Por Joan Tafalla Monferrer
“La
cuestión meridional es uno de los problemas esenciales
de
la política nacional del proletariado”
Antonio
Gramsci, 1926.
Quiero
hacer unas reflexiones, un poco desordenadas, sobre la permanencia de la
cuestión meridional en el contexto de la Unión Europea. O si lo queréis llamar
de otro modo, de las relaciones centro-periferia en una sistema imperialista y
sobre sus consecuencias sobre el hecho nacional. Mi intervención va de
problemas como la soberanía, la democracia, la autodeterminación de los
pueblos, en marco del proceso de la construcción de un nuevo estado
imperialista europeo.
Artur
Mas, nuestro gran timonel, se reunía el pasado cinco de octubre de 2015 con la
comisión sobre asuntos españoles del Bundestag, o sea del órgano de soberanía
de una de las naciones fuertes dentro de la Unión Europea. No conocemos el
conjunto de su intervención. Conocemos lo que nos dice la prensa que,
lógicamente siempre es menos que la realidad. Artur Mas intentando que los
diputados alemanes entendieran su proyecto les dijo lo siguiente:
Decía
Mas a los diputados alemanes: “ Como catalanes entendemos perfectamente que sus
decisiones dependen de su opinión pública ( es decir no pueden conceder aquello
que equilibraría la situación, j.t.) porque "La situación de Alemania
respecto a la UE es similar en algunos aspectos a la de Catalunya respecto del
estado español … En Europa, Alemania paga mucho y manda bastante, en cambio
en España, Catalunya paga mucho y no
manda nada". El tono de Mas mostraba una auto-ironía amarga con respecto a
la situación de esa fracción de la burguesía española que es la burguesía
catalana. Está claro que la burguesía catalana es una fracción de la burguesía
española. Una burguesía hoy muy internacionalizada. Una parte del conflicto en
Catalunya es un conflicto entre diversas fracciones de la burguesía española
por los cada vez menores recursos disponibles, producto de las políticas de la
UE y de treinta y cinco años de pertenencia a la UE. Un conflicto que expresa
la competencia cada vez más feroz entre esas fracciones de la burguesía. Quiero
señalar el objetivo de Mas no es la independencia de Catalunya. Aquí no me
extenderé en esto.
Uno
de los núcleos centrales de lo que hoy está de moda llamar el régimen del 78
fue la integración de España en un área internacional de libre comercio ( de
las cuatro libertades del liberalismo), esta integración se completo en un
ignominioso Tratado de integración en 1985, que la burguesía española y dentro
de ella la burguesía catalana aplaudieron con la orejas.
La
Unión europea no es solamente una máquina de explotación de la periferia por el
centro, no es sólo un gran mercado para vender los productos de las potencias y
un gran espacio para conseguir fuerza de trabajo barata. La mundialización ha
cambiado muchas de estas cosas. Y la mundialización ha incidido en el estado
español y ha roto el bloque histórico que se constituyó en torno a los Pactos
de la Moncloa y a la Constitución, ha roto el equilibrio de fuerzas entre las
diversas fracciones de la burguesía. La Unión europea se ha mostrado como un
artefacto destructor de los viejos estados-nación construidos
La
Unión europea es un mecanismo que enfrenta a los pueblos los unos contra los
otros. La Unión europea destruyó la unión multinacional en Yugoslavia. Y en
nuestro estado, este fenómeno está presente de manera muy fuerte. La
solución para Catalunya no es
constituirse en una especie de Marca hispánica del imperio franco alemán frente
a los bárbaros del sur, frente a Al Andalus, que es lo que intenta Artur Mas.
Aunque Mas no quiera reconocerlo, Catalunya continúa siendo el sur. El sur de
la Europa alemana. Y el centro la continuará tratando como una periferia. La
cuestión meridional sigue vigente también para Catalunya. Esta no es la salida,
la salida es la autodeterminación de los pueblos, el romper con los viejos
estados, pero unir a los pueblos, unir libremente a los pueblos para defenderse
de la UE.
Pero
la alternativa no es la recentralización que defiende el PP. El estado español,
después del robo de soberanía al que le ha sometido la construcción de la UE como
estado, ya no volverá a ser lo que era. Y la recuperación de su vigor no vendrá
de la liquidación de las competencias de las autonomías. Si los catalanes
queremos romper con este estado, hay que romper con el otro estado que se está
construyendo en Europa que es la Unión Europea. Esto forma parte del paquete.
