Sobre métodos y contenidos
Consideraciones sobre la
candidatura de Pablo Iglesias
Carlos Gutiérrez
Hace ya tal vez demasiado
tiempo, alguien a quien pienso seguramente admirará Pablo Iglesias, Guy Debord,
escribía que “no se puede combatir ya la alienación bajo formas alienadas”. Y
hace bastantes más Antonio Gramsci escribía también que “en la política de
masas decir la verdad es una necesidad política”.
No pretendo que este
artículo se convierta en una sucesión de citas inconexas en las que el lector
se pueda perder, pero creo que cada una de ellas expresa las principales
críticas que voy a tratar de exponer: una sobre el método y otra sobre el
contenido. Ambos no deben ir separados y, posiblemente, uno sea, en buena
parte, consecuencia del otro, pero tratarlos aparte se me antoja una cuestión
de orden.
En ningún caso es mi
intención elaborar una crítica que tenga que ver con el despecho porque esta
candidatura pudiese perjudicar a otra que me pueda parecer más oportuna o
porque “mi grupito” esté o no esté incluido en ella. Han surgido y surgirán
críticas, legítimas por supuesto, a las que podemos considerar “partidistas”,
pero esta no va a ser ninguna de ellas. Incluso es posible que el grupo al que
pertenezco manifieste su apoyo, de una u otra manera a esta candidatura.
Pasemos entonces a la
cuestión del método. Tal vez resulte demasiado contundente calificar de
alienado al método para construir esta candidatura. Aún reconociendo esto, sí
pienso que resulta un calificativo descriptivo que pretende llamar la atención.
Una vez más, la enésima, nos encontramos con la construcción de una candidatura
a toda prisa, con una carrera en la que parece que lo único que importa es
“aprovechar la ocasión”. Y volvemos a hallarnos ante una supuesta unidad que en
realidad es muy pobre y poco unitaria, y que deja a una multitud de sujetos que
podrían estar fuera del proyecto.
Como siempre, se dan todos
los llamamientos a la horizontalidad, a la representación de los movimientos
sociales o a la construcción desde abajo, mientras que, en realidad, la
decisión procede más de la intención de algún partido por no quedarse fuera del
juego electoral en el escenario europeo. Por supuesto, todo esto vía
estimulación del natural ego de un cabeza de lista que tiene una enorme
capacidad para la comunicación. En mi opinión se vuelve a caer en el error de
centrar todos los esfuerzos y las esperanzas en las contiendas electorales,
repitiendo lo que ya ha hecho muchas veces IU, mientras que no se consigue un
arraigo social real. Tal vez esa ausencia de arraigo y esa impotencia para
construir sociedad alternativa son las que impulsan a esa irrefrenable
tendencia electoralista.
Hay en la historia
reciente de la izquierda española numerosos ejemplos, por no decir todos, de
agrupamientos y candidaturas que han nacido con vocación de futuro, con la
intención de construir algo sólido, desde abajo, para trabajar con largo
aliento, y que se han disuelto al día siguiente del mayor o menor fracaso
electoral. De todos modos, al igual que en este caso, en mi opinión, siempre
estos agrupamientos han carecido de un apoyo social relevante y han fiado su
proyecto a que un resultado electoral importante fuese la palanca para
construir un movimiento fuerte; craso error una vez más intentar colocar a los
bueyes delante del carro…
Y, como ya se ha apuntado
en algún que otro artículo al respecto, siempre se nos llena la boca con
nuestra inquebrantable adhesión a “lo colectivo” y nuestro rechazo al
caudillismo y a las figuras que representen cualquier tipo de hiperliderazgo.
Pero, cuando llega la hora de la verdad, cuando nos entran las prisas porque
los otros se presentan y nosotros, claro, no vamos a ser menos, olvidamos el ya
famoso “Ni en dioses, reyes ni tribunos está el supremo salvador”, de la
Internacional y buscamos al más famoso de los tribunos, a un “supremo salvador”
que pueda conseguir un buen puñado de votos que nos deje, de momento, en buen
lugar. Y, sin embargo, olvidamos lo principal, que solo un potente y amplio
movimiento de masas es capaz de cambiar las cosas de modo radical.
Todo esto sin tener en
cuenta el daño que puede hacer a futuros procesos unitarios la ausencia de
numerosos grupos que se reclaman de la izquierda, y, lo que puede ser más
importante, el sentimiento de instrumentalización electoralista que puede
cundir en algunos movimientos sociales. Estos procesos de “unidad”, apresurados
y casi siempre sesgados, dejan cadáveres y malas sensaciones por el camino en
todas las ocasiones. Debería ser mucho más importante la consolidación de
alianzas y de relaciones con la sociedad que las urgencias por participar en
las elecciones. No contemplo, por incredulidad, el inmenso daño que podría
hacer al conjunto del movimiento si el objetivo de esta candidatura no fuese
más que el de constituirse en grupo de presión para negociar puestos en un
eventual proceso de fusión con la candidatura de IU. Esto ya sería más trágico
que cómico.
Resulta ya un poco agobiante
que cada vez que se abordan este tipo de procesos, se exprese la voluntad de
que el siguiente se hará con más tiempo y que se iniciará una elaboración
realmente “desde abajo”. La razón por la cual ocurre esto una y otra vez, me
parece evidente: no existe una base social real, los grupos políticos que
impulsan estas candidaturas no tienen ni la implantación ni la influencia
necesarias para que su programa sea reflejo de las aspiraciones populares; de
ahí que esa tendencia, ante la propia debilidad, a fiar su suerte a personajes
mediáticos, sea bastante natural.
