La política en manos de los empresarios:
el imparable ascenso de la ideología del emprendedor
Por Antonio Santos Ortega
Todo parece girar en torno
al emprendedor. Un discurso reduplicado, clónico, donde se repite
esquemáticamente la misma fórmula mística compuesta por el talento, la
innovación, la actitud, el plan de empresa. Incluso nuestro país se concibe
cada vez más como una empresa gracias a la marca-España. El poder indiscutible
de las empresas se ha infiltrado hasta el último rincón de nuestra vida social
y personal con el insistente altavoz de los medios de comunicación. Este texto
se plantea analizar brevemente cómo la figura del emprendedor se ha situado en
los últimos años en el primer plano de la realidad social; cuáles son las bases
ideológicas que lo sitúan al frente de la gestión de la actual crisis económica
y quizá más allá; de qué manera esta figura ha ampliado su campo de actuación y
ha impregnado las leyes o grandes programas de acción de la Administración
Pública.
Incubadoras de empresas,
ferias, programas de acompañamiento, guías, sitios web, juegos, olimpiadas,
revistas, centros virtuales municipales, auto-nómicos, estatales, de
asociaciones, cámaras de comercio, bancos, escuelas, cátedras de universidades;
para jóvenes, para mujeres, para discapacitados, becas, prácticas, concursos,
premios, cientos de recursos y convocatorias de ayuda que se solapan y saturan
la comunicación de las instituciones. Leyes, programas televisivos en horario
de máxima audiencia; libros en los más dispares campos, desde la divulgación al
contenido presuntamente especializado con el que el área del emprendedor
adquiere el rango científico; nuevas figuras como las start up, business
angels, spin off coach de emprendedores, personal branding , todo tipo de
consultoría, ejercida desdelas poderosas empresas globales hasta la legión de
jóvenes recién salidos desus másteres de empresa y que esperan triunfar en este
sector emprendedor que al parecer se auto propulsa. Todo gira en torno al
emprendedor. Un discurso reduplicado, clónico, donde se repite esquemáticamente
la misma fórmula mística compuesta por el talento, la innovación, la actitud,
el plan de empresa. Incluso nuestro país se concibe cada vez más como una
empresa gracias a la marca-España.
Esta vertiginosa proliferación de significados
se ha dejado notar hasta en la habitualmente lenta evolución del Diccionario de
la Real Academia de la Lengua Española que, a partir de su próxima edición –la
23.ª, que se espera para finales de 2014–, recogerá ya la palabra
“emprendimiento”. Ya se encontraban en la anterior edición los vocablos
“empren-der” y “emprendedor”, pero ahora se añade el acto del “emprendimiento”
para españolizar y dejar resueltos todos los anglicismos, vulgarismos y otras
incorrecciones lingüísticas que se habían propagado en estos últimos años de
expansión del espíritu emprendedor: “emprendedurismo”, “emprendizaje”,
“emprendurismo”, etc. No sabemos si la Real Academia frenará la trepidante
creación de neologismos por parte del entorno empresarial, pero la fijación en
el diccionario del vocablo “emprendimiento” es un indicador de la creciente
presencia dela lógica empresarial en la sociedad española. Incluso nuestro país
se concibe cada vez más como una empresa gracias a la marca-España.(1)
Este texto se plantea
analizar brevemente cómo esta figura del emprendedor se ha situado en los
últimos años en el primer plano de la realidad social; cuáles son las bases
ideológicas que sitúan al emprendedor al frente de la gestión de la actual
crisis económica y quizá más allá; de qué manera esta figura ha ampliado su
campo de actuación y ha impregnado las leyes o grandes programas de acción de
la Administración Pública. Javier García Martínez, emprendedor de éxito y
fundador de Rive Technology, seleccionado como Young Global Leader en el Foro
Económico Mundial de 2009, habla del «poder transformador del emprendimiento
como una actitud frente a la vida y una capacidad para transformar la realidad.
La cultura emprendedora devuelve el protagonismo a la sociedad civil y supone
una herramienta de regeneración política». Este mensaje, expresado de manera
tan directa por este representante cualificado del sector emprendedor, se
repite eN los miles de artículos que inundan la prensa escrita. Es preciso, por
tanto, indagar y reflexionar sobre el proceso por el que el emprendedor viene a
sustituir a la política degenerada y ofrece este espíritu regenerador para el
país. El mundo de la empresa, cuya responsabilidad en la presente crisis es
evidente, se ofrece ahora como salvador del destino de lunación y única vía
para salir de la crisis.
El ascenso mediático de la
dictadura del empresariado
Una vez confirmada por el
capitalismo triunfante la imposibilidad histórica de la temida dictadura del
proletariado, los últimos 20 años nos han traído su imagen inversa como régimen
de gobierno: la dictadura del empresariado. El poder indiscutible de las
empresas se ha infiltrado hasta el último rincón de nuestra vida social y
personal con el insistente altavoz de los medios de comunicación. En unas muy
pertinentes páginas sobre la cuestión, Thomas Frank (2)analiza los usos dela
figura del empresario para el caso americano, probablemente el que mejor
ilustra las afirmaciones anteriores. Sus observaciones se pueden trasponer al
caso español casi al pie dela letra. La idea general de Frank es que el mundo
empresarial, en connivencia con los partidos, sobre todo de la derecha,
glorifica la figura del emprendedor como una estrategia para legitimar el
modelo capitalista y todas sus instituciones, fundamentalmente la empresa y el
sistema de mercado. Este tópico del empresario, tan arraigado en EE UU, es una estrategia
clave que se utiliza con mayor insistencia en periodos de crisis para desviar
la atención de los daños provocados por las empresas y reforzar así el modelo
capitalista. Frank denomina a esta estrategia populismo de mercado.
