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...EL MUNDO HA DE CAMBIAR DE BASE. LOS NADA DE HOY TODO HAN DE SER " ( La Internacional) _________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

23/11/11

EL ARBOL REPUBLICANO DEL CONOCIMIENTO: MAQUIAVELO

MAQUIAVELO , EL PRINCIPE DE LOS REPUBLICANOS


Ningún pensador del siglo XVI ha indignado  tan visiblemente la sensibilidad  de la moral cristiana dominante  como Maquiavelo.  Su nombre pagó el precio de  su franco rechazo  de lo que proponía la  doctrina cristiana como guía  en materia política  y este precio fue que Maquiavelo se contemplase  sólo considerándosele  como el autor de El  Príncipe y  únicamente el promotor de  los consejos chocantes e inmorales  que en dicha obra se proporcionaba a los príncipes sin ningún escrúpulo.
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Con este anatema ha llegado a formar   parte de los enemigos  históricos de la Iglesia, la cual consiguió que al propio tiempo haya sido tenido en la opinión corriente  por el mismísimo demonio  y hacer que las  reflexiones  y prácticas  de astucia y sin escrúpulos en cualquier ámbito, solo atentas como medios para  conseguir un  propósito  fueran calificadas de “maquiavelismo”. Maquiavelo resultaba ser no solo  enemigo de la iglesia sino de la moralidad misma. Con ello Maquiavelo consiguió reunirse en un hipotético infierno - como él hubiera querido y así lo relataba en el famoso  sueño que tuvo antes de morir- con los otros ilustres sabios de la antigüedad ajenos a lo cristiano, como Platon, y Tácito  que , corteses y amables iban discutiendo sobre cuestiones de filosofía y de política al encaminarse al  infierno como enemigos de dios y anatemizados  en tanto que dignos representantes de la  vana sabiduría de este mundo. Con ellos, con una sabiduría política  - hoy diríamos laica- confesaba que quería encontrarse y allí era done se encontraba  a su gusto. La anécdota de su sueño  es expresiva de la originalidad de partida de su reflexión. Porque Maquiavelo  plantea sin reservas   y culmina un proceso ya iniciado en el prehumanismo con el Defensor Pacis de   Marsilo de Padua, de  autonomía de la política respecto de la Iglesia y las doctrinas religiosas. En su viaje al infierno de las moralidades  dominantes y al uso acompaña a otros igualmente malditos  por las iglesias de todos los tiempos como Epicuro ,  Rousseau,   Marx o Darwin. Probablemente es con ellos con los que esté  platicando en el camino  que llevan todos ellos  por los cielos de la  inmortalidad.



Pero que la reflexión  y la propuesta de Maquiavelo no es tan simple como  un mero y perverso  “ fin justifica los medios” , lo demuestra la ingente literatura que ha suscitado  y las bibliotecas enteras de comentarios , interpretaciones y  enfoques siempre nuevos sobre lo que dijo , lo  que quiso decir  o lo dejó de decir. En este sentido, igual  que  no existe elogio que alcance la altura de su nombre , “ Tantum nomini nullum per elogium”- como reza el epitafio de su tumba en Santa Croce, -  tampoco  hay comentario que lo termine de agotar. 

 Hoy día se adopta , al estudiar a cualquier pensador o filosofo, y más aún de  ética política , la perspectiva  de que la gran  filosofía moral  no proviene de intereses generados en la filosofía misma. Proviene del compromiso surgido por serios problemas acerca de la vida personal, social, política y religiosa. Dado que estos problemas son cambiantes, es necesario considerar los contextos  circunstanciales  de situación y de opinión de la filosofía moral en curso   tanto como  los argumentos que propone el pensador que se contempla. Para responder a estos problemas de orden contextual e incluso personal, como si de una opción personal y existencial del autor, de naturaleza  previa se tratase, que hay que justificar y legitimar después ,  es para lo que el filosofo escribe. Y me  refiero con mayor insistencia a ese “mas aun de ética política”  porque es la ética política la parte de la filosofía en que se manifiesta con mas agudeza, que la filosofía es un  modo de vida a la manera que dice Hadot.


