En cierta publicidad , -consentida o promovida por el gobierno aleman no poseo la información- pareceria que se utiliza la fábula de la
cigarra y la hormiga para describir la situación respectiva de unos países
europeos hormigas ejemplares, frente a los PIIGS mediterraneos,
cigarras que pagan ahora su merecido.
¿Serán los
responsables del marketing político del gobierno alemán los únicos
que en la famosa fabula encuentran mas simpáticas a las hormigas que a la cigarra? Porque, desde siempre – y aquí
Esopo erró el tiro- siempre nos ha sido
a todos más simpatica y una vida mas diga de ser vivida la de esta alegre cantante que la de puritanas hormigas, que nos han sido siempre, desde la tierna
infancia, francamente odiosas en aquella
fábula.
Su miserable vida de oscuro e incesante trabajo gregario se hacia aún más despreciable porque desde su penosa condición pretendían además dirigirnos un sermón moralizante.
Su miserable vida de oscuro e incesante trabajo gregario se hacia aún más despreciable porque desde su penosa condición pretendían además dirigirnos un sermón moralizante.
Siempre me he
preguntado porque la iracunda y soberbia hormiga dejaba de trabajar y se permitía excepcionalmente
un momento de uso de la palabra para sermonear. Si todas sus horas estában dedicas
al trabajo, ¿ cuando habia tenido tiempo
de reflexionar la negra bicharraca para poder permitirse un discurso? Si el
ejercicio de la comunicación - con música además- era propio de la cigarra, ¿cómo
es que repentinamente la hormiga esta dotada para eso y tiene capacidad para el
sermón? No se ocurren más que dos soluciones al enigma. O bien que el ciego
trabajo capacita para el razonamiento y generaría no ya la libertad (Arbeit macht Frei ) sino la
razón misma, o que las muy pillinas de
la hormigas , lo habían aprendido en sus penosas horas adiestradas por el discurso cantado que les ofrecía la cigarra. En este ultimo caso la inmoralidad
de las hormigas seria aún mas reprochable pues, habían recibido gratuitamente
unas lecciones de un profesor que además
de no habérsele firmado contrato legal alguno, no estaba dada de alta en la
seguridad social por las atareadas y
fraudulentas empresarias, y al llegar el invierno de su jubilación tuvo que acogerse
a la caridad publica.
En cualquier caso,
todo me confirma que la antipatía instintiva que ,desde niño, me suscitaban las hormigas estaba más que
justificada. Las hormigas no solo son unas estúpidas multitudes sometidas a una monarca gorda , son ciegas y pican , de breve , miserable y ansiosa vida, son puritanas, pedantes predicadoras ocasionales, y encima de no pagar a los proveedores de servicios
culturales…¡ defraudan a la Seguridad Social !.
Todo ello, para vivir
el mismo tiempo que la cigarra porque lo que es cierto es que la vida de
aquellas no dura en invierno ni un dia mas que la de ésta. Pero al
menos a la cigarra que le quiten lo bailado.
Hormiguita,
hormiguita, tu lo que eres es gilipoyas.
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