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...EL MUNDO HA DE CAMBIAR DE BASE. LOS NADA DE HOY TODO HAN DE SER " ( La Internacional) _________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

4/2/19

REPUBLICANOS. EL EJEMPLO DE LOS VIRTUOSOS




Por Miguel Ángel Domenech Delgado
El viejo topo. Revista.-Julio/Agosto 2018 n 366-367

En Roma se contaban  relatos biográficos  de los tiempos de la República  que, fuesen verdaderos  o  fábulas, eran ciertamente ejemplarizantes y esas  historias relatadas   eran una proposición del lenguaje que decía a los que lo escuchaban  lo que era la comunidad  política republicana. Estos relatos ejemplares se hacían incluso en el tiempo del imperio e incluso siguieron repitiéndose   históricamente más allá, en otras épocas y otras geografías. Como ha señalado Hannah Arendt, con frecuencia el republicanismo se ha vestido de ropajes romanos.

Uno de estos relatos es el  contaba la gesta de Genucio Cipo. (1)

Era este un  juez  de los primeros años de la Republica Romana
que partió en funciones de general con su ejército a la guerra en el siglo VI ac. Al volver, victorioso, un augur le profetizó, interpretando unas circunstancias personales , que derrocaría la Republica   al traspasar la puerta de acceso a la capital. Predijo  el augur que Genucio  impondría con su dominio la famularia iura, la ley de familia, que es la propia de la dominación de esclavos y familiares suplantando a la civilia iura, la republicana y  propia de los hombres libres. Es decir que se convertiría en tirano de Roma aboliendo la República. Para evitarlo, Genucio, desde sus convicción de acendrado republicano, se impuso a si mismo no traspasar  aquel acceso, la puerta Radunculana y para vencer al destino marchó voluntariamente al destierro  para siempre. En aquel exilio, por amor a la Republica, permaneció hasta el día de su muerte. La puerta Radunculana quedó desde entonces decorada con su imagen y  era el límite que prohibía el acceso al núcleo de la ciudad (el pomerium) a generales y gobernadores armados como  norma   preventiva de protección de la Republica.  Aquellos  tenían prohibido atravesar el pomerium.  Como resultado, un general que estuviese esperando a celebrar un triunfo con sus tropas victoriosas debía esperar fuera del pomerium y renunciar  a su imperium   en el momento en que lo cruzaban. La supresión de este limite  fue ya obra del Principado y el Imperio. El espacio público republicano  debía de ser el lugar de la política  y  no el  de las armas. Genucio hizo el gesto moral  de  sacrificar su interés individual por la conservación  del fundamento  físico de la Republica

La transmisión de este género de  historias materializa aquella preocupación republicana que manifestaba Saint Just: “ se dictan  demasiadas leyes y se dan  pocos ejemplos”. Efectivamente, el ejemplo de los virtuosos ha alimentado la ética republicana no solo en su contenido sino también en su forma característica.  Es esta forma la de una moralidad apoyada en los ejemplos de los mejores y de los virtuosos, es decir, nacida de una reflexión existencial concreta de las opciones  que se han tomado y que todos aceptamos y acordamos como de una vida buena y digna. La ética es ante todo, una opción, que al elevarse a ejemplar por el común inspira la conducta de los demás. No es tanto un contenido categórico de lo que debe de hacerse o no hacerse formulado  en forma de un dictado  trascendiendo nuestras voluntades para su cumplimiento  sino  como una práctica de vida y opciones de conducta libre y reflexionada que persuade a los demás y al hacerlo se hace ejemplar. Es una prudencia y sabiduría  libre que la comunidad acoge y propone. El ejemplo de los virtuosos significa además una perspectiva  propia del mejor humanismo, de optimismo y confianza en el esfuerzo de los seres humanos porque el recurso a la difusión del relato de las vidas virtuosas como instrumento pedagógico  de moralización nos está diciendo que el juicio moral, igual que sucede con el juicio estético, se educa, y los educadores son los propios seres humanos. Al aceptar la validez ejemplar de conductas concretas subrayamos e insistimos en el humilde  valor de lo particular como corrección necesaria de universalismos en que incurre con frecuencia la teoría política alejando la política misma de la pasión , de la emoción y de su carácter frágil y contingente que obliga al compromiso  por la polis y  su cuidado

Las vidas ejemplares dan pautas de juicio moral. Al proponer una validez ejemplar sugieren una concepción de la política centrada en la libertad de los particulares por encima de dinamismos universales que se presentasen como necesarios. De la misma manera que se dieron episodios ejemplares colectivos: la Revolución Francesa,  la Comuna, la Revolución Rusa, los consejos obreros alemanes del 18-19, la lucha de  resistencia  de la Republica española,…se erigen también las vidas ejemplares afirmando al mismo tiempo   el valor de lo efímero, la fragilidad, la contingencia y el azar de las cosas  humanas libres. Para el pensamiento republicano, al ser lo convenido, lo intersubjetivo , la medida de todas las cosas políticas, los individuos  que muestran su conducta a otros son elementos esenciales de la moralidad y del juicio político. Ese es el significado de las vidas ejemplares, el mismo que proclama el valor  de la Memoria Histórica.

