LA
TRANSPARENCIA POLITICA EN LA DEMOCRACIA GRIEGA
Miguel Angel Domenech
Delgado
Cuando
se trae sobre el tapete de la polémica o en el discurso, para bien o para mal,
el asunto de la democracia en Grecia clásica (1) casi siempre se hace de manera estereotipada.
Se suele contemplar, habitualmente por unos o por otros, el funcionamiento de
la democracia griega como una práctica política simple y sencilla, calidad que
se pretende atribuible a su antigüedad en el tiempo, como si en esto, la
historia fuese un progreso forzosamente hacia lo mejor y más elaborado que se opusiese a la simplicidad
e ingenuidad antigua y al primitivismo de los que nos han precedido. Los griegos,
según esa visión, serian almas cándidas, sin la experiencia que nosotros tenemos,
radicales por ingenuos, y pertenecientes a una época en que solo eran posibles ciertas maneras y prácticas
políticas, hoy superadas puesto que lo posterior históricamente siempre sería
mejor que lo anterior en el orden de progreso en que entendemos la historia de
la humanidad. Hoy la política, es algo
propio de técnicas jurídicas,
económicas, sociológicas, que tiene en cuenta vectores que antes no se
consideraban por ignorancia y la falta de experiencia, parece proclamar esa
versión de las cosas. . En suma, el progreso político, como en el
científico- también habría alcanzado en nuestros tiempos cotas
inconcebibles para los de otros tiempos, cotas que son difíciles de rebasar desde el punto de
vista civilizatorio y que a su
primitivismo social y por lo tanto mental no les era dado entender.
Este
discurso se sorprende cuando supera la banalidad y conoce realmente cómo eran las cosas. Así, en la
tópica imagen del funcionamiento de la polis democrática griega
suele decirse que consistía en una
democracia directa y asamblearia en la
que “todos, trataban de todo , todo el
tiempo” . Esto, por lo tanto no
puede de ninguna manera inspirar modelo ni germen alguno para nuestras
democracias. Precisamente esta caricatura de lo imposible se levanta interesada
e ideológicamente como argumento contra
aquellos que desde una restitución de la
radicalidad democrática que inspira un republicanismo político e
ideológico renovado sostienen la calidad
genuina de lo político contra la reducción
del vivir civil en que consiste la
institución de la democracia
representativa liberal. Una vez más, la
democracia griega debe acudir en auxilio de la república.
Porque,
en efecto, frente a esto, verdaderas bibliotecas se yerguen (2) que examinan y dan testimonio de la complejidad
técnica, jurídica y reglamentaria que regulaba la marcha de las instituciones
de la polis de Atenas a lo largo de
su existencia. Les sorprendería a los
que usan el discurso simplificado, que en la práctica política de las instituciones atenienses se distinguía, a efectos
legislativos o jurisdiccionales, lo que era derecho público y ámbito del derecho
privado, que existía una división de funciones y de poderes y competencias minuciosamente
reglamentada entre Asamblea, Consejo y Tribunales del Pueblo. Que se producían cuestiones
de inconstitucionalidad y de control de legalidad y oportunidad en una jurisdicción de revisión
con procedimiento establecido. Que se reglamentaba con todo detalle el
orden del día, el orden de palabra y el desarrollo de las reuniones hasta
incluso en la ubicación del público en el local. Que existían las nociones de
jerarquía y de competencia en las normas. Que existía el equivalente de la acción del fiscal como acción
pública en interés del estado. Que a unos técnicos competentes se les
encargaba la redacción de la norma y que existía la iniciativa popular
legislativa con una reglamentación eficaz . Que estaba presente y asimismo detalladamente reglada la responsabilidad de
los cargos públicos, y hasta la de los proponentes de iniciativas
legislativas, la rendición de cuentas, la fiscalización de gastos y justificación de contratación de obras públicas,
el examen previo para el desempeño de cargos. Que estaba reglamentado el procedimiento
de revisión de las leyes que permitía el examen contradictorio de las partes y se distinguían las clases de la normas según
su vigencia. Que existía una comisión de codificación. Que se procedía según un
procedimiento legislativo muy complejo y
garantista. Que se distinguían
las categorías y rango de norma tanto a efectos de elaboración y aplicación como de impugnación según fuesen norma general o resoluciones
particulares, entre leyes o decretos, ….la lista que mostrase la deliberada y
elaborada tecnicidad del funcionamiento de la democracia ateniense puede ser extensísima. En suma, estamos muy
lejos de aquel primitivismo que se atribuye a las formas de democracia no
representativa que pareciese que solo sería
propia de pequeños y simples cantones para reducido número de habitantes e
imposibles para la mentalidad jurídica y racionalidad política moderna.