Esto es particularmente presente en el caso de Maquiavelo, comprometido  apasionadamente en la acción política de su república, Secretario de la Segunda Chancillería de Florencia ( una especie de Ministro de Asuntos Exteriores ) de 1498 a 1512 , Canciller de Fortificaciones  en 1526, amante  apasionado  ,  hasta la provocación blasfema , de  su  República de Florencia (”amo a mi patria mas que a mi alma” ), viviendo una situación de pequeñas ciudades-repúblicas amenazadas  en su estabilidad y tranquilidad por continuos conflictos facciosos  en su interior y  amenazadas en su autogobierno republicano desde el exterior  por las grandes naciones nacidas de las monarquías centralizadas de la Edad Moderna. Como tercero en discordia , intervenidas   y encizañadas por el poder  temporal de Roma que asimismo se entromete en las conciencias  proponiendo el comportamiento más contrario a lo que la virtud del ciudadano de la época clásica y mas progresiva  de la historia  ha sido. 


Los problemas surgidos  por aquellos  disensos y amenazas ,  por estas   reivindicaciones de autogobierno y de mayor participación política son los que originan las soluciones propuestas por Maquiavelo. Estas  pasan por una reivindicación de la virtud ciudadana, antigua pero que resultará  ser moderna y valida hasta hoy,   constituyendo una verdadera ontología del hombre como ser   político : el libre vivere civile . El contenido  de la libertad es este vivere civile,  retoma en cierta manera  lo que se ha llamado posteriormente  la “libertad de los antiguos”. La libertad no es el goce de una vida privada y ausente de interferencias de lo público , de un  libre arbitrio cuyos limites son el derecho de la  libertad de los otros. La libertad que contempla Maquiavelo es la de los clásicos, o “ los antiguos” . No es la libertad que termina allí  donde comienza la de lo otros sino que empieza donde comienza  la de todos. Es la participación en el autogobierno  de todos sin otra dominación que la de las leyes de la republica.   Una insistencia en el autogobierno de la republica  que hace necesaria   la participación  de todos.


