirigidos por nosotros
mismos como forma de hacer habitable la
aridez inhóspita de la sabana!. Es la
misma razón de las regularidades sonoras que imponemos en la poesía: rimas, acentos, ritmos,
aliteraciones, sucesiones de largas y
breves , contrarios o paralelismos conceptuales y otros trucos que son otras
tantas obligaciones. La estética es una metáfora de la ética.
El
problema es que a muchos, aunque nos guste el ballet no nos gustan los desfiles
y en el orden de su perversidad: las
procesiones religiosas y los desfiles
militares. Me sucede como lo ocurría a
Georges Brassens.
Le jour du Quatorze Juillet
Je reste dans mon lit douillet.
La musique qui marche au pas,
Cela ne me regarde pas.
Je ne fais pourtant de tort à personne,
En n'écoutant pas le clairon qui sonne.
Mais les brav's gens n'aiment pas que
L'on suive une autre route qu'eux,
Non les brav´s gens n'aiment pas que
L'on suive une autre route qu'eux, (7)
Aquí
reconozco que se plantea un problema de enredada solución como es la de la
consideración de la libertad. La libertad como libre arbitrio o la libertad
como autogobierno. Auto, pero gobierno. Y cuando hablo de gobierno no es el
gobierno de mí mismo sino el comportamiento que libremente y acordadamente nos
damos todos. Porque no puede olvidarse
que ni ética ni en estética no son
un cosmos individual sino que son una
referencia obligada a la pluralidad y la intersubjetividad. No es que el hombre solo no pueda ser bueno
sino que en un hombre solo no hay ni bueno ni malo. Al no darse ni
reciprocidad, ni reconocimiento, ni relación, ni pertenenecia, no se da
fundamento alguno a moralidad. La
moralidad es una morada y las moradas
humanas son refugios de grupo no madriguera de un depredador. Es la razón por
la que Dios es la suma de la conducta inmoral, el potente despliegue de un
soberano arbitrio que los nominalistas medievales entendieron bien: Dios es
pura gracia y pura gana no sometida a razón ni norma. No estamos hechos a su imagen y
semejanza de solitario. Somos
muchos y por eso distinguimos lo bueno de lo malo, lo bello y
lo feo.
Brassens
me ha llevado hasta aquí. Pero su displicente y anárquica postura de quedarse
en la cama despreciando el desfile acierta
en algo. Los cosmos humanos y nuestros desfiles no pueden nunca ser
absolutos sino que deben recordar su origen humano y de todos. Deben someterse
al riesgo de ser puestos en tela de juicio y discutidos porque de esa discusión
y puesta en común nacieron y no de una
mente divina. Crear otro absoluto para sustituir al absoluto determínate de la
naturaleza es una evasión a la animalidad. Siempre he de poder discrepar de la
música militar, no porque me desplazca
ni porque mi sonido personal sea otro absoluto
sustitutivo de ese absoluto que se me impone sino porque alego ante ella otra
razón susceptible de discutirla y de ser
discutida y así lo planteo y lo arriesgo
a otra posible orquesta y a otro plaza y otro ágora de discusión. La razón, el
examen racional al que apelo y reclamo, no me dice qué ha de ser sino cómo. Es
un dictamen formal no material. De esta manera la razon intercambiada, la
racionalidad, me libra de contenidos irresistibles ante los que no cabe sino
obediencia , sino que me habla de una forma, de una labor conjunta usando una imprescindible facultad común.
Necesitamos
el desfile y en esas condiciones
antedichas, no es alienante sino todo lo contrario, inevitable y constitutivo
de nosotros. El ser humano es un productor de sentido que la realidad no le da.
Esta producción que en su conjunto se llama retorica utiliza como herramientas
los símbolos que son cosas que están “en lugar
de” la realidad. Todo ese
conjunto de símbolos ordenados en una retórica es nuestro mundo cultural, el
mundo que nos es propio y poseemos y que
no es alienante mientras no nos posea Somos libres cuando nos obedecemos a
nosotros mismos. .
Desde
la debilidad constitutiva e incapaz de atender la realidad compensamos la
carencia haciendo un mundo tan rico o más que el de la naturaleza. Nuestros
desfiles, neustra cultura, nos hacen incomparablemente más fuertes que los de
los animales. La cultura es el resultado de esa actividad productora opuesta a
la naturaleza. Desfilar, producir cultura, es lo que el hombre hace por no
tener cauce natural dictado. Desfilar libre es saber que somos nosotros los
autores de la música y el gesto
Que en
ese desfile nuestro y libre sí
que participaría Brassens lo demuestra
el hecho de que el cantautor canta, es
decir se expresa para otros, proponiendo que la música de su razonamiento
rebelde sea escuchada y tocada en otros
desfiles mentales rebeldes. A Brassens
suela clasificarse, y él mismo con gusto lo hubiera hecho, como de una
especie anarquizante. Debe de hablarse en términos generales pues la irreductibilidad propia de la
anarquía dificulta la clasificación. Pero hay un hábito mental equivocado
cuando se habla de la desobediencia libertaria. Lo anarquía como propuesta de organización cultural, social y política no se debe de
identificar con individualista. El
anarquismo, siempre ha estado vinculado
a conceptos como federación y apoyo mutuo.