A
pesar de todo ello, y esto es lo sorprendente
y lo que debería servirnos de reflexión política de mas alcance, la política
no era el ejercicio de una actividad de los políticos sino que conseguía ser
asunto de todos los ciudadanos de manera que no se daba esta división entre Estado
y administración frente a ciudadano a la
manera de Estado frente a sociedad civil que hoy ocupa nuestra actividad
política. Tampoco existía el profesional de la política o la organización de profesionales en forma de partido frente
a la masa común de los individuos como
se concibe hoy en nuestros días el progreso
político que pretendidamente se
dice que hemos alcanzado. En el arte político, el arte de gobernar las
ciudades, todos tiene parte común y no puede ser reservada a los profesionales
de oficio como le replicaba Protagoras a un Platón elitista.(2) Esta concepción
radicalmente democrática del gobierno se
mantenía sin que implicase que ese arte político era de una
simplicidad al alcance de los ineptos
sino incluso a sabiendas de un complejo funcionamiento que estaba a la vista de
todos. Porque la política, y en esto se debe de insistir, a pesar de su
profundidad y complejidad, no era una techne, como ocurre en otros ámbitos del conocimiento, no es una ciencia, sino una conciencia. A todos se les ha dado
“sentido
moral y de la justicia para
que haya orden en las ciudades y lazos acordes de amistad….todos deben de ser partícipes,
pues no habría ciudades si solo algunos de ellos participasen como ocurre con
los otros conocimientos” (3)
Una
de las instituciones políticas y
sociales más expresivas de este vivir político ( vivere civlle lo llamarían los republicanos italianos del XV cuando
recuperaban los valores clásicos de la
vida política en sus ciudades), es la publicidad y trasparencia de todos sus
actos políticos. Lo político era tan sinónimo de público que no podía soportar
el más mínimo secreto, entendiéndose ya lo que Kant nos expondría veinte siglos más tarde.
“Son
injustas todas las acciones que se refieran al derecho de otros hombres cuyos
principios no soportan ser publicados” (4)
En
efecto, para los griegos,
“todo
engaño se genera en lo oscuro” (5)
La
dignidad humana, la decencia, gravitaba para la mentalidad del hombre griego-
como ha subrayado insistentemente Hannah
Arendt- en el “aparecer”. Al ser el espacio público el lugar por excelencia del desarrollo moral
de las personas, y el sitio del compromiso
activo por los asuntos de la polis, lo
político no se entiende como una institución de protección del privilegio
individual, interés y derecho privado
sino como el lugar por excelencia donde el “aparecer” humano, es decir su
naturaleza intersubjetiva y política y su propia condición de sujeto moral
realizándose en lo relacional, es
posible. Es este punto quizás, el corazón antropológico del republicanismo, su originalidad
fundamental y peculiaridad frente a otras concepciones políticas y donde más se
enfrenta al liberalismo. Este corazón republicano sitúa históricamente su nacimiento en la
democracia ateniense. Pero esto sería
objeto de otra más extensa reflexión que no es intención de este artículo
La
publicación, la exposición a la vista, es, por lo tanto en la democracia griega un
elemento imprescindible por indiscutible. La “trasparencia”, como hoy llamamos,
en un término que nos parece redescubierto para aportar mejoras a las deficiencias
de nuestras democracias, era, en tanto que fundamento antropológico mismo de la
política, la institución habitual e incontestable de los acuerdos políticos.
Los
atenienses, en política, exponían públicamente
todo lo que podían y se publicaba todo. La publicidad era su modo de vida y al
pasar la mejor parte de su tiempo en la
actividad pública aprovechaban cualquier
lugar en que todos podían tener acceso: pórticos, agoras, palestras, templos, cementerios, edificios
públicos. En todas partes se exponía lo que había sido hablado y acordado en
ellos, por ellos o relativo a ellos.
Existían
los archivos públicos oficiales el
Metroon, en el Agora misma, donde todo ciudadano podía solicitar copia escrita sobre papiro de cualquier documento
público. . Se publicaba en mármol o en calcárea o en pared de roca, o en bronce
y en madera (estos últimos raramente
conservados). Lo más corriente era hacerlo
en baldosas de cerámica o en estelas de mármol. Anualmente la Asamblea
votaba cerca de 400 decretos que se
hacían públicos en aquellos soportes y había una comisión legislativa, los nomothetai que se encargaba de
actualizar los códigos y responder de su administración, ubicación y puesta al día
tanto en archivo como esculpida al exterior. Todos los cuerpos de magistrados debían de rendir cuentas igualmente por
escrito de la administración de sus competencias y todas ellas eran expuestas
públicamente. Los Tesoreros (tamiai) publicaban escrupulosamente en la Acrópolis los movimientos
del tesoro del templo de Atenea. También lo hacia el colectivo encargado de las
adjudicaciones de obras públicas (poletai),
o los encargados de las ventas de bienes
públicos o los superintendentes de los arsenales (epimeletai ton neorion). Los atenienses podían examinar grabadas en
piedra minuciosamente, las cifras de gastos, honorarios, que se estaban llevando a cabo.