Maquiavelo continúa así  la formulación  de los antecedentes del republicanismo  clásico  y  recoge la expresión   de un precedente republicanista inmediato como  Guicardini concibiendo la libertad como un estado en que mi voluntad individual no está sujeta a l a voluntad de otro individuo ni grupo identificable. Me obligan y vinculan, en cambio, las leyes y decretos de la ciudad.  La voluntad particular actúa en la prosecución de su propio interés ( apetito), si estuviésemos dominados por esa voluntad seriamos como esclavos, sometidos como utensilios a los fines de otros.  Es lo que más tarde, bebiendo en esta clave del pensamiento republicano, explicará Rousseau al decir  que devenimos libres cuando obedecemos a la ley. ( Es más, para Rousseau- en la línea más profunda del pensamiento político de la Grecia clásica y eje del pensamiento republicano- solo devenimos humanos cuando nos hacemos ciudadanos) .  Cuando se habla de la via de la igualdad en el ejercicio de la actividad política, en este marco, se vive bajo el gobierno de la ley y no de los otros hombres.  Es este  autogobierno  el que produce la libertad de forma  paralela a la libertad e independencia del autogobierno de la republica frente al exterior. Esto conlleva necesariamente por razones de igualdad, una obsesión por la  necesaria igualdad material   y real al vincularse necesariamente desigualdad y riqueza con dominación de los ricos  sobre  los que  son pobres y por lo tanto de los poderosos. La desigualdad de las fortunas es una verdadera lacra para  las republicas.  Una clase privilegiada y afortuNada  es dañina por el mismo hecho de existir y por esta razón se hace necesario “ derribar los castillos de los notables“ No son deseos piadosos lo que se necesita para el mantenimiento de esta igualdad sino que las leyes deben regular la riqueza rigurosamente. Obliga a tener en cuenta  una perspectiva de bien común de la republica como objeto de  aquella virtud cívica  que dicta un  comportamiento de   dejarse llevar por consideraciones de interés general  en las decisiones y actuaciones públicas.
 Se produce así la estima  de la libertad  y de una ciudad que nos  hace libres  , iguales, autogobernados, plenamente  humanos. Una estima pasional  y emocional que es la raíz de un  patriotismo republicano. Que la ciudad se “ama más que al alma misma” es una formula que recoge Maquiavelo de la opinión florentina suscitada por la guerra contra el pontífice de Roma y del éxito  de aquella empresa y de la causa de la libertad debido al buen gobierno de los magistrados  populares de entonces que fueron llamado los  Ochos Santos. Una santidad civil. La ciudadanía , pues, alcanza categoría de religión  y de devoción. La religión ( como   así será también concebido por Rousseau y por los revolucionarios franceses)   por lo  tanto, no está ausente de la republica, es necesaria, pero en la forma- una vez más grecorromana- de patriotismo cívico. La estima a la ciudad republicana es tan intensa que el género de vida que se desenvuelve en ella es calificado de “ dulce” y cuando el pueblo lo ha gozado, se hace irreversible como un baluarte frente a tiranías futuras. Incluso “ aquellos mismos que no la han disfrutado, la amaban por el recuerdo que de ella les habían dejado sus padres, por la presencia de los edificios públicos, de  las casas de los magistrados, las enseñas de las instituciones libres” Este patriotismo que posteriormente, bajo el empuje de los nacionalismos irracionales  del romanticismo, se cargará de otro contenido,  como un instrumento útil a disposición de tiranías,  quedando descalificado en lo sucesivo  para los partidarios   más progresistas e ilustrados de la política  olvidándose que constituye una de las fuentes legitimas  y más  hermosas  del republicanismo.

Esto encadena lógicamente y  de manera necesaria   con la repetición constante del discurso de los clásicos de que forma parte de la virtud pública  y fundamento necesario del progreso de una república  un  comportamiento en la vida privada en forma  de una vida modesta y sobria, contrastando con la decadencia moral y  política que se genera cuando se pierde esta austeridad. Porque el ejercicio de aquella sobriedad es ante todo un  valor  político  que genera grandes republicas.  Los buenos ciudadanos no van detrás de grandes riquezas y al contrario aquellos que van tras ellas son sospechosos de atenerse a sus intereses privados y traicionar los asuntos del común. Expresado en forma de “ boutade” :  Lo ideal es  mantener “una república rica y unos ciudadanos pobres”.  Esta modestia  de vida se acompaña de lo que es propio de una  verdadera virtu: la grandeza de animo, muy al contrario de lo propuesto por la religión cristiana de humildad, desprecio por las cosas humanas y que enseña a los hombres a soportar el insulto con la esperanza de ganar el cielo haciéndolos pusilánimes (literalmente  “pequeños de  alma ”)  humildes, débiles, propensos a soportar el despotismo, y desinteresados por el compromiso político. Es vivir con modestia pero pensar con grandeza.
 Lo que hace una ciudad bien gobernada es lo que Maquiavelo llama , en este contexto de valores, la virtud de los ciudadanos. Ya vemos que no significa virtud en ninguno de sus sentidos teologales . Quien tiene la virtud, tiene la grandeza , la fortaleza  y el desinterés  comprometido  y fuerte  para luchar por el bien común , dispuesto ir a la gloria por su ciudad. Es una forma de decir de manera grandilocuente lo  que en se diría más apropiadamente a los términos de hoy  que   el ejercicio de la política forma parte necesariamente  del desarrollo moral pleno de la persona. El patriotismo republicano se entiende como la pasión que mueve ese amor a la res-pública.