Recuperar la soberanía significa todo esto. No podemos, compañeros, separar la
Unión Monetaria de la Unión Europea. Os invito a leer el documento de los cinco
presidentes que analicé en mi intervención de ayer. Leedlo, a ver si llegáis a
la misma conclusión que he llegado yo.
Es
decir, si queremos la autodeterminación de los pueblos en el Estado español
debemos pensar que esa autodeterminación es incompatible con la Unión europea.
Y no podemos olvidar que los pueblos se tienen de unir en una perspectiva de
cooperación internacional para defenderse de la agresión del imperio. Es decir,
habrá que federar, confederar, habrá que crear instrumentos en las áreas de la
periferia para crear un área de cooperación económica solidaria entre los
pueblos meridionales.
Hoy
no podemos saber qué país del sur saldrá antes o después de la UE. Lo que
sabemos hoy es que el orden reina en Atenas, eso si lo sabemos. Pero no sabemos
por donde estallará la UE. Sí sabemos que un solo pueblo separado de la UE será
un pueblo vulnerable. Y tenemos de aprender de América Latina, donde los
procesos revolucionarios se han abierto en el marco nacional pero han tenido de
buscar acuerdos entre ellos para defenderse el imperio del Norte. Frente al
ALCA de los USA, el ALBA. Aquí no lo llamaremos ALBA, estamos ya un poco hartos
de seguir imitando modelos de otros sitios. Pero ésta es la perspectiva. No hay
salida nacional, aunque seguramente el estallido de la UE empiece por alguna de
las naciones o de los pueblos existentes. Pero esa nación o ese pueblo fuera de
la UE no va poder defenderse por si sólo. Creo esa perspectiva que debe quedar
clara.
Grecia:
la prueba del algodón.
Ahora
os diré algo quizás os sorprenda: yo estoy muy agradecido al compañero Tsipras
y a ese movimiento llamado Syriza. La verdad es que estoy muy agradecido. ¿Por
qué? Pues por que estos compañeros nos han mostrado ( a quien quiera escuchar,
por que hay gente que no escuchará, hay gente de nuestra izquierda, española,
catalana, tanto da, que tiene en la cabeza el eurocentrismo y el europeísmo y
no se van a bajar del burro) pero a quien quiera escuchar la experiencia griega
les ha mostrado que un programa reformista como el de Salónica no se puede
aplicar dentro de la UE.
Yo
no estoy contra el reformismo. Todas la revoluciones han estallado por que la
gente pedía cosas reformistas: pan, trabajo, paz era lo que pedía la gente en
1917 y empezó una revolución de tamaño mundial pero la gente pedía llegar a
final de mes, simplemente pedía vivir. Esa reivindicación radical era
contradictoria con el capitalismo y ello la transformé en motivo de ruptura. El
programa de Salónica, que yo he leído y trabajado con mucho detalle es un
programa magnífico contiene todas las medidas que se están planeando por aquí,
recoge las peticiones de los movimientos sociales… o sea, lo trabajaron muy
bien los compañeros de Syriza.
Pero
ese programa es una utopía inaplicable dentro de la UE. Decir que ese programa
se puede aplicar dentro de la UE es mentir. No sólo dentro del euro, no solo
dentro de la Unión Monetaria, dentro de la Unión Europea. Dentro de la UE no
ninguna posibilidad de aplicar un programa como el de Salónica. Si Pablo
Iglesias nos presenta un programa como el de Salónica en las próximas
elecciones, como él no es tonto, estará engañando conscientemente a todos sus
votantes. Así de simple. Y si otras fuerzas de la izquierda presentan programas
similares sin decir que para aplicarlos hay que salir de la UE también
mentirán.
Si
queremos comer tortilla, hay que romper el huevo. No he logrado nunca hacer una
tortilla sin romper el huevo. Quiero llegar a fin de mes, quiero tener
corriente eléctrica, quiero que la juventud tenga un futuro, quiero que haya
pleno empleo, quiero que haya un crecimiento sostenible con el medio ambiente…
en fin todo esto… todo lo que ponemos en los programas electorales y somos muy
detallistas. Si quiero todo esto, tengo que romper el huevo. No hay otra.