De la misma potencia ética de la ejemplaridad moral  que la tradición del republicanismo propone son muchas otras historias como la de Publio Valerio Publicola.

Publio Valerio Publícola fue un político y militar romano del siglo VI a. C., uno de los fundadores de la República, que ejerció cuatro consulados. Cuenta Valerio Máximo que  para que fuese  mas libre la condición de los ciudadanos, se preocupaba  de la igualdad de condiciones de todos y aplicándoselo a si mismo, fue desprendiéndose de todo elemento de su conducta que podía sugerir un privilegio hasta el punto de que llegó a demoler su propia casa porque estando situada en un lugar mas elevado que las otras podía parecer una ciudadela. La gloria, dice Valerio Máximo, para Publicola  no era vivir en un lugar más alto sino que era la igualdad lo que eleva a los hombres. (2)

El republicanismo romano, y sus tradiciones ejemplares también ha  traído, y es oportuno volver a traerla, la biografía de Cincinato (3)   
  
Lucio Quincio Cincinato  (siglo V a.C.) era un ciudadano muy apreciado por todos  que ya había rendido servicios a la Republica en otras ocasiones  y fue estimado, en un momento de extrema gravedad para la supervivencia de la Republica, la única esperanza del pueblo romano. El senado le envió legados para que aceptase la misión política que quería encomendarle. Cincinato  estaba en el campo cultivando la parcela de tierra que poseía a la ribera del Tiber  y allí le encontraron con el azadón dicen unos, o detrás de su arado con bueyes,  según otros, pero en todo caso, sudando en el trabajo agrícola. Los legados le rogaron que se hiciese cargo de la misión que le encomendaban. El se  limpia el sudor y  el polvo  y se informa por los legados de la gravedad de la situación.  Tras esto, L. Quincio no lo duda. Toma la toga que le ofrecen y la viste porque la Republica le necesita. Es un ciudadano disponible para el bien común y le han dado poderes extraordinarios por seis meses para arreglar la situación. Cincinato  lo hace con extrema eficacia y al cabo de diez y seis días,  terminada su misión, abdica y vuelve a su campo, a su humilde arado detrás del surco de los bueyes.


Una constante de esa ejemplaridad es  la insistencia en el trato  igualitario vinculado a la sobriedad y modestia de vida. Se ensalzaba, por asi decir, una igualdad “por abajo”. Una actitud que se adopta con una espontaneidad y naturalidad que ilustra sobre  lo que es una hegemonía del ethos republicano. 

Que la moralidad ejemplar  es hoy  anómala lo demuestra la extrañeza admirativa con que recibimos hoy este género de historias, casi como de cuentos imposibles para almas cándidas. Estas vidas ejemplares nos son extrañas y hacen difícil la aceptación de una ética republicana por cuanto nosotros vivimos en otro mundo moral. El ethos en  que vivimos es el del capitalismo, el de   la utilidad sin escrúpulos cuyo signo exterior es la ostentación desigual. Como señala Robert Musil :

“El capitalismo puede ser considerado como la más gigantesca organización del egoísmo. Lo propio de este sistema es construir un orden basado en la explotación racional de las capacidades moralmente inferiores del ser humano, un orden de una eficacia notable en el desarrollo de conductas tales como la ausencia de escrúpulos, la desconfianza hacia todo género de idealismo, el ánimo de destruir o construir- tanto da si de ello resulta un lucro- sin otro  limite que el de sacar provecho en la más mínima circunstancia.” (4)

