Por
Atilio A. Boron
Pocas
veces se ha visto un gobierno que de forma tan rotunda ratificara la verdad
contenida en algunas tesis medulares de la teoría política. Una, formulada por
Agustín de Nipona en el siglo IV cuando se preguntaba: “Sin justicia ¿qué son
los reinos sino grandes bandas de ladrones?” En línea con este razonamiento
Tomás Moro, ya en los albores del siglo XVI decía en su célebre Utopía que al
contemplar a las florecientes repúblicas de su tiempo no veía otra cosa que
“una gran cuadrilla de gentes ricas y aprovechadas que a la sombra y en nombre
de la república trafican en su propio provecho.” A mediados del siglo XIX Marx
y Engels confirmarían la veracidad de aquellas premonitorias observaciones
escribiendo que el “Estado es el comité que administra los asuntos comunes de
la clase burguesa.”
En
un continente infestado por la presencia de una derecha cada vez más
inescrupulosa y voraz la gestión de Cambiemos al frente de la Casa Rosada
sobresale por la radicalidad de su proyecto reaccionario. Un breve balance de sus
primeros seis meses demuestra que su preocupación excluyente fue ejecutar una
acelerada transferencia de ingresos y riquezas a favor de las clases
dominantes, exacerbar la expoliación de trabajadores y consumidores, blindar
mediáticamente al nuevo elenco gobernante (para que sus delitos,
transgresiones, incompatibilidades y conflictos de intereses sean ocultados
ante los ojos de la opinión pública) y arrojar por la borda cualquier
pretensión de autodeterminación nacional, atando la Argentina al carro del
imperio y asumiendo con estúpido regocijo un nuevo status semicolonial.
Pocas
veces se ha visto un gobierno con tan poca sensibilidad social, incapaz de
comprender que los brutales ajustes en las tarifas de los servicios públicos no
tienen la menor posibilidad de ser abonados por los usuarios. Un gobierno de
prepotentes oligarcas corporativos sin ningún contacto con la vida real, las
privaciones, los sacrificios y los sufrimientos de la enorme mayoría de la
población. Minoría opulenta y autoritaria que en los últimos años multiplicó de
modo obsceno su riqueza y que, ya en el poder del Estado, se ensaña
vengativamente con el resto de la sociedad a la cual culpan de haber sido el
soporte material del “populismo” y a la cual, en ejemplar escarmiento, confiscan
ahora sus miserables ingresos por la vía de las tarifas, y en poco tiempo
arroja a la pobreza a más de un millón de personas. Un gobierno como este, que
desprecia los más elementales preceptos de la justicia social y la equidad
sería considerado por Agustín y Tomás (santificados a regañadientes por una
Iglesia históricamente aliada al poder social) como una conspiración de
ladrones. Y por Marx y Engels como una confabulación de los ricos para saquear
a la sociedad en nombre de la república y la democracia, aún a riesgo de
incendiar el país. ¿Suena exagerado? No, es apenas una sobria descripción del
tipo de gobierno que hay en la Argentina. No estamos inventando nada.
Simplemente haciendo una radiografía política, penosamente verdadera. Y la
verdad siempre es revolucionaria.
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