Un
poco de jacobinismo, por favor.
No
creo que hoy haya que levantar un programa de la revolución socialista. Hoy hay
que levantar un programa democrático, popular, nacional y decirle a la gente
que, si quiere eso se tiene que armar de coraje y… coger coraje, compañeros,
falta jacobinismo en esta izquierda. Jacobinismo entendido como lo entendía
Antonio Gramsci, como coraje, como valor para enfrentarse a las consecuencias
de lo que decimos. Por que decimos cosas y, luego, cuando llega la hora de la
verdad, entonces… nos sentamos con frau Merkel, nos sentamos con Donald Task y
éste a las seis de la mañana nos dice: “Compañeros de aquí no se levanta nadie
hasta que se firme…” y firmamos el Tercer memorándum. Un memorándum peor que
los firmados por el PASOK o por Nea Demokratia.
Este
es nuestro drama, nuestro drama es un drama de actitud, de falta de
jacobinismo, de talante revolucionario. No en el sentido de qué ponemos en el
programa, … los papeles lo aguantan todo. Creo que en el programa hay que poner
cuatro cosas. Aquellas que pensamos que son las justas, las adecuadas a las
demandas de las masas, la adecuadas a la etapa que atravesamos. Pero debemos
estar dispuestos a morir por ellas. Por ese programa, por el vaso de leche para
todos los niños, como Salvador Allende. Pero por esto estamos dispuestos a
morir. El vaso de leche para cada niño, la reforma en esta fase va en contra
del capitalismo. Si le damos el vaso de leche a cada niño, el capitalismo en la
fase en que se encuentra no lo puede permitir y eso transforma el vaso de leche
en un programa revolucionario. Más jacobinismo.
Rompamos
desde el Sur.
Y
acabo con el momento que estamos viviendo en este encuentro. Este encuentro ha
sido muy importante. Pero no lo vamos a magnificar. Queda mucha tela por
cortar, mucha. El retraso que llevamos todos… yo el primero… es inmenso
respecto al proyecto de futuro ese estado europeo, de ese Déspota Ilustrado que
es la UE.
Somos
muy diversos. Nos hemos escuchado, pero aún no hemos podido profundizar en lo
que dice el otro. No hemos tenido tiempo de escucharnos más. Debemos avanzar
firmemente hacia una coordinación, eligiendo el marco donde es posible.
Pero
ninguna cadena se ha roto nunca por todos los eslabones a la vez. Las cadenas
se rompen por el eslabón más débil. A mi modo de ver, el eslabón débil está hoy
en la periferia Sur. Claro que hay una periferia en el Este. Pero, ¿qué
correlación de fuerzas, hay allí? ¿Vamos a esperar a los compañeros lituanos
que hacen homenajes a las Waffen SS? Y es clase obrera la que hace eso. ¿Vamos
a esperar a que ellos estén dispuestos?¿ Vamos a esperar a que la clase obrera
alemana, nos ayude, a que haga la revolución? Los estamos esperando desde 1919.
Entonces…
vamos a empezar nosotros, cuatro, cinco países de la periferia sur, donde las
contradicciones están más maduras. Empecemos por coordinarnos. No demos ningún
paso adelante por encima de nuestras posibilidades. Aquí se han presentado
propuestas por parte del compañero Périchaud, estudiemos estas propuestas,
entre todos. Acojámoslas pero hoy no lo vamos a resolver. No hay tiempo.
Pero
sobre todo, a los negristas, a los nuevos europeístas digámosles: el pueblo
europeo no existe, hoy. No hay un demos europeo que se pueda apoderar de la UE.
No existe. Ojalá existiera, pero no existe. La clase obrera es internacional
por su contenido, si. Pero ya nos dijo Marx en el Manifiesto que el marco de
lucha era nacional. Lo era claramente en 1848 y, a pesar de los avances de la
internacionalización del capital, de la mundialización, aún lo es. Por tanto,
empecemos en nuestro marco nacional, empecemos en el marco del sur. No
esperemos a los lituanos ni a los alemanes, o a los ingleses y, rompamos desde
el Sur.
Es
por ello que os hablo de la permanencia de la cuestión meridional.
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