Estamos- como puede verse-  muy lejos de la “amoralidad” que se imputa  al autor y muy cerca de la ética   de la Grecia clásica y de los pronunciamientos rigurosos de moralidad  de un Robespierre.(1)

 Para mantener  una comunidad apropiada es necesario contar con esa actitud. Hoy diríamos  esos valores  cívicos ,  esa  cultura ciudadana o esa  ética republicana. . No se evocan las leyes de la naturaleza, ni ningún iusnaturalismo sancionado por la divinidad. Los limites de lo que les es permitido a los ciudadanos son los impuestos por la ley . Esta ley deberá ser la que provenga del  propio pueblo que gobierna. Este pueblo gobernante por muy inconstante que sea la multitud, y lo es,- Maquiavelo no es ningún ingenuo-   será siempre mejor que el mejor de los príncipes.. En una república los  ciudadanos  se van turnando y pasan de ser gobernantes a ser gobernados, aparecen nuevos talentos, la pobreza no es obstáculo, lo que cuentan son los resultados y como el   vulgo es siempre  celoso de su libertad ni siquiera un gobernante acaudalado saldrá impune si  se arroga un poder excesivo. El gobernante que se turna  considera una gloria no solamente el  poseer altos cargos sino el  servir honorablemente a aquellos que antes estuvieron  bajo su  mando o en asumir puestos inferiores tras haber  ocupado otros de mayor rango

Pero aunque sabe que  nada puede compensar en la conciencia y sentimiento del pueblo la experiencia de la “ dulzura de vivir libres” , no  debe confundirse a Maquiavelo como un demócrata en los términos del republicanismo democrático de la Grecia de Perciles y Efialtes ni del que   sería reformulado por la Revolución Francesa y Robespierre. Los que gobiernan han de ser los mejores siempre . El  mero consentimiento del pueblo parece, que con frecuencia , es equivalente al autogobierno.  El mismo coquetea en el  partido del Huerto Orcilari con los  que se pretendían los optimate, la elite republicana. Y aunque Maquiavelo detesta a los grandes y poderosos como origen,   todos ellos sin remisión ni excepción alguna   ,  de la corrupción  y la destrucción de las republicas  no por eso deja de recordar que la multitud  se equivoca con frecuencia  y es manipulable.  En el famoso episodio de la revuelta popular de  los  Ciompi denuncia el populismo demagógico de los lideres de la multitud que se deja llevar.  En su Historia de Florencia  hace al respecto una distinción muy expresiva. La multitud sabe lo que es conveniente en las materias y asuntos  generales, pero la concreción en las materias particulares de esas preferencias es cosa  de sus  gobernantes. Por eso observa que  los portavoces  populares dicen una cosa cuando están en la piazza diferente de la que dicen, una vez llegados al poder, en el palazzo. Maquiavelo no censura esto como una traición del gobernante hacia los que le dieron el poder sino  algo derivado de la lógica misma  de las instituciones políticas. Es admirable en Maquiavelo como su pasión por la libertad y el autogobierno no ciega su perspicacia  realista política y se da cuenta de que en política entra en juego las dos cosas:  tanto el objetivo de la emancipación y la libertad como el de la administración y gestión de los asuntos públicos y la estabilidad necesaria para ello. La piazza y el palazzo, lo general y lo particular,  la muchedumbre del pueblo y los mejores de entre ellos, la libertad y la permanencia de la republica. Y sin pronunciarse por ninguna de ambas caras, se da cuenta asimismo   del paralelo  que tiene con la  experiencia de la vida misma, nunca totalitaria,  nunca absoluta,   en  la que “todo  bien va acompañado forzosamente de mal de manera que cuando se pretende hacer un bien, un mal  necesariamente le sigue siempre”.