Su estructura se basa en una saturación delos
medios de comunicación donde se construye una realidad caracterizada, primero,
por la mencionada glorificación del empresario y, segundo, por la responsabilizarían
de la crisis ala burocrática regulación estatal, a los oscuros intereses
sindicales y a los intelectuales elitistas apartados de la realidad. Todos
ellos, acaban por perjudicar al sufrido empresario, acosado por la regulación;
al pueblo llano, amante de la familia y de la patria; y, en general, a las
libertades .Aunque aparentemente este discurso populista critica también a las
grandes empresas –acusadas de recibir arbitrariamente ayudas estatales que
dañan la competencia–, los daños reales sobre ellas son inocuos. Básicamente,
se las considera mal acostumbradas por los poderes públicos, que aumentan así
su culpa. Finalmente, el populismo de mercado consigue –gracias al enorme apoyo
electoral y mediático–, los objetivos de infiltrar el lenguaje y las prácticas
empresariales en el sistema de relaciones sociales y de aupar al capi-tal a la
cima más alta. Consiguientemente, esto supone forzar al Estado a mayores desregulaciones,
controladas además por el lobby empresarial, y anular el menguante poder delos
trabajadores. En definitiva, el mercado y las empresas aseguran ser más justos
y eficaces que la democracia y el Estado. Los diferentes escritos de Frank
estudian monográficamente los frecuentes episodios de populismo de mercado,
incluso desde el crac de 1929. Sin
embargo, es de particular interés el dedicado a la presente crisis –recogido en
su libro Pobres magnates (3)o el dedicado al avance de laNueva Economíaa
finales de los años noventa del pasado siglo –OneMarket Under God (4)que
contribuyó a la mayor exaltación de la figura del emprendedor, una joya
generadora de riqueza e innovación a la cual había que dotar de máximo apoyo y
mínimas regulaciones. En ese periodo de exaltación, el empresario deja de ser
una figura inmovilista y jerárquica para convertirse en emprendedor cool , con gustos sofisticados, narrador de
historias y comprometido socialmente e incluso contestatario y popular. Frank
anticipa cómo esta revolución empresarial, que reclama libertad y
desregulación, sobre todo financiera, es el antecedente de la crisis de 2007.
Acercándonos al caso español y al contexto de la actual crisis, encontramos muchas
similitudes con las observaciones de Frank. El enaltecimiento de la figura del
emprendedor tiene mucho que ver con un lavado de imagen de la empresa en un
contexto de crisis que ha tensado las relaciones de la opinión pública hacia
esta institución. Si analizamos el siguiente gráfico adjunto, podemos encontrar
pruebas de este intento de blanquear la imagen de la empresa y afianzar la
gobernabilidad a través de ella. El gráfico permite compro-bar cómo crece el
número de noticias que incluyen la palabra emprendedor en su texto durante todo
el periodo de la crisis. Aunque no hay espacio aquí para avanzar un análisis
detallado del contenido de dichas noticias, puede decirse que prácticamente
todas difunden una imagen estereotipada del emprendedor, basada en los tópicos
positivos del talento, la creatividad, la innovación, la creación de empleo,
rasgos individuales fuertes y una elevada moralidad personal. Una imagen
carismática y digna de imitar, cuyos valores son portado-res de una mejora
social indudable. A este respecto, es interesante detenerse en el estudio de
Denis Cristol (5) sobre cómo se difunde la imagen de empresario en los medios
de comunicación y aplicar sus resultados a nuestros argumentos. Cristol ha
realizado un análisis basado en un corpus de retratos de empresarios y
directivos aparecidos en un diario económico francés Les Echos. Estas
entrevistas biográficas, realizadas por periodistas del diario, buscaban describir
las trayectorias que habían llevado al éxito a cada uno de los 158
entrevistados. Con estos textos, Cristol ha estudiado los diversos estereotipos
que componen los relatos de los empresarios, en los que se fabrica la idea de
mito personal usando materiales narrativos de su infancia, su familia o sus
relaciones interpersonales. Los entrevistados construyen este relato propio retrospectivamente,
con lo cual los hechos del pasado parecen siempre dar la razón al presente
exitoso narrado por los empresarios. Presente exitoso que forja una leyenda
personal compuesta de detalles elegidos a medida. Los medios de comunicación, a
su vez, engrandecen toda la trayectoria y cobra forma el género de las success
storiesque idealiza, aún más, el carácter carismático o visionario del
emprendedor ideal y ante nuestros ojos cobra forma un relato aparentemente
coherente que legitima el mito personal.