Que
la contestación y la protesta se equivocan cuando se contempla como una mera
resistencia y no como una creación alternativa de otro mundo, otro cosmos
humano, es un problema que exige un atento examen. Al menos para rechazar un prurito de origen, digamos sesentayochista, de alergia
a toda imposición y a todo poder. Olvida esta postura que poder es, no solo dominación
sino capacidad, y para resistirse a un poder
que se cree injusto o ilegitimo se debe de ser capaz.
Resulta
que el poder, incluso el ejercido por los malos, es más que bruta represión y
prohibición, y por lo tanto ejercer frente a él nada más que resistencia y
rebeldía no lo anula porque se queda en la periferia del fenómeno.
Se decía de los reyes de Numidia que conforme a
las costumbres de su país, nunca besaban a nadie y se consideraba por los
moralistas romanos esta costumbre como algo
elogiable pues.
…”quidquid
enim in excelso fastigio positum est, humili et trita consuetudine, quo sit
uenerabilius, uacuum esse conuenit.”
“
es en verdad conveniente que aquellos
que están colocados en la cima de la grandeza se vean libres para ser mas respetados, de las costumbres vulgares y comunes”
( 8)
El poder, cualquier poder, no está solo pidiendo obediencia y en caso contrario ejerciendo
represión, sino que el poder fabrica conductas y crea palabras y un discurso de
lo que es verdad y falsedad. Esta es una de las reflexiones fundamentales sobre
las que Michel Foucault ha desarrollado su pensamiento. El poder construye
mundos, crea el discurso de la verdad que está en vigor. Esa verdad no está
fuera del poder sino que es de este mundo, es histórica y está socialmente
situada dentro de un régimen de verdad específico. Ese poder hasta trata de
moldear enteramente el ser humano, cuerpo alma y pertenencia, como si de una nueva biología se tratase, una
biopolítica. Debido a esto, el simple resistente a lo impuesto no puede
alcanzar eficacia si no que debe empeñarse en construir una cultura propia siendo esto una tarea colectiva casi siempre paciente
y tenaz de largo plazo.
Pero estas derivaciones sobe la resistencia son
una divagación, volvamos al “desfile” cultural y el organizado según el
reglamento de las relaciones y las normas que se pretenden ciertas.
Ante
cualquier desfile, así entendido, debemos preguntarnos. ¿Es concebible que ese pensamiento y esa ética acepten comportarse, presentar sus
afirmaciones simplemente como hipótesis que no son, en el mejor de los casos,
nada más que una verdad probable o un acuerdo deliberado? En otras palabras, ¿le
es posible aceptar lo que esto implica,
a saber renunciar no solamente a la verdad sino igualmente a la certeza y a
resignarse a una forma de escepticismo acerca de la naturaleza real de los
objetos que ha creído posible conocer y que fundamentan esa obediencia que reclama?.
La
ciencia - fuera de las
matemáticas que es un caso un poco aparte--está obligada a contentarse con la
probabilidad, y las proposiciones éticas
y políticas con el acuerdo intersubjetivo. Por lo tanto, cualquier institución que reclame la razón debe de aceptar igualmente el no saber y ni
siquiera saber si algún dia podrá saber en el primer caso, en el de la ciencia, y de someterse a la confianza de la radicalidad
democrática además de ese no saber con certeza en el segundo, en el de la política y la ética.
Si se puede afirmar que eso
se cumple de un “desfile”, o sea de una institución humana o de un conjunto de obligaciones,
normas, valores y pautas, estamos ante un buen “desfile” y una buena
moralidad.
Otro
día será cuestión de hablar de los desfiles y cacareos de los cientificos.
(1).- Jean Paul Sartre
(2).-Aristóteles.-De
anima 413,a 22 .-
(3)Ya se ha señalado- por
Hannah Arendt que en la filosofía griega
aun no existe el concepto de libertad
como expresión de voluntad)
(4).- Esopò.Fabulas.
Citado por Por Aulo Gelio Noches Aticass, II, XXVIII
(5).- “ “Horacio “ Odas “
I, 1, 23
(6).Cesar Gonzalez
Canton.- La metaforlogia en Blumenberg.- Madrid
2004.- Universidad complutense.-
(7)Cuando la fiesta
nacional
Yo me quedo en la cama
igual,
Que la música militar
Nunca me supo levantar.
En el mundo pues no hay
mayor pecado
Que el de no seguir al
abanderado;
No, a la gente no gusta
que
Uno tenga su propia fe
No, a la gente no gusta
que
Uno tenga su propia fe.
( traducción de Pierrte
Pascal para Paco Ibañez).
(8),. Valewiro
Maximio. Hechos y dichso memorables.-II, VI, 17
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