Los Discursos sobre la primera década de Tito Livio  son la obra de teoría política más ambiciosa de Maquiavelo. Sin embargo su popularidad se debe al Príncipe. Es este  un libro breve- de ahí quizás su éxito-   y con un estilo sin los matices y moderación  prudente de los Discursos . Podría entenderse como un capitulo  excepcional  de aquellos Discursos: el que se refiere a cómo mantener las monarquías absolutas. El Príncipe es un tratado de observación de la situación política europea de su siglo en que se van forjando las monarquías absolutas centralizadas.  Puesto que en los Discursos se habla de las diferentes formas de gobierno, una de ellas es la monarquía o el principado, cuya lógica ,funcionamiento y circunstancias describe El Principe. Maquiavelo piensa que es la república la forma de gobierno mas aceptable, pero no obstante,  existirían circunstancies excepcionales, tales  como la fundación de un estado o la reforma por excesiva corrupción, que aconseja aquella forma monárquica en manos de uno solo,. En ese caso,  la lógica de su funcionamiento y las enseñanzas  políticas que se derivan  son las que describe el Príncipe. Sus otras obras políticas : Historia de Florencia, el Arte de la guerra y  su interesante Correspondencia confirman y  su propia  biografía enriquece  la que es la  opción de Maquiavelo fundamentalmente expresada en los Discursos.

 Maquiavelo reflexiona sobre política porque la materia de lo político es estudiable como ciencia y relacionada con factores psicológicos, o  económicos , o circunstancias históricas. Pero esta materia, como materia humana,  no es infalible ni  nacida de naturaleza alguna  sino sometida al azar de la fortuna y solamente la  acción humana puede oponerse a ella parcialmente.  La adversidad de la fortuna  puede vencerse en cierto grado practicando la prudencia,  poniendo freno a las ambiciones, favoreciendo el civismo y la libertad porque en definitiva , el hombre, en política, no imita la naturaleza sino que actúa sobre ella, la modifica. La política es una ciencia y habilidad que debe conocerse porque ese  mundo es el  fabricado por los hombres quienes  tenemos en nuestras manos los instrumentos necesarios para transformar cualquier hecho natural en logro artificial. Ese logro artificial , esa construcción libre y humana de la convivencia  pública es en gran medida derivado del ingenio de lo racional y de la ley. Incluso el logro es tan artificioso que constantemente está su flanco al descubierto para que actúen las fuerzas,- estas si naturales y parece ser que cíclicas,-  de la fortuna y el azar en su descomposición . La realidad es un abismo de lo que es y desaparece.
  

 El llamado pesimismo sobre la naturaleza humana de Maquiavelo  es el  optimismo de la libertad  y quiere decir  sobre todo esto: una republica bien ordenada, un régimen republicano no viene dado por la naturaleza, ni por el desarrollo dialéctico de las relaciones sociales o por ley alguna de progresividad sino que es una creación  histórica y humana y,  como tal , aleatoria. No es válido contar con ninguna  ventaja de salida,  natural o que trascienda lo humano , “  es necesario que quien dispone de una república y ordena sus leyes  presuponga que todos los hombres son malos”. Es un hecho de la libertad frente al abismo .  Dado  que la mejor forma de convivencia, la republica, no es un hecho inevitable que provenga de naturaleza alguna, el esfuerzo por conservarla debe de ser más permanente y vigilante. Quizás la aportación central de Maquiavelo sea  la perspectiva de que la república bien ordenada es  por lo tanto un régimen que depende de la responsabilidad política de los ciudadanos. Por decirlo con las expresivas palabras de C.Castoriadis al tratar este asunto: “ Si , con toda razón, pensamos que los griegos crearon la democracia, es porque tomaron sobre si la responsabilidad de dotarse de leyes que no les habían dictado ni los dioses, ni el destino, ni siquiera la naturaleza” (2) . Por esta razón Maquiavelo puede permitirse el preguntarse- sin ninguna reserva que no provenga de su propio juicio alimentado de la experiencia de los datos históricos , es decir con una libertad de juicio no dependiente de heteronomías  y que parece por lo tanto casi cínica y sin escrúpulos- sobre la justicia  de las leyes y de las instituciones, libremente, sin ambages. El maquiavelismo, es , en realidad una soberana confianza en la libertad,  el autogobierno y la autodeterminación de los humanos. 