El lema ejemplar del liberalismo capitalista  es  explotar    las circunstancias que se  ofrecen, circunstancias que en  el contexto del caso se llaman mercados, es decir, espacios en que se paga y se recompensa lo que se ofrece – sea cual sea la  condición moral que conlleve el producto o el productor - con tal de que correspondan a una demanda también producida. Esa coincidencia se llama asignación óptima de recursos y el sistema tiene a gala que la economía guiada de esa manera es no solo la más eficaz y racional sino se supone  la más democrática por cuanto satisface la necesidad expresada. Su  libro de cabecera podría ser muy bien La virtud del egoísmo,  el libelo de uno de los santos  del capitalismo  de libre mercado,  Ayn Rand, para quien en la selva legitima del mundo empresarial y económico sólo los que tienen éxito son los fiables y moralmente superiores, y los que se dedican al bien común  de manera permanente ( sindicalistas de Industrial Workers of the World IWW o, ocasionalmente,  mujeres  huelguistas de Lawrence  de Pan y Rosas ) , eran  parásitos que quieren aprovecharse de los mejores. Es la versión de M.Teatcher en su  definición  del socialismo como  aquel sistema que quiere que los inútiles y vagos  vivan a costa de los  meritorios que  trabajan. Entre las versiones más populares de esta visión del mundo  se encuentra como una de las no menos repugnantes el famoso best-seller  Tus Zonas Erróneas de  Wyne W. Dyer,  publicado en 1976  y uno de los libros mas vendidos de todos los tiempos con 35 millones de ejemplares. A la ausencia de decoro se le llama ahí,  libertad.

En el panorama de la creencia en la superioridad indiscutible del progreso histórico  de nuestros tiempos se incluye  el  peor cinismo del éxito. Es casi inexistente aquel lema del juez honrado de Horacio :“honestum praetulit utili” (“anteponía la honestidad a la utilidad”) y son excepcionalmente destacables quienes como John Dewey   dudan que esto signifique un progreso de lucidez y autonomía.

“El falseamiento y la estupidización  de la personalidad humana que practica el actual  régimen pecuniario y competitivo desmiente el dictum según el cual el sistema social vigente encarna la libertad y la autonomía del individuo”  (5)

No obstante no es ocioso hacer patente con la fuerza y potencia de ejemplos aquella superioridad moral  cuya reivindicación debe de ser una identificación insistente  de las izquierdas. De ahí la potencia d e los ejemplos. Solo cuando se rehúsa de antemano que haya un sentido propio de la vida humana que pasa por incluir  el deber ser que los humanos mismos instituyen para  crear un mundo sobre los brutos hechos dados se podría decir que ser virtuosos es una exigencia desmedida. Los ejemplos nos están diciendo  en el mensaje republicano que los hombres pueden traer un mundo al mundo y que en esa institución, consiste precisamente la política,
Se podrían añadir muchos otros. Por su actualidad citemos a Quinto Fabio cuyos hechos  en el año 480 a.c. son relatados por Tito Livio y  a él se refiere Maquiavelo en sus Discorsi .Quinto Fabio había sido cónsul el año precedente, pero no desdeñó estar en las primeras filas de la batalla, como soldado, recibiendo alli una herida que le provocaría la muerte. Su presencia y aquel incidente animó a los romanos en la batalla que casi tenían perdida, consiguiendo la victoria. Sobre este comportamiento  que no despreciaba volver a la base del los combates hace Maquiavelo el comentario siguiente:

Porque una republica debe tener mas esperanzas y confiar mas  en un ciudadano  que de un puesto alto descienda a gobernar otro  inferior, que de otro que de un cargo pequeño  ascienda a gobernar lugares mas altos. “. (6)

Los que conservamos la memoria histórica como un deber cívico de decencia  sabemos  que   la responsabilidad  republicana puede llegar   en casos extremos de aguda opresión, a la entrega de la propia vida. Es el destino que el ejemplo de Caton de Utica nos trae. ( siglo I a.c. ) . Relata Plutarco: en las Vidas  Paralelas  :  (7)

Al Senado entraba el primero y salía el ultimo y, muchas veces, mientras llegaban los demás, se estaba sentado, leyendo en voz baja, y cubriendo el libro con la ropa. Nunca  en dia de Senado salía al campo. Mas adelante ,  los de la facción de Pompeyo,  al ver que había de serles un estorbo para sus injustos designios,  ya que le encontraban siempre integro e inflexible, se propusieron  entretenerle con negocios   privados,  fuese para  defender a  amigos, o  en compromisos y arbitrios y en otros  negocios particulares  Pero habiéndose dado cuenta de la acechanza muy pronto, se negó a todo, e hizo propósito de no atender a ninguna otra cosa cuando había Senado. Porque consideraba que  no había entrado al manejo de los asuntos públicos por deseo de gloria o por avaricia, ni casual o fortuitamente- como hacen algunos- sino por elección, convencido que el tomar parte en el  gobierno era propio de un buen ciudadano”

Se señalan múltiples anécdotas de la forma en que gobernaba tanto los asuntos públicos  como su propia vida. En la gestión pública  su honradez,  y dedicación eran compatible con la administración eficaz, y  “demostraba que la Republica puede ser rica sin ser injusta”-dice Plutarco  de él. Detestaba  a los que tenían vanidad por el uso del poder. Se decía que su pasión por la veracidad era tan fiel que su testimonio era sinónimo de certeza y muchas expresiones  referidas a él se hicieron proverbiales  como aquella de:  Eso no puedo creerlo aunque lo dijese Catón”. Catón se suicidó con la derrota de la republica porque no podía soportar vivir una vida indigna en que él  mismo no fuese  dueño de si mismo.

