Por Miguel
Ángel Domenech
Podemos
entender la libertad como libre albedrío de optar entre alternativas dadas o
bien entenderla como posibilidad de hacer algo, poner en marcha algo nuevo inexistente
con anterioridad. Puesto que la existencia misma ha sido y es fruto de una improbabilidad infinita, la libertad
se alimenta de esto mismo. Hombres libres son los capaces de llevar a cabo lo
nuevo, lo improbable y lo imprevisible, La concepción de la libertad republicana
se alimenta de la reflexión fundada en esta primera raíz
Una
sociedad, un régimen, sustraído del poder del capital, del poder
oligárquico de los que acumulan riqueza,
regido por la igualdad y gobernado en asociación por los que forman parte de
ella, eso es una República. Se llama República a una sociedad así en cualquier ámbito: en el de la economía, en la política, en la empresa,
en la ciudad, en todo caso y en toda cosa. Hacer de la empresa, de la casa, de
la economía, de la cuidad, ….Repúblicas, esa es la causa del republicanismo y la segunda raíz de su reflexión acerca de la libertad.
Hay espacios que se proclaman lugares privilegiados del libre albedrío conforme a la primera de las concepciones de la libertad pero que no son propios de una existencia libre. Son espacios de libertad en monarquía. Son reinos, no repúblicas.
Entre los mas típicos de estos lugares, como un monumento ejemplar de lo no republicano se yergue el capitalismo. El capitalismo es ese aberrante sistema que convierte en problemas lo que, un inmediato sentido común, nos dice intuitivamente que deberían ser soluciones. Y esto sucede particularmente en los ámbitos donde la libertad está en juego. El trabajo y el tiempo de vivir es uno de ellos.
Entre los mas típicos de estos lugares, como un monumento ejemplar de lo no republicano se yergue el capitalismo. El capitalismo es ese aberrante sistema que convierte en problemas lo que, un inmediato sentido común, nos dice intuitivamente que deberían ser soluciones. Y esto sucede particularmente en los ámbitos donde la libertad está en juego. El trabajo y el tiempo de vivir es uno de ellos.
La
mecanización y automatización creciente de los procesos productivos en lugar de dar
paso a un mayor tiempo libre liberado de
la necesidad del trabajo para subsistir, da lugar al paro de muchos, que entonces no tienen ni trabajo
para subsistir . Primera perversión.
La
segunda perversión se da entre los que si trabajan. Entre éstos tampoco se
produce como resultado del progreso de la técnica y la productividad un menor tiempo
de trabajo, muy al contrario, se intensifica cuantitativamente el tiempo que se
ocupa en él, de un lado, y se intensifica cualitativamente ese mayor tiempo,
aderezándolo con argumentos antiguos, anteriores a la automatización de los
procesos, que quieren hacen del trabajo un lugar de creatividad (aunque sea crear
para otros), una inventada dignidad,
tanto más meritoria cuanto mas dura y dedicada. Ya no solo se pide obediencia a
la tarea sino implicar en ella los valores de creatividad personales y la
adhesión entusiasta a los fines del empresario . Es la segunda perversión. Una extensión de lo mismo es la escena de los "working poors", aquellos asalariados cuyo sueldo no llega a satisfacer las mínimas necesidades para estar fuera del alcance de la pobreza. Estos ultimos contribuyen a la productividad empresarial por cuanto cumplen las leyes de la eficiencia: el mayor resultado al menor coste. La práctica óptima de esa productividad seria la de coste cero: el trabajador con salario mínimo para que subsista en el tajo evitando, como mucho, su muerte . El trabajador es libre, puede ejercer su libre arbitrio, efectivamente, de optar entre esa alternativa o la de ir al paro. Es la perversa opción que proponen los privilegiados a los pobres: o eres mi esclavo o mueres. O en la versión socialdemocrata: " es preferible un trabajador mal pagado que un parado" ( Valeriano Gomez , ex-ministro de trabajo PSOE )
Por fin, el espacio de ocio, tanto de los
parados como de los ocupados, se mercantiliza hasta el punto que es necesario
invertir mayor tiempo de trabajo para obtener los recursos para obtener ese
ocio. A su vez, ese ocio se carga de una
valoración cualitativa que ensalza el apartamiento, la tranquilidad, el “descolgarse” de las preocupaciones laborales
e incluso el reencuentro con la vida sencilla.
De esta manera se obtiene, invirtiendo con gran sacrificio de tiempo y trabajo, lo
que ya se tenia antes de ponerse a
trabajar y emplearse en esa dura tarea para conseguirlo. Perder la tranquilidad por querer obtenerla .Es la tercera perversión.
La
libertad republicana, concebida como gobierno de la vida propia, se enfrenta a
estas tres perversiones cuyo resultado fatal es equivalente : No somos nosotros
mismos. Somos siervos. En el trabajo, en el paro , o en el ocio, estamos en monarquía.
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