 Hay más. No debemos menospreciar como secundario o simplemente  como una exageración anecdótica el Príncipe al lado de los Discorsi. En efecto, el Príncipe trataría de los medios necesarios para la circunstancia de refundación de un Estado o de su modificación sustancial llegado el momento de extrema corrupción.  Pero, su verdadero “ mensaje” de fondo es que una gran transformación política , sea la fundación de una república en este caso concreto, o  en  una revolución ( equivaliendo a lo mismo) , trae una nueva legitimidad y a ella forzosamente  apela y de ella se reclama  en ruptura con la que quiere sustituir. Esta acción,en cuanto  que es ruptura de la eticidad que sirve de sustento a lo antiguo, será siempre interpretada como una maldad y una acción sin escrúpulos porque rompe con aquella eticidad.  No aceptar esto  es el equivalente denunciado por Saint Just de “ querer una revolución sin revolución” , una revolución privada del exceso en que la democracia y el terror coinciden, una revolución subordinada a la legitimidad existente cuando precisamente la esencia de las  revoluciones es discutir esa legitimidad.   De ahí que necesita la fuerza y el  “ terror” en el sentido  que entendía  Robespierre, como voluntad popular  expresada con los medios de la fuerza  Si en tiempos de paz el principal resorte del gobierno popular es la virtud, en medio de la revolución no es tanto la virtud como el terror”. Es el :  ¿” Quien puede señalar el punto exacto, tras el acontecimiento, contra el que deberían romper las olas de la insurrección popular? O el “ ¿Que queréis, vosotros, a quienes os gustaría que la verdad fuera impotente en los labios de los representantes del pueblo?. Sin duda la Verdad tiene su poder, su ira, su propio despotismo, presenta acentos conmovedores y terribles”  Es la glosa moderna  del adagio de Tito Livio  la cólera sin fuerzas es siempre impotente”. En la voz de los revolucionarios ,terror no sustituye ni se opone a  a humanismo como intenta desde Termidor imponer la reacción, sino que significa “ fuerza del pueblo”. Las razones por las que el terror jacobino sigue atemorizando al stablishment político de una  forma en que no lo hace la represión mucho mas salvaje de la Comuna en 1871, no tiene nada que ver con la cantidad de violencia involucrada. El terror,  es el despliegue de la fuerza necesaria para superar los intereses particulares que tratan de quitarle poder al interés colectivo . Por eso Maquiavelo señala que  se debe “ derribar los castillos” de los señores . El terror así concebido , el maquiavélico o el jacobino, no el termidoriano,  como alteración  de la legitimidad existente y como aquello  terrible que produce el interés general ” ( Saint Just)  tiene el riesgo de su propia hybris.  Maquiavelo es bien consciente de esto y asume, y sobre todo lo asumirá su mala fama posterior, la ruptura que es necesaria por la fuerza. (3)