Cristol identifica siete
tramas en estos relatos en las que se reconocen los siguientes elementos: la
posesión de un saber, la búsqueda de ser diferente y reconocido, las cualidades
personales frente a la herencia, la transgresión, la posesión de un mérito
extraordinario y único, la curiosidad. Los relatos se describen como si el
empresario emprendiese una búsqueda de sí mismo guiado por el deseo de triunfar
y realizarse. Este “sí mismo” es el hilo conductor del relato y acaba ocupando
tal lugar protagonista que niega el contexto social,la influencia de otros
actores. Esta visión individualizada y en positivo oculta cualquier interferencia
que pudiera distorsionar la coherencia del relato: rivalidades, golpes bajos,
fracasos o errores sencillamente se omiten. La idealización provoca la
previsibilidad que se observa en los estereotipados retratos de los grandes
empresarios, compuestos de retales de las tramas anteriormente especificadas de
Cristol. Además, en el fondo de los relatos subyace un mecanismo de
naturalización basado en el mérito: los signos que precedían al éxito –trabajo,
talento y carácter emprendedor– acaban por acumular logros y dar su fruto en el
triunfo social. Siguiendo este argumento, quien fracasa es porque no dispone de
dichos signos de éxito, no tiene valía personal. Esta operación naturaliza el
mérito como condicionante del triunfo, tras el cual parece que solo hubiera
este tipo de rasgos individua-les: trabajo duro, talento, ideas nuevas, etc. De
aquí la omnipresencia de la comparación del emprendedor con los arquetipos del
aventurero, del descubridor o del héroe prometeico que Cristol describe en su artículo.
Héroe que parece construir un linaje de la nada, partiendo de cero, gracias a
sus virtudes personales, «evitando mencionar o restando importancia a las
casillas resguardadas (formación en escuelas de élite), a la fuerza de las
redes, a las connivencias de intereses, a las hermandades universitarias, al
espíritu comunitario (territorial, religioso o étnico), al efecto del habitus y
de los usos corporales».(6)
Se ocultan o quedan en la
sombra aquellos aspectos que «revelan situaciones de dominación, pertenencias a
castas, corporaciones o grupos de privilegio». Esta figura exitosa del
empresario se construye con una selección de los rasgos individuales
idealizados que son los que se difunden de forma repetitiva en los medios de
comunicación, en las biografías de success stories o en el cine. Está
artificiosidad mediática ensalza la figura individual del empresario que es quien
adquiere todo protagonismo y quedan ocultos todos los aspectos sociales que han
posibilitado que se manifieste el supuesto talento emprendedor. Sobre la
importancia de los facto-res de carácter social que son el contexto
imprescindible para explicar su surgimiento se ha escrito abundantemente desde
las ciencias sociales. Desde la sociología económica,(7)MarkGranovetter ha
subrayado la importancia de los factores institucionales y no económicos para
explicar el surgimiento de empresas. Con su análisis de los regímenes de economía
moral muestra que el talento o la iniciativa individual no se entienden sin
factores sociales que los posibilitan. En el mismo sentido, Pier Paul Zalio (8)ha
insistido sobre el carácter poco científico del concepto de emprendedor, un
concepto improvisado, poco delimitado y superado permanentemente por la
coyuntura y por la popularidad en los medios de comunicación. Tal y como es
presentada, esta figura es una simplificación de la realidad. La singularidad
del emprendedor no se entiende si no se apela a numerosos factores sociales que
la explican: acceso a información, instituciones, redes, tipos de contratos
laborales, herencia etc.). El tipo ideal de empresario schumpeteriano sale mal
parado en el contraste con los enfoques institucionalistas, pero, ciertamente,
el arquetipo de emprendedor innovador resultaría menos atractivo de reconocerse
lo que el emprendedor debe a la familia, la herencia y otros factores sociales.(9)
La ideología de empresario
de sí mismocomo modelo de conducta
Aunque las crisis económicas
debilitan coyunturalmente la legitimidad de las instituciones del capitalismo y
desatan los episodios de propaganda legitimadora de la imagen de empresa que
hemos analizado en el apartado anterior, la idea de emprendedor y su esplendor
hayque enclavarlos en momentos cronológicos anteriores. Nos detendremos en este
apartado en concretar algunos enfoques teóricos, enclavados cronológicamente en
el último tercio del siglo pasado, que están en la base de las evoluciones actuales
de la figura del emprendedor. Como veremos, dichos enfoques provocan hoy un
profundo impacto histórico. Aunque para entender la idea de emprendedor
deberíamos sondear en los orígenes del capitalismo, su actual expansión se
encuadra en el marco del nuevo gerencialismo(10)que se despliega a partir de la
crisis económica de 1973 y que conlleva un reforzamiento del poder de las
empresas en todos los ámbitos. El emprendedor es un subtema dentro del nuevo gerencialismo.
