No es necesario remitirnos malintencionadamente a las aberraciones de todos conocidas que protagonizan jueces y tribunales, desde el chusco redactar considerándos de sentencias en verso hasta el degradante fallo judicial de considerar eximente de delito de agresión sexual la longitud de la falda de la victima. Pero cuanto más alta es la categoría de los expertos, de mayor calado disparatado parece que ha de ser la injuria . Si los citadas casos eran del género menor del disparate, históricamente van otros mucho mas allá en la envergadura.
En 1894, fue juzgado un capitán judio del ejercito francés , Dreyfus , condenado por traición y espionaje al penal de la Guyane . En 1896 se identificó al autentico espía , el capitán Estherazy que fue juzgado a su vez, absuelto y aplaudido por toda la reacción y la opinión racista y conservadora francesa. En 1896, los jueces volvieron a hacerse cargo del asunto Dreyffus dado el escándalo y clamor que se produjo ante la injusticia y , Dreyfus , tras ser nuevamente juzgado,...¡ fue condenado a mayor pena : trabajos forzados!. Solo sería reconocida su inocencia en 1906. Históricamente, pues se hizo patente que la justicia independiente era bien dependiente de las fuerzas conservadoras y racistas de los poderosos mas reaccionarios .
La sabiduría técnica de los jueces- por esa sabiduría se les nombra, no por elección democrática de legos- no era más que chulería desafiante del poder judicial. Este caso se le puede considerar uno de los antecedentes del posterior e hispano “justicia es un cachondeo”. Pero ni la cosa tiene el pequeño alcance de un juez pasado por vino u obseso sexual al contemplar minifaldas, ni es únicamente de la simple categoría de “ cachondeo”.
En 1933, Roosevelt tuvo que afrontar la reacción de la Corte suprema de Estados Unidos, convertida en un valladar infranqueable contra los intentos de democratizar el mundo de las relaciones laborales y limitar la libertad contractual que propugnaba el New Deal Ya en aquella Corte, a lo largo del siglo XIX, los Nine Old Men ( Nueve Ancianos jueces) se habían mostrado totalmente insensibles a la discriminación social y racial de obreros, negros y mujeres y la población india y negra. Habían desplegado sentencias que, valiéndose de una lectura sui-generis de las enmiendas de la Constitución sobre igualdad de la ley, habían bloqueado todas los esfuerzos por limitar el abuso de un capitalismo voraz. La lectura reaccionara descansaba en una concepción económica ultraliberal que entrañaba el hecho de que cualquier regulación oficial de precios, legislación antitrust, legislación humanizando de las condiciones de trabajo, etc, eran una intromisión ilegitima en la libertad personal del empresario. El gobierno de los jueces luchando contra la legislación social en Estados Unidos no abandonó su presa política sino cuando Roosevelt amenazó su status profesional amagando con introducir un mayor numero de jueces en la Corte, de manera que minorías progresistas compitiesen profesionalmente con los independientes y monopolistas sabios. Al fin la jurisprudencia antiintervencionista comenzó a declinar , pero no sin antes haber demostrado que la pretendida independencia judicial derivada de la división de poderes , no cumplía la función de moderar los abusos de la indocta y democrática opinión y juicio del demos , que era la argumentación ideológica por la que se justificaba la independencia del juez del procedimiento electoral democrático, sino que cumplía la misión de estar al servicio de las potencias más reaccionarias del capital.
Ni con el affaire Dreyfus la justicia era simple error de “ cachondeo” sino racismo reaccionario, ni con el New Deal era técnica constitucional o sabiduría jurídica sino simple apoyo del avaricioso beneficio capitalista sin frenos.
Los tribunales están formados por técnicos en derecho por aquella supuesta razón citada de la ventaja de la sabiduría y la techne en el juicio de los asuntos humanos. Supuesta, decimos, porque desautorizada constantemente por sus desafueros a lo largo de la historia ,como vemos. No dependen de ninguna voluntad ni soberanía del pueblo, aunque la justicia se diga actuar en nombre del pueblo. ( El equivalente medieval de la virtual actuación “ en nombre de hombre” que ya denunciaba Rousseau al clamar contra el sistema representativo). Dependen de aquella teoría política ancestral de que la democracia es cosa mala porque es abandonar las verdades absolutas a las que debe obedecer lo humano a la doxa inexperta de las masas y sus abusos.
En el actual “affaire Baltasar Garzón” se reproducen los mismos rasgos: el “cachondeismo” mas chusco y surrealista, la chulería desafiante de la suficiencia de los “supremos” jueces, la venganza sórdida de los rencorosos, la nostalgia fascista de los agraviados por la recuperación de la memoria , la ideología de los que desprecian la democracia, el interes de los que protegen el lucro , la avaricia capitalista y la compra de voluntades, la revancha de los corruptos, la justificación ideológica de los dominadores de siempre . Cosas todas que solo la democracia, el poder de los muchos – no el de los sabios- es capaz de combatir. En la empresa, en la política, en el foro, y en los tribunales.
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