 Atendamos también a otro aspecto de El Principe y del Arte de la Guerra. Se trata de guías de acción , en  su contenido se refiere menos a la legitimación de la acción política que a la continuidad de su existencia. Se hace  y se propone “algo” y unas habilidades técnicas que se describen  para su consecución. Quiere decir que el ejercicio de la política se diferencia asimismo del mero deseo o fantasía.  ¿“ Otro mundo es posible”?, “Si” diría Maquiavelo , “pero ¿ Cual? “.  La voluntad libre no solo no consiste en el pensamiento puro, ni  simplemente en saber lo que “ no se quiere”  ligado a no hacer nada o ligado a pedir, o  hasta exigir si se quiere,  a terceras instancias , o a otros “que lo hagan”. “La voluntad es siempre voluntad de hacer algo” ( Arendt). La voluntad libre ordena que se inicie la acción no la representación.  Un  mensaje equivalente  para la izquierda de hoy es que  ejercer la voluntad política implica tomar poder , en  democracia el poder es , en  teatrocracia (3) se representa . Maquiavelo quiere enseñar qué y cómo  no solo desatar la creatividad, por eso escribe . La guerra, como la política, se preparan . E incluso los mayores partidarios  en el arte de la espontaneidad  saben que para improvisar en el jazz ,   se necesita  ser muy experto en música. . No es el poder de los sueños propio de la sociedad de Walt Disney.



 Para terminar debe entenderse un significado muy característico del vocabulario  cuando se lee a Maquiavelo hablando con frecuencia del concepto de  corrupción política. La  dinámica de corrupción de los regímenes es un tema clásico desde   Aristóteles por lo menos . Pero el concepto de corrupción  política de Maquiavelo  no es el que tenemos hoy nosotros que hace simplemente  referencia a comportamientos delictivos  de cohecho o prevaricación penalmente tipificados  de los gestores de lo público. Se parece más al de la corrupción de las frutas. La corrupción es la descomposición de un régimen debido a  prácticas corruptas como son: las “facciones”, es decir grupos  que se dejan llevar   por su interés  corporativo antes que por el interés general,  a la existencia de los individuos despreocupados de lo político, propensos por lo tanto a   la esclavitud , solo preocupados por lo suyo propio y su fortuna y sin celo por la libertad  concebida como  autogobierno, a  la desigualdad en la ciudad,  a  la vida materialmente  inmoderada y ambiciosa de los ciudadanos y la presencia de  los ricos y poderosos que incurrirán en todos los  otros  vicios anteriores indefectiblemente. En resumen la corrupción sería la prevalencia  de los intereses particulares sobre los colectivos. Prevalencia que se manifiesta y  se causa  de muchas maneras: facciosamente, por despreocupación pasiva, por desigualdad, por inmoderación,.....Por el contrario practicar  la virtud es privilegiar los intereses colectivos sobre los particulares y garantizar que la sociedad esté gobernada únicamente con el objetivo del bien común y el interés general. Así la virtud coincide con la virtud que definieron posteriormente Robespierre y Saint Just siguiendo a Rousseau: cada persona es virtuosa cuando su voluntad personal está de acuerdo completamente con el bien común, ya transformado via Rousseau ese “bien común” en  “ voluntad general”. Explícitamente dirá Rousseau   “ si queremos lograr  la voluntad general”,........ tenemos que hacer “ que todas las voluntades privadas estén de acuerdo con ella, o en otras palabras, hacer que reine la virtud”. Los revolucionarios franceses tomarían muy en serio este consejo de Rousseau y  asi lo señala Robespierre:  necesitamos UNA  sola voluntad “une volonté , UNE”. Y si para Maquiavelo este objetivo del bien de la patria produce  en el Príncipe una legitimidad justificativa  de empleo de la fuerza sin barreras, para los revolucionarios franceses, esa legitimidad  suprema del interés  y la voluntad generales crea el terror cuando es necesario sostenerlas con la fuerza.

 Para Maquiavelo  el único régimen en que esto es posible  es en república que es el régimen que representa la plasmación de la libertad, el “ vivere civile” por antonomasia. Si estaban mal ordenadas o corruptas en aquel sentido citado  , ya no podían considerarse repúblicas, sino oligarquías o tiranías disfrazadas aunque se adornasen con ese nombre. 