Un subtema clásico y principal, que se renueva periódicamente e incorpora hoy
las ideas más flamantes del talento, la innovación y otras elaboradas por el
nuevo gerencialismo bien arropadas por los medios de comunicación. El
emprendedor supone hoy la cara publicitaria más eficaz para divulgar la forma
empresa. Es la mejor estrategia de afianzamiento del mercado y los contratos
como reguladores de la vida social. A este respecto, el análisis que Michel
Foucault (11)realizó en el último periodo de su obra es de gran interés para
interpretar el ascenso del neoliberalismo y la penetración del concepto de
economía y empresa en todas las relaciones sociales. En Nacimiento de la biopolítica,
Foucault despliega toda una explicación sobre los instrumentos teóricos de los
que se vale el neoliberalismo para
acometer este proceso de expansión de lo económico a otros dominios que hasta
ese momento se habían mantenido al margen de la intrusión de lo eco-nómico. En
la lectura de Foucault, el neoliberalismo redefine la economía y el trabajo
desde los años treinta del siglo XX. Frente a la tradición liberal, que había
definido la economía como un proceso en el que se relacionaban capital,
producción y trabajo, los neoliberales redefinen la economía para concebirla
como un comportamiento y su racionalidad interna. Un comportamiento que actúa
en la relación entre fines y medios escasos, recursos que tienen usos que se
excluyen mutuamente. En esta interpretación, la economía pasa a ser una ciencia
delcomportamiento humano, de la racionalidad interna en estos procesos por
parte de los acto-res, pasa a ser la ciencia de la «programación estratégica de
la actividad de los individuos».(12)
Además de la definición de
economía, los neoliberales, de la mano de Theodor Schultzy Gary Becker,
reinterpretan también el lugar del trabajo en la economía. Esta reformulación
se encuentra desarrollada en la teoría del capital humano desde los años
sesenta del pasa-do siglo y está muy vinculada a la nueva definición de
economía expuesta en el párrafo anterior. Frente a los enfoques clásicos, que
habían interpretado el trabajo como fuerza de trabajo medida en unidades de
tiempo aplicada a la producción, los “nuevos clásicos” del neoliberalismo
reinterpretan el trabajo como conducta económica. Es decir, el nuevo análisis
económico del trabajo ha de plantearse cómo el trabajador utiliza los recursos
de que dispone. Es una conducta guiada por el cálculo y la racionalidad de
quien trabaja. Concebido de esta manera, el trabajador es definido como sujeto
económico activo. La racionalidad del homo economicus llevada al extremo. Él
alcance de esta reformulación del trabajo es profundo. En los planeamientos clásicos,
el salario se entiende como el precio de la venta de la fuerza de trabajo por
unidades temporales. Sin embargo, el neoliberalismo lo concibe como un ingreso
que procede de un capital, el capital humano del trabajador. Desde este punto
de vista, el salario es una renta de capital y no la remuneración de una
mercancía que se vende a cambio de un salario. En la teoría del capital humano,
se define este como conjunto de factores físicos y psicológicosque permiten al
trabajador obtener un rendimiento económico. Este rendimiento depende dela
idoneidad de cada trabajador, cuya mejora permite acceder a mayores rentas
futuras. El capital humano es una máquina que va a producir un flujo de renta.
Esta manera de entender el trabajo es lo que lleva a Foucault a prefigurar
cambios profundos en las relaciones sociales: del asalariado que vende su
fuerza de trabajo en el mercado pasamos, con los planteamientos neoliberales de
la teoría del capital humano, al trabajador entendido como “empresario para sí
mismo».(13)
Convertido en empresario de
sí mismo, el trabajador ha de preocuparse personalmente de su capital humano,
de su acumulación y de la mejora de su composición tanto física como
psicológica y formativa. La formación se concibe así como inversión educativa.
Esta empresarialización del trabajo eleva la figura de empresario al culmen de
las relaciones sociales. Una economía hecha de trabajadores que se comportan
como unidades-empresa,y no como grupos de asalariados, conlleva la
generalización de la forma empresa. Sobre esta se basa el proyecto neoliberal:
una sociedad integrada bajo el principio rector de la forma empresa, que se
infiltra en todas las relaciones sociales. También en la familia o en el Estado.
Ciertamente, esta concepción del trabajador como empresario de sí mismo provoca
cambios de gran calado en las relaciones laborales. La individualización
creciente de estas o la variada gama de precariedades que se viven en el
mercado de trabajo son algunas de ellas. Igualmente, la idea de empleabilidad,
entendida como cuidado del propio capital humano, alcanza una enorme difusión,
sobre todo entre los jóvenes. Para ellos se normaliza cualquier práctica que
presuntamente proporcione dicho cuidado, por corrosiva que sea de cara a las
trayectorias personales y sociales: trabajar gratis para conseguir experiencia
en prácticas de empresa; extensión del trabajo por proyectos, que dilata al
máximo la flexibilidad; saber venderse y velar por la propia empleabilidad; disposición
a la movilidad laboral internacional, entre otras muchas prácticas que afectan
al segmento de la mano de obra juvenil. En este grupo de edad, el cuidado del
capital humano está prácticamente interiorizado, sobre todo entre los que han
acumulado recorridos educativos más largos. No es extraño que con la hegemonía
de la lectura del capital humano y del empresario de sí , la figura del
emprendedor se extienda con la naturalidad que estamos contemplando y desplace
las lindes laborales que había establecido el modelo de empleo estable.(14)
Como ejemplo concreto del
paso arrollador de la figura del emprendedor en el campo delas políticas
públicas, nos detendremos en dos documentos importantes elaborados
recientemente por el Gobierno español: laEstrategia de emprendimiento y empleo
joven2013/2016 (EEEJ) y laLey 14/2013, de apoyo a los emprendedores y su
internacionalización(LE).(15)
No se trata de hacer un
análisis a fondo del contenido de dichos documentos, sino de confirmar la
presencia y el influjo cada vez más naturalizado de la figura del emprendedor,
y de sus intereses, en las leyes.
