Las grandes ideas no las porta en la espalda un solo
hombre, ni caminan sobre hilo de un razonamiento de un discurso. Es necesario
pioneros y lentos trabajadores de todos los días, espíritus ardientes y calmos polemistas, entusiastas y críticos, destructores y reconstructores, y
que cada uno haga su parte’’.
(Antonio Labriola, 1889)
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