(1).- “ Cual es el principio fundamental del gobierno democrático y popular, es decir la energía que lo sostiene y le hace moverse? Es la virtud. Hablo de la virtud publica que tantos prodigios trajo a Grecia y Roma, y que debe producirlos de manera aun mas sorprendente en la Francia republicana, de esa virtud que no es otra cosa sino el amor a la patria y el amor a las leyes.”Pero como la esencia de la republica o de la democracia es la igualdad, se concluye de ello que el amor a la patria abarca necesariamente el amor a la igualdad. Es verdad también que este sentimiento sublime supone la prioridad del interés publico sobre todos los intereses particulares; de lo que resulta que el amor a la patria supone o también produce todas las virtudes: pues ¿ acaso son ellas otra cosa que la fuerza de animo que otorga capacidad de hacer estos sacrificios?. ¿ Como iba a poder, pro ejemplo,  el esclavo de la avaricia o la ambición, sacrificar su ídolo por la patria?.  No solo la virtud es el alma de la democracia, sino que tan solo puede existir bajo ese gobierno.” .-Robespierre .Discurso ante la Convención: “Sobre e los principios  de moral política que deben guiar la Convención.-5/2/1794. 


(2).- Cornelius Castoriadis.- Democracia y relativismo.- Trotta 2007

(3).- También nos alejamos  con esto  de las explosiones democráticas momentáneas que socavan simbólicamente  el orden policial establecido, de las acciones propuestas como “teatrocracia”,  las “puestas en escena” de un orden social diferente, ( Ranciere)  . Es  una estrategia  estética  que la sociedad del espectáculo actual puede muy bien  apropiar sin dificultad porque no imponen un orden y una realidad  social nuevo y perdurable . Ricos en seducción y pobres en eficacia  olvidan el sentido común de la máxima de Maquiavelo. Ante todo y primero ,  hacerse temer, luego hacerse amar.   Frente a la privatización de todo, la consolidación de las instancias del poder financiero  en lo político y los media, , el consumismo feroz, el endeudamiento  sin medida , la política de miedo y seguridad ni  basta un  escenario de teatro  ni “basta con ser bueno”  nos dice Maquiavelo.  Contra esa corrupción nada puede hacerse sin organización, compromiso, responsabilidad, de estrategia, preparación, saber-hacer, técnica, disciplina, rigor y paciencia. Muy diferente a aquellas explosiones de improvisación que parecen inspiradas en el  desprecio al saber y el “aprender” sustituido por  el  calificado como  antiautoritario  “aprehender” impaciente, ( Jacotot –Ranciere)     es la dimensión maquiavélica del estudio y de la política como ciencia. Es la acción deliberada con el fin de  constitución de algo nuevo ,  la verdadera explosión  emancipadora, la propiamente terrorista  y no la  teatral. El  teatro griego producía efectos cívicos por la existencia de democracia. Fuera de la democracia el  teatro es espectáculo. La política como  estética. Y además ,  la estética del expresionismo y del impresionismo. En definitiva , hacer “arte para los museos”  que confesaba  querer  Renoir.
 Se tratará siempre en un momento u otro  de una imposición brutal , con la fuerza o  con la  astucia, “ por la razón o por la fuerza”  , de un nuevo orden. En las políticas teatrales, una vez desmontada la escena nada subsiste. El orden establecido no se pone en cuestión con esos desafíos intermitentes, que aunque pretenden prescindir de mediadores ( representantes políticos, instituciones, partidos, sindicatos ), son pasto de otra “ mediación” peor,  la de los media entusiasmados por el espectáculo y de la pasividad  ya acostumbrada  por la TV y  propia  de  espectadores..( I Gran Guerra:  El capitán se lanza  heroicamente al grito de “¡ Avanti ¡” fuera de la trinchera.  Los soldados ,desde dentro,  le aplauden : ¡ “ Bravo , bravísimo!” ). Ver  :  “Staging Equality”.- Peter hallward .- New Left Revue nº 37 2006 y Zizeck “En defensa de las causas perdidas” .p 429



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