“Emprende como
puedas”:lumpenemprendedores,y activación
en el marco de los programas y las leyes estatales
Por su carácter monográfico,
dirigido al tema del emprendimiento, estos dos textos son un buen ejemplo para
analizar los tópicos y muchas de las incoherencias que presiden la fusión entre
los intereses de los emprendedores y la esfera de lo público. Ambos textos han sido
producidos muy recientemente, en el contexto de la actual crisis económica y,
seguramente impulsados por el auge simbólico de la figura del emprendedor. Este
auge apremia al Estado a introducir reformas que favorezcan a los
emprendedores, que se presentan como actores protagonistas en la salida de la
crisis. Por otra parte, la presencia dentro de las administraciones de técnicos
formados con programas de corte empresarial allana el camino a las ideas
empresariales en el ámbito público. Tanto la EEEJ como la LE parten en su
exposición de motivos de la situación alarman-te del paro en España y llama la
atención la naturalidad con que plantean la solución emprendedora, la
normalización de la idea de “crear su propio empleo”. De hecho, en el preámbulo
de la LE se achaca el problema del paro «a la ausencia de una mayor iniciativa
emprendedora entre los más jóvenes que ha llevado, ante la falta de
oportunidades de trabajo por cuenta ajena, a unos mayores niveles de autoempleo
capaces, a su vez, de generar más empleo». Por tanto, desde este punto de partida,
la solución al desempleo no puede ser otra que favorecer el emprendimiento que
se propone en la ley. Ambos textos parten, pues, de la idea preconcebida de que
a través del fomento de los emprendedores se avanzará en la creación de empleo.
Esta fusión, aparentemente automática, no se deja ver, sin embargo, en los
análisis de contexto que acompañan a ambos textos. Al contrario, se señalan las
dificultades de empleo que se están produciendo en el mundo de las pequeñas
empresas y los autónomos: dificultades en la concesión de créditos, mortalidad
empresarial, despidos, dificultades burocráticas, entre otros. A pesar de esta
discordancia entre los deseos y la realidad, se apuesta por este mágico, aunque
dudoso ligamen entre creación de empleo y fomento del emprendimiento. Este
ligamen parece ganarse la legitimidad invocando y repitiendo sin cesar a lo
largo del texto todos los tópicosde la liturgia emprendedora:business angels,
microcréditos, redes sociales, viveros deempresas, internacionalización... Sin
embargo, en ningún caso se observa en los docu-mentos un desarrollo, una
estrategia concreta para llevarlos adelante. Solo está presente un nominalismo
mágico, como si se creyese en que la mera mención de estas palabras construyese
mágicamente este entorno emprendedor. En los textos analizados se cierne una
bruma sobre cómo se van a llevar a cabo las medidas pro-emprendedoras
formuladas. Por ejemplo, puede mencionarse una de las propuestas de la EEEJ –la
referida al fomento de la figura de intraemprendedor juvenil–, que consistiría en un empleado por
cuenta ajena que se compromete a buscar alternativas innovadoras para aumentar
la competitividad de la empresa para la que trabaja. Más allá del contagio
emprendedor a todos los trabajadores que supone esta medida, de compleja
aplicación, nada se dice concretamente sobre cómo se desarrollaría en la
práctica. Esta falta de concreción es la nota dominante en muchas de las
propuestas incluidas en los textos. La propia medida de financiación para
jóvenes emprendedores que incluye el EEEJ y que busca implementar «fondos de
capital semilla, microcréditos ,business angels o préstamos participativos» por
parte de «diferentes departamentos ministeriales con competencias en la
materia», no deja de ser un voluntarioso intento por parte de las
administraciones de adaptarse a la moderna terminología del mundo de los
negocios, sin concretar vías para llevarla a cabo. Mientras tanto, en el mundo
real, las pequeñas empresas están ahogadas por la sequía de crédito provocado
por las empresas financieras.(16)
Por otra parte, no hay otra
mención más detallada en las 110páginas que ocupa el documento oficial de la
EEEJ sobre la actuación de los «diferentes departamentos ministeriales con
competencias en la materia». Las principales medidas que la EEEJ dedica al
objetivo de fomento del emprendedor son, en primer lugar, la llamada “tarifa
plana para autónomos”, que consiste en bonificaciones durante el primer año a
los jóvenes que se den de alta en el Régimen Especial de Trabajadores
Autónomos. En segundo lugar, se compatibiliza la prestación por desempleo con
el inicio de una actividad por cuenta ajena y se amplían las posibilidades de capitalizar
prestación por desempleo dirigida a participar en una sociedad mercantil. En
tercer lugar, se propone un programa denominado «emprende con red» que permite
al emprendedor que fracasa retornar al cobro de las prestaciones de desempleo.
Existe también una medida destinada al asesoramiento y otra –contrato
generaciones– que bonifica a los emprendedores que contraten a un parado mayor
de 45 años. Estas medidas han despertado ya algunas críticas, como son las
referidas a la “tarifa plana”, claramente insuficiente para los objetivos de
iniciar con ciertas garantías una actividad emprendedora. Con esta “tarifa
plana”, se transmite la idea de que cualquiera puede lanzarse a ser
emprendedor, pero luego no se dan las condiciones reales para que esto ocurra.