Las obras públicas eran objeto de
rendición publica de pagos al arquitecto, al transportista, al cantero y
todos los costes que eran también
publicados y grabados en la piedra misma de la obra. La gestión
económica de navíos, gastos, inversiones y su equipo, también se hacía pública. Esto obligaba a toda magistratura individual o
colectiva a llevar archivos, que se imprimían
sobre estelas o papiros o en piedra. Esto es además un indicio cierto de la
capacitación en materia politica de los atenienses y de su interés por lo público
puesto que normalmente los cargos eran desempeñados por sorteo o por un sistema
mixto de sorteo entre elegidos. También se ha encontrado un número considerable de estalas de mármol que relacionaban las listas nominales de los presidentes
de la Boule ( prytanoi) e incluso de todos los miembros de este Consejo que se renovaban
cada año. Estos nombres se exponían en la fachada del local donde tenían lugar las sesiones ( bouleteiron). Se hacían públicos los
nombres de todos los ciudadanos muertos en combate, renovándose constantemente
y conservándose en el cementerio del Cerámico.
En
Atenas la arqueología ha encontrado cerca de 20.000 inscripciones de documentos
públicos de aquella época. Solamente del siglo IV se poseen 50 decretos, 10 leyes, 400
cuentas e inventarios y una cincuentena
de listas con nombres de prytanos y magistrados
para cada año. Han podido conservarse
menos documentos grabados en bronce dada su reciclaje posterior como metal y quedan pocos restos pero al final del mismo
se imprimían plaquitas de bronce que serían el soporte documentario del
año a iniciar y se utilizaban grandes estelas
para hacer listados de ciudadanos que debían hacer el servició militar . Se
conservan un centenar de estelas con los nombramientos de miembros de los
tribunales del pueblo. En el siglo IV se define la ley como norma escrita de manera que se afirma “ que las leyes no
escritas no deben de aplicarse” ( 6) y se termina con la antigua igualdad de
fuentes en derecho entre las leyes no escritas o las escritas dando preferencia
a las que resultan de un procedimiento
legislativo y desembocan en publicación.
La
democracia ateniense desarrolla una civilización de la escritura muy diferente de otros orígenes. En las
monarquías o realezas orientales, la escritura era el soporte especializado de
las necesidades de palacio y del poder central, incluyendo la fiscalidad y la hagiografía
gloriosa de las genealogías reales y por
lo tanto era una ciencia de escribas, de funcionarios al servicio de aquellas
necesidades. Otros orígenes están relacionados con la llevanza de control
comercial y de negocio. En la Grecia clásica se va desarrollando, al amparo de
esta concepción de la publicidad que es el rasgo no solo de la praxis política
sino de una visión antropológica del
hombre mismo, la escritura como técnica
y soporte vinculado a la práctica de la democracia. La escritura es un fenómeno
cada vez más destinado a lo público e implica la realidad o la necesidad de que
todos sepan esa forma de expresión. De la misma manera que Jean Pierre Vernant
describía en aquella brillante formula que “la
razón es hija de la ciudad”,(7) refiriéndose particularmente a la ciudad
democrática , puede afirmarse que en
cierto modo, el desarrollo moderno de la escritura también tuvo una de sus madres
en la democracia griega y su exigencia de publicidad.
Notas
(1) La historiografía suele coincidir en que
la democracia en Atenas se inicia con las
reformas de Clistenes en el 508 a.C. para terminar en el 322 a. C. con la conquista de Atenas por
Macedonia, incluyendo la “democracia radical”
del 462-411 a.C. y dejando al margen las interrupciones oligárquicas
de las guerras sociales del 410-11 a.C.
y de los antecedentes de Solón. Cuando en este texto se
habla de democracia en Atenas y de sus
instituciones se están resumiendo las de las diferentes etapas que tuvieron
lugar en ambos siglos V y IV a.C. aunque no sean coetáneas.
(2). Entre otros, los trabajos de Mogens H. Hansen, particularmente The Athenian
Democracy in the Age of Demosthenes.-
1991. En esa misma obra, una bibliografía extensísima de estudio de las
instituciones de la democracia griega.
(3).Platón.-Protágoras 320 D
y ss
(4).I. Kant. “Sobre la paz perpetua”.-Alianza edit.
Madrid 2002 p100
(5).Canción griega de
banquete.-Siglo IV aC .en “Antología de
la poesía lirica griega.-siglos VII-IV ac)”.Alianza Ed. Madrid 1989.p173
(6). “Sobre
los misterios”. Andocides, párrafo 87
. “Discursos
I. Sobre els misteris” intr., text grec revisat, trad. i notes de Jordi
Redondo, Barcelona, Fundació Bernat Metge, 2006
(7). Jean Pierre Vernant . “
Mito y pensamiento en la Grecia antigua”.- Ariel Barceloa.2007p.364
Fuente. Espaimarx
http://www.espai-marx.net/ca
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