La cuestión de los
contenidos también va muy ligada con el tema del método. Los contenidos,
también elaborados a toda prisa y con no demasiada discusión colectiva, no son
casuales y sí más bien causales. Cuando se pretende armar una candidatura como
ésta, en lo que lo menos importante es el manifiesto, y lo más importante las
figuras que la encabezan, los contenidos que “triunfan” son los que ya han sido
discutidos previamente por el grupo más organizado que integra esa candidatura.
No pienso que se trate de una táctica traicionera o fruto de la perfidia de un
Comité Central en la sombra que pretende imponer sus ideas, pero sí debemos
reconocer que la pasividad o la buena voluntad del resto hacen que determinadas
ideas se vean plasmadas u obviadas en los documentos.
En el manifiesto de esta
candidatura nos encontramos con alguna ausencia clamorosa. Yo diría que falta
lo principal, y por eso pienso que esa necesidad de decir la verdad al pueblo
no queda cubierta en este caso. ¿Qué es lo principal? Creo que resulta
indispensable que una candidatura de izquierdas que quiere un cambio social
radical plantee la necesidad de la salida del Euro y el cuestionamiento de la
presencia española en la UE. Hay que decir la verdad porque hay que dejar muy
claro que con el euro y con este modelo de Unión Europea no son posibles otro
tipo de políticas que las neoliberales que hemos conocido hasta ahora.
No es posible hurtar a
nuestros conciudadanos un debate que ya está surgiendo en muchos países de la
UE. Y salir del euro o de la Unión Europea no es ponerse del lado de Marine Le
Pen o de la extrema derecha europea, no se está hablando de una vuelta al
pasado o de la recuperación de la peseta. Cuando se habla de estas cuestiones
desde la izquierda, estamos pensando en una salida organizada de un grupo de
países de tamaño cuando menos medio y de la creación de un área económica
propia basada en los intereses de las personas y no el de los mercados. Un ALBA
a la mediterránea, por buscar un referente. Que IU no se haya atrevido a
plantear esta cuestión puede tener una cierta lógica, pero una candidatura de
“la izquierda de la izquierda” sí debería plantear estas cosas sin ningún
miedo.
Y una izquierda sin miedo
y que tenga la intención de decirle la verdad al pueblo debe hablar de la Unión
Europea claramente y denunciar el proceso colonial al que nos está sometiendo
el capitalismo alemán. Hay que decirle al pueblo que las enormes tasas de paro
que sufre nuestro país se deben, fundamentalmente, al papel que se nos ha
otorgado en la división del trabajo en el interior de la UE: servicios,
fundamentalmente turismo y muy poco más. Hay que contarle también a nuestro
pueblo que este proceso se inició con la integración en la UE, que no se ha
detenido ni por un momento, y que ha sido favorecido tanto por los gobiernos
del PSOE como los del PP. Y hay que explicar, también, que en la Unión Europea
actual no hay espacio para políticas distintas y que Europa no es
necesariamente la UE:
No se trata de guardar
ninguna ortodoxia ni de descalificar a esta candidatura porque no reparten
panfletos en las fábricas. La izquierda tiene que darse cuenta de que al igual
que la explotación del capitalismo se ha ido extendiendo a todos los aspectos de
la vida del ser humano, los escenarios de rebelión y de resistencia se han
multiplicado. La fábrica se ha desparramado por los barrios, decía hace poco un
compañero. De nada sirve hoy en día agarrarse a ortodoxias o a fórmulas
predeterminadas. Los hechos de Burgos son paradigmáticos. Tal vez esa
multiplicación de escenarios de conflicto social ha pillado a la izquierda con
el más bajo grado de organización y de extensión de su historia, pero las cosas
son así, la retirada y el acomodamiento de la izquierda política y sindical
mayoritarias hacen que las tareas nos parezcan ahora más colosales. Solo
identificando los lugares del conflicto social y construyéndose en ellos podrá
la izquierda empezar a luchar por la hegemonía.
Esta crítica a la
candidatura que parece va a encabezar Pablo Iglesias no pretende ser
destructiva y está escrita desde la completa seguridad de que tanto Pablo como
todos los que participan y apoyan su candidatura son “de los nuestros” y están
en la misma trinchera que el resto. También es evidente que habrá “de los
nuestros” en las diversas candidaturas de izquierda que se presenten a estas
elecciones, y, por supuesto, entre los que no se presenten. La candidatura
encabezada por Pablo Iglesias tiene apoyos importantes y, con toda seguridad
contará con activistas comprometidos y honestos, pero creo que era necesario
breve análisis de las debilidades que presenta. En tanto en cuanto sirva de
espacio de encuentro de diversos grupos y experiencias de lucha, podremos decir
que la candidatura ha jugado un papel positivo. Esperemos, al menos, que esta
convergencia sirva para que, de una vez por todas y sin urgencias electorales,
se empiece la paciente construcción de un proyecto con una amplia base social.
2 comentarios:
Es muy fácil de-construir, perop soluciones no veo que déis muchas. Dentro de esas pocas soluciones, todas las queréis ver a corto plazo y así no se construye nada, sino que se de-construye más.
Muchas gracias por tu comentario. ¿ Soluciones? En otro articulo de este mismo blog, se proponen algunas: http://republicadelosiguales.blogspot.com.es/2014/06/apelacion-la-republica-noventa-anos.html
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