En cuanto a las medidas de capitalización de la prestación por desempleo, ya existen
desde hace años y despliegan una lógica activadora de los parados incitándoles
a que creen su propio empleo. Tras la lógica de la activación, se encuentra
siempre la sospecha dirigida hacia los parados de que “no quieren trabajar”. La
capitalización destila la nueva sospecha activadora de que “no quieren
emprender” y se dispone para ello de esta capitalización cuya suficiencia es
dudosa. Esta nueva vuelta de tuerca activadora desplaza tensión a los para-dos
para asumir el riesgo de emprender como modo de salir del paro. Si no se demuestra
esta actitud, el desempleado puede ser etiquetado como un parado acomodado. Respecto
a otras dos de las medidas –«compatibilizar el cobro de la prestación por des-empleo
con el desarrollo de una actividad emprendedora» y «emprende con red»-,
vuelvena transmitir un mensaje desesperado a los parados de crear su propio
empleo. La primera permite incluso el enrevesado estatus de ser a la vez parado
que cobra su prestación y emprendedor. La segunda permite volver a cobrar la
prestación por desempleo si se fracasa en la actividad emprendida. En un
reconocimiento implícito de sus propias limitaciones, la EEEJ delata a través
de esta medida su falta de confianza en el proceso de emprender y delinea una
deprimente carrera plagada de fracasos y frustraciones: se fracasó como
empleado, cayendo en el paro, se fracasa como emprendedor, pero siempre queda
el retorno a la condición de parado. A la vista de los argumentos anteriores,
el modelo de emprendedor que dibuja la EEEJ dista bastante del perfil creativo
e innovador que suele acompañar a la presentación pública de la figura del
emprendedor. La EEEJ acaba proyectando una imagen no tan resplandeciente, se
mencionan las palabras clave del mundo emprendedor, pero se perfila una figura
llevada a emprender, sobre todo, por la fuerza de las circunstancias del paro,
un emprendedor a la fuerza, destinado a cubrir actividades que no se adivinan
de gran cualificación. Un emprendedor de segunda. Además, dados los vínculos
que se establecen en la EEEJ entre el paro y el emprendimiento, las actividades
que sus emprendedores están destinados a cubrir no se adivinan de la más alta
cualificación. Nos encontraríamos no tanto frente al arquetipo del emprendedor
creativo, sino más bien ante lumpenemprendedores que cubren actividades de
menor valor añadido. La EEEJ traza, posiblemente, el perfil del
autoemprendimiento o del autónomo y colabora con la campaña generalizada de
activación que invita a crear el propio empleo a toda costa, aunque esto
suponga una potencial precarización laboral y riesgos considerables de
inestabilidad en el curso vital. El caso francés, que adelantó en 2009 una
legislación “de crisis” para fomento del emprendimiento, puede servir de
escenario futurible para el caso de nuestras EEEJ o LE. El Statut d´autoentrepreneurfue
presentado a bombo y platillo como un arma para luchar contra la crisis y ha
tenido una expansión considerable desde 2009. Sin embargo, progresivamente, ha
ido desvelando todo su potencial como plataforma para expandir la precariedad
laboral. En su presentación pública, se alabó su capacidad para crear empleo de
calidad, innovador y generador de autonomía, para ayudar a los emprendedores. Sin
embargo, casi cinco años después ha mostrado los profundos impactos que está
provocando en el mundo del trabajo. Cuando los jóvenes se miran en este espejo
deformante del autoemprendedor no encuentran por ningún lado el espíritu
emprendedor sino la imagen aberrante de la auto precariedad. Los efectos
negativos reales que conlleva la medida han sido descritos por Pereira (17)y
SimbilleL18)los jóvenes autoemprendedores tienen salarios
muy bajos; los empresarios aprovechan para externalizar procesos, se deshacen
de mano de obra y contratan los servicios de un autoemprendedor, que, además,
se hace cargo desus propias cotizaciones sociales y se las ahorra al
empresario; tampoco existen costes de despido ni ningún procedimiento
administrativo tras el cese del servicio. Sociolaboralmente, los
autoemprendedores pagan cara su supuesta autonomía: no tienen derecho a subsidios
de desempleo, se mueven en un espacio pseudoempresarial en el que los
sindicatos no pueden prestarles ayuda y se encuentran aislados. Finalmente,
aunque se les denomine “empresarios”, en realidad cumplen las funciones de un
asalariado, ya que, en muchas ocasiones, dependen de los pedidos de una sola
empresa. Trabajan para ella, pero ya no como asalariados sino como
subcontratados. El régimen de autoemprendedor normaliza esta situación en la
que se pasa de empleado a subcontratista y la empresa para la que antes eras un
asalariado, ahora pasa a ser un cliente que te solicita y compra un servicio.
El régimen salarial queda ladeado y se impone una lógica socioeconómica de
relaciones entre empresas. Los falsos autónomos son un claro precedente de
estas dinámicas, pero en las nuevas versiones auto empresariales, se da un paso
adelante al rotular nominalmente y destacar de forma rimbombante el hecho
empresarial. Es la clara materialización de la lógica del capital humano que
veíamos en páginas anteriores .Gracias a la alquimia del Statut
d’auto-entrepreneur –que convierte a los
asalariados potenciales en subcontratistas baratos que se hacen cargo de costes
en el proceso de producción– aproximadamente un millón de asalariados
potenciales se han convertido en auto-emprendedores. Los últimos datos en
Francia muestran que el aumento ha sido exponencial: en 2009, se contabilizaron
78.500 y, a principios de 2012, esta cantidad se multiplicaba por 12 y se
alcanzaba el millón de cotizantes en el régimen de autoemprendedores .Podría
pensarse que este éxito numérico responde a un despertar de la vocación emprendedora
de la población, pero, seguramente, responde más al interés que este nuevo régimen
ha despertado entre las empresas grandes, para las que abre nuevas
oportunidades de beneficio y nuevos espacios de gestión del trabajo. La
interpretación de los especialistas (19) sobre este aumento del estatuto del
autoemprendedor es que fundamentalmente los jóvenes, que sufren las
dificultades actuales en la creación de empleo, acaban aceptando esta situación
porque les permite acceder al empleo y asumen la precariedad que conlleva el
modelo. Se consigue acceder a unos ingresos, que ya no son salariales, pero
como autoemprendedor se pierde seguridad, las vacaciones paga-das, la
protección social. A esto hay que añadir la autoexplotación, y los salarios a
la baja, en una competición desenfrenada entre autoemprendedores en lucha por
las ofertas de las empresas más grandes. La desbandada regulatoria provocada
por el autoemprendedurismo está creando zonas francas donde el derecho laboral
ha sido esquivado y se observan ya problemas de injerencias profesionales y
desprofesionalización. En muchos ámbitos profesionales, a los clientes y a las
empresas no les hacen falta los títulos, sino que lo que les importa es que se
realice el encargo lo más barato posible. Para las titulaciones educativas
formales se abre también un nuevo espacio de desacreditación. Como se puede
deducir de todo lo anterior, el nuevo espíritu emprendedor no provoca solo un
mero terremoto en la normativa laboral, sino que impregna otras muchas esferas
de la vida privada o de la educación.
