Es un mito que exista una burguesía catalana
independentista
Por Joan Tafalla, profesor de historia (*)
“La burguesía no pone nunca todos los huevos en
el mismo cesto”
Josep Serradell “Roman”, en conversación con un
servidor, hace unos treinta años.
El
deslumbramiento producido por la retórica política suele impedirnos tener una
visión de conjunto del conflicto, captar la dinámica, el ritmo de desarrollo,
la dirección de marcha, los objetivos reales del contendientes y las sucesivas
modificaciones de las correlaciones de fuerzas .
El
próximo otoño estará llena de retórica cegadora. Por un lado, nos deslumbrarán
las brutales actuaciones de un estado profundo e integral que considera la
sagrada unidad e indivisibilidad de la patria española como algo eterno,
natural, sagrado, imprescindible e intangible. Pedro Sánchez declara su
intención de des-escalar el conflicto y de abrir vías a un pacto entre las élites,
pero las acciones de este estado profundo, de este post-franquismo que se nos
está haciendo tan y tan largo pondrán a prueba la consistencia de su voluntad.
Los
procesos de los presos políticos, de los alcaldes y de los representantes de
las entidades soberanistas ritmarán el conjunto del otoño. Ligado a esto, las
provocativas acciones de la extrema derecha contra la libertad de expresión del
movimiento independentista y la subasta entre el PP o Ciudadanos por la
primacía en la defensa de sus valores patrios serán nuevos palos en las ruedas
del intento de des-escalar el conflicto.
También
nos deslumbrarán las acciones de ese sector de la clase política catalana que
ha perdido el rol de partido orgánico, representativo y mediador de las clases
dominantes y dirigentes radicadas en Cataluña. El cesarismo de Puigdemont
transformará otoño en una nueva fase de la larga campaña electoral (llamada
proceso). La lucha por la recomposición de la representación política de la
burguesía radicada en Cataluña se hará por los senderos de la radicalidad. cosa
que no gusta ni a Fomento del Trabajo Nacional, ni al Círculo de Economía.
Tras
su triunfo aplastante en el congreso del PDCAT, Puigdemont y su vicario en la
tierra harán esta campaña electoral de una manera des-acomplejada: o yo, o el
diluvio! Chantaje, presión, ataques irrespetuosos contra el disidente, OPA’s
contra ERC, robo del electorado a la CUP (como en parte ya ha sucedido) … Todo
bajo el signo de las prisas, del ahora o nunca, de la ilusión de conseguir un objetivo
que ellos saben ficticio: implementar una inexistente república catalana. Una
república que, en el momento decisivo, tanto los unos como los otros dejaron en
una declaración retórica, en un acto teatral vacío de contenido, de acción y de
voluntad.
El
27 de octubre Puigdemont tenía un pacto con el PP de Rajoy, mediado por el PNV
y por el PSOE. El pacto traicionaba la retórica pública usada tras la
sustitución de Artur Mas y, sobre todo traicionaba al movimiento popular que
había hecho posible el 1 de Octubre. Nada nuevo bajo el sol: es el mismo “modus
operandi” de las clases dirigentes catalanas desde hace casi cuatrocientos
años. Pero la aplicación de ese pacto era complicada. Una vez has estimulado a
las multitudes y éstas toman las calles, los pactos no son fáciles, necesitan
un largo tiempo de digestión.
Así
que una vez expuesto a la crítica acerba de otros sectores políticos en
competencia, Macià le petit, optó por el coitus interruptus: proclamación
retórica, ninguna medida práctica real y refugio en el extranjero. Como dice la
naif y recién llegada al gran juego, Clara Ponsati: ir de farol. Sólo la dureza
intransigente de un estado profundo personificada en el ensañamiento jurídico
de Llarena transformaron un tacticista en mártir de la patria. Si Puigdemont y
los suyos pretenden sinceramente que el 1 de octubre otorgaba la legitimidad
por una proclamación unilateral de la república catalana, que motivó la jornada
del 27 de octubre? Qui prodest?
¿Pero
existe una burguesía independentista?
Existe
un mito compartido tanto por la izquierda independentista como por la izquierda
autonomista, recientemente auto-re-descubierta como federalista. Es el mito de
la existencia de una burguesía catalana independentista.
Se
trata de un fetiche instrumental: las clases dominantes y dirigentes catalanas
no han sido ni son independentistas. En su inmensa mayoría, por supuesto. Sólo
hay que dar un vistazo a las páginas web de Fomento de Trabajo Nacional ( de
España, off course), del Círculo de Economía, del Círculo Ecuestre, del Círculo
del Liceo, de la Sociedad de Estudios Económicos, de la Sociedad Barcelonesa de
Amigos del País o del recientemente creado Club Alexis de Tocqueville, o
escuchar a algunos asiduos a la actual lonja del Barça, para comprobarlo.
O leer el monárquico diario del conde de Godó, o El Periódico, o ver o escuchar
A tresmedia Corporación, propiedad de una importante familia burguesa catalana.
O leer la “Opinión del Círculo de Economía” presentada en su XXXIV Reunión
(Sitges, 30 de mayo): “Propuestas para modificar el autogobierno de Cataluña y
el funcionamiento del modelo territorial de Estado”.[2]
Entonces,
¿a qué viene la gesticulación radical de los ganadores del congreso del PDCAT?
A quien aspira a representar la nueva generación de clase política
post-convergente que vemos brotar ante nuestros ojos? Nos creeremos la patraña
de que ya no aspiran a representar las viejas clases dominantes y dirigentes
catalanas? ¿Nos tragaremos la bola de que se han pasado al bando de las masas
populares?
No
sé si el amigo lector cree en milagros. Yo, hace algún tiempo que soy un
descreído. Considero que el objetivo táctico de Puigdemont es: primero
derrotar/absorber a los sectores de izquierdas y democráticos del movimiento
popular independentista, para después subordinarlos a su proyecto, que no es
precisamente, la independencia, sino una salida negociada.
El
movimiento popular independentista, en el que hasta ahora han sido mayoritarios
los perfiles más democráticos, progresistas y transformadores, ¿se dejará
hegemonizar y cooptar por este cesarismo rampante y por su estrategia falsaria
de “cuanto peor, mejor”? Es pronto para saberlo.
Por
mi parte, en mis más de cuatro décadas de experiencia política he aprendido
algunas cosas. Uno de ellas es esta: las clases dominantes y dirigentes de este
nuestro pequeño país consideran el ejercicio de no poner todos los huevos en un
mismo cesto como una de las bellas artes.
Notas
[1]https://www.diarijornada.coop/actualitat/20180901/sobre-art-no-posar-tots-ous-mateix-cistell.
En catalán en este blog:
http://lallibertatdelsantics.blogspot.com/2018/09/sobre-lart-de-no-posar-tots-els-ous-en.html
[2]
https://www.circuloeconomia.com/propuestas-para-modificar-el-autogobierno-de-cataluna-y-el-funcionamiento-del-modelo-territorial-de-estado/
Fuente: http://lallibertatdelsantics.blogspot.com/
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