Conclusión
A falta de un análisis más a
fondo sobre el llamado espíritu emprendedor, puede concluirse que su impacto
sobre las relaciones sociales es muy inquietante. La figura del emprendedor se
presenta en estos últimos años como renovación institucional del mundo
empresarial y del capitalismo. En las crisis, esta figura ha servido siempre
para remendar el tejido moral de la institución empresa. A lo largo de los años
noventa del siglo XX, el emprendedor renovó las viejas facciones del jefe
déspota, del jerárquico patrón fordista. Este cambio de imagen, a modo de
metamorfosis, lo hemos visto desplegarse hasta hoy, cuando el jefe ha jugado a
mostrarse como líder, mago, artista, deportista de alto rendimiento, brujo, narrador,
constructor de sentido. A veces todo a la vez. Esta cirugía estética ha
cambiado solo las apariencias. Como bien han mostrado tantos grandes
sociólogos, la función directiva de las empresas capitalistas sigue en las
mismas manos y la lógica de autoridad que deriva de dicha función continúa
expresándose, en ocasiones simultánea y paradójicamente, junto a los más
sugestivos rasgos del ímpetu emprendedor. El “jefe infiltrado” y el emprendedor
nadan en las mismas aguas. Lo más corrosivo socialmente es la expansión de esta
ideología del emprendedor contenida en el enfoque del capital humano, que hoy
se extiende sin saber dónde nos llevan los cambios que instaura esta religión emprendedora.
En relación con ello, no querríamos dejar de mencionar un tema que queda sin
tratar en este artículo, pero que es de gran relevancia para el futuro
inmediato. Se trata del acoso que el espíritu emprendedor está sometiendo a la
escuela. El diagnóstico de La Ley de emprendedores lo deja claro desde los
primeros párrafos de su preámbulo: “Es necesario un cambio de mentalidad en el
que la sociedad valore más la actividad emprendedora y la asunción de riesgos.
La piedra angular para que este cambio tenga lugar es, sin duda, el sistema
educativo». El capítulo I de la ley está dedicado íntegramente a esta conexión
del espíritu emprendedor con el mundo educativo. Este debe ser el espacio en el
que transmitir las “competencias y habilidades requeridas para emprender» y,
desde la ley, se aconseja «a las administraciones educativas la revisión y
adecuación de los currículos de las enseñan-zas regladas a estos nuevos
objetivos». Igualmente, se prolonga en los estudios universitarios la necesidad
de este espíritu emprendedor insuficientemente desarrollado. Parece que no han
estado los legisladores muy atentos a lo que sucedía esta última década en la universidad,
colonizada progresivamente por los valores y las instituciones empresariales. Una
revisión de las webs de las universidades españolas nos daría una idea de la
loca academia de emprendedores en que se está convirtiendo la universidad. En
el río revuelto de la crisis actual, presenciamos una diversificación de la
precariedad. Como hemos visto en páginas anteriores, a los autónomos
precarizados se les hace pasar tras la falsa pantalla del emprendedor. Estos
empresarios sin capital han de buscar financia-ción para su actividad
emprendedora y, si tienen suerte, acabarán encontrándola en empresas, fondos y
mecenas usureros que sacarán una buena tajada de sus ideas y trabajos. Este
hecho se está incluso retransmitiendo por la televisión en programas como Tú
oportunidad , una especie de talent show para el sector de los emprendedores,
donde los concursantes luchan por obtener financiación para su idea ante un
jurado de cinco inversores. Suerte parecida pueden estar sufriendo cientos de
proyectos de investigación que antes de la austeridad podían encontrar financiación
pública y ahora se buscan la vida en financiación privada, que aprovecha su
oportunidad. Parece claro que “tu oportunidad” es, más bien, su oportunidad.
Notas.
1.-L. E. Alonso y C.
Fernández Rodríguez, «Los discursos del management . Una perspectiva crítica», Lan Harremanak:
Revistade relaciones laborales , núm. 28, 2013, pp. 42-69.
2.- 2Th. Frank, One
Market Under God, Anchor Books, Nueva York, 2000y Pobres magnates , Editorial
Sexto Piso, Madrid, 2013
3.- h. Franck,op.
cit.,2013
4Th. Franck,4.-op.
cit.,2000.
5.-D. Cristol, «Qui nous
dirige? Pourquoi le font-ils?»,La Revue des Sciences de Gestion, n° 251, 2011,
pp. 21-29.
6.- D. Cristol, op. cit.,
2011, p. 28.
7.-M. Granovetter, «The
Economic Sociology of Firms and Entrepreneurs», en R. Swedberg
(ed.),Entrepreneurship: A Social Science View , Oxford Management Readers,
2000, pp. 244-275.
8.-P. Zalio, «Les
entrepreneurs enquêtés par les récits de carrières: de l’étude des mondes
patronaux à celle de la grammairede l’activité entrepreneuriale»,Sociétés
contemporaines, núm. 68, 2007, pp. 59-82.
9.-De cómo se desmonta el
mito del emprendedor, pueden tomarse ejemplos en los interesantes trabajos de
N. Fligstein, «Lemythe du marché», Actesde la recherche en sciences sociales,
núm. 139, 2001, que analiza el caso de Silicon Valley o enel último libro de M.
Mazzucato,The Entrepreneurial State. Debunking Public vs. Private Sector Myths,
Anthem Press,Londres, 2013, donde analiza el denominadoEstado emprendedor.Antes
de que lasstart-upy el capital-riesgo aparezcan,el Estado ya ha invertido sumas
importantes en los sectores innovadores, que son la plataforma de innovaciones
posterio-res aprovechadas por las empresas que se llevan la parte del león.
Entre otros ejemplos que trata Mazzucato, se encuen-tra el motor de búsqueda de
Google, que nunca habría visto la luz si no hubiera sido por las subvenciones
de la NationalScience Foundation o el caso de Apple, donde el iPhone o el iPad
no se habrían desarrollado si previamente el Estadoemprendedor no hubiera
invertido sumas millonarias en internet, la tecnología GPS o las pantallas
táctiles. La gloria se lalleva el emprendedor, que recoge además retornos
ingentes por las patentes, pero nada de ello existiría sin la presenciaprevia
del Estado emprendedor.
10.-L. Boltanski y È.
Chiapello,El nuevo espíritu del capitalismo, Akal, Madrid, 2002; C. Fernández
Rodríguez,El discurso del management: tiempo y narración, CIS, Madrid, 2007
11 M Foucault,Nacimiento
de la biopolítica, FCE, Buenos Aires, 2007.
12.-Ibid., p. 261
3.-Ibid., p. 264.
14.-A. Riesco, «Empresas
sin asalariados y asalariados sin empresas: apuntes sobre la crisis y
transformación del empleo»,Lan Harremanak: Revista de relaciones laborales, nº
27, 2012, pp. 134-148.
15.-LaEstrategia de
Emprendimiento y Empleo Joven 2013/2016 fue presentada por el propio Presidente
del Gobierno, MarianoRajoy, en marzo de 2013. Incluye 100 medidas destinadas a
favorecer la inserción laboral juvenil mediante el trabajo por cuenta ajena o a
través del emprendimiento. Por su parte, laLey de apoyo a los emprendedores y
su internacionalizaciónse publicó en el BOE el 28 de septiembre de 2012
16.-El panorama de atonía
en la iniciativa empresarial que presenta elInforme Global Entrepreneurship
Monitor (GEM) España2013es otro indicador que choca con el triunfalismo que
acompaña al entorno emprendedor. Incluso para este informe proempresa, la
realidad es otra. El llamado “emprendimiento por necesidad” –emprendedores por
la fuerza de las circunstan-cias– subió 3 puntos en 2103, hasta alcanzar el 29%
de los casos. Por su parte, el “emprendimiento por oportunidad” -emprendedores
con el pedigrí schumpeteriano- bajo 5,5 puntos. El informe subraya que la
crisis ha afectado de maneranotable a la actividad emprendedora. La tasa de
actividad emprendedora bajó de 2011, en ese año se estabilizó. En 2013sufrió
nuevamente un ligero descenso y se halla lejos de las tasas de los países que
se distinguen por su innovación.Respecto a los trabajadores autónomos, su
descenso desde 2008 hasta el primer trimestre de 2014 es, según la EPA del6,5%.
Esta caída se ha suavizado en los dos últimos años porque llegó a ser del 14%
en 2011. No parece que el problemasea de falta de emprendedores, sino de una
crisis profunda que los expulsa. En todo caso, no parece que el panorama seamuy
boyante como para recomendar la vía emprendedora como medio de salir del paro
17.-I. Pereira, «Du
salariat à l’auto-entreprenariat: vers plus de liberté ou vers plus
d’exploitation?»,Sud Cultures solidaires[accesible en:
http://sud-culture.org/expressions/spip.php?article1006 (consultado:
27-3-2014)], 2010. 18L. Simbille, «Auto-entrepreneur: le mythe du travailleur
indépendant»,Basta! , núm. 16, febrero, 2012.H. Stevens, «Le régime de
l’auto-entrepreneur: une alternative désiderable au salariat?»Savoir/Agir ,
núm. 21, 2012. S.Abdelnour, «L’entrepreneuriat au service des politiques
sociales: La fabrication du consensus politique sur le dispositif
del’auto-entrepreneur»,Sociétés contemporaines, núm. 89, 2013, p. 131-154.Fuente.
Papeles de relaciones ecosociales y
cambiosocial n º 127
https://www.academia.edu/12023981/La_pol%C3%ADtica_en_manos_de_los_empresarios_el_imparable_ascenso_de_la_ideolog%C3%ADa_del_emprendedor
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