Su vida y su muerte fueron un monumento a  un paradigma de la ética: que las éticas del éxito no son sino negación de toda ética, y que toda ética alberga  en ella una  memoria y defensa de las causas perdidas. El empeño  por la victoria de las causas justas  debe de ser tenaz pero sin que ese empeño  nos depare como motivación  otra compensación  que la de estar actuando  de manera digna .Deben emprenderse por creerlas justas con independencia de la   consideración de utilidad  y victoria. El “ser perdedor”, máxima descalificación  de un Trump para desacreditar a los actores de atentados inhumanos se corresponde a las habituales  propuestas de “programa ganador” que proclaman los políticos para su causa.  Causa victrix diis placuit, sed victa Catoni “: “La causa de los victoriosos gustó  a los dioses, la de los vencidos a Caton” (8)

Hasta tal punto, hoy,  diríamos con Tácito,  “ tan saeva et infesta virtutibus  tempora sunt” , tan duros  y perversos son para la virtud nuestros tiempos, que se eleva a las alturas de lo imposible e irreal las vidas de ciudadanos que cumplieron con aquellas virtudes de entrega humilde a los asuntos comunes sin atender a precio ni recompensa. Los relatos de los virtuosos, hoy, en que no se genera ni se concibe la virtud pública, alcanzan por lo tanto la categoría de fábulas, excepcionales y desorbitados.

La elevación a los  altares de lo imposible es también  una maniobra. Se olvida que la virtud es lo propio de un  ciudadano común republicano al alcance de todos .No a todos les llega el destino  trágico y extremo de  ser Caton o Luis Companys pero todos pueden optar por vivir como Marcelino Camacho y Josefina Samper.

La virtud cívica no es para mi la voluntad de inmolarse por la patria. Se trata de una virtud para hombres y mujeres que quien vivir con dignidad y sabiendo que no pueden vivir dignamente en una comunidad corrupta, hacen o que pueden   y cuando pueden para  servir a la libertad común. Ejercen su profesión a conciencia, sin obtener ventajas ilícitas ni aprovecharse de la necesidad o debilidad de los demás; su vida familiar se basa en el respeto mutuo de modo que su casa se parece mas a una pequeña república que a una monarquía o una congregación de desconocidos unida pro el interés de la televisión. Cumplen sus deberes cívicos, pero no son dóciles ; son capaces de movilizarse con el fin de impedir que se apruebe una ley injusta o presionar a los gobernantes para que afronten los problemas de interés  común;  participan en asociaciones de distinta clase ( profesionales, deportivas, culturales, políticas y religiosas); siguen los acontecimientos de la política nacional e internacional; quieren comprender y no ser adoctrinados, y desean conocer y discutir la historia de la República así como reflexionar sobre la memoria histórica. (9)

Hay no obstante, un  signo certero  de virtud pública  y es tanto más infalible cuanto que se muestra casi  como   una atribución   propia  del destino o de la dinámica de las cosas políticas republicanas que a los mejores alcanza. Es la modestia del vivir. Es  llamada también pobreza, como presunto  demérito por los que no soportan la igualdad. Para los iguales, un honor.

“Los que han alcanzado  grandes  riquezas y gran poder  lo han hecho mediante engaños o mediante la fuerza. Luego para encubrir lo ilícito de esa  adquisición tratan de justificarse con el falso nombre de ganancias lo que han  obtenido con engaños. “(10)

En efecto, los hombres justos  son siempre pobres. Aunque bien es  verdad que no todos los pobres son honrados, si es bien  cierto que todos los honrados son pobres.  Es esta una de las  primeras  proposiciones republicanas: el mejor testimonio de honradez es la modestia de vida.

(1)Valerio Máximo. Hechos y dichos memorables.  Libro IX, VI § 3 y Ovidio Metamorfosis, XV. 565
(2)V. Máximo.  Op.cit.- Lib IV. I  y  Tito Livio. Ab urbe condita  II, 2.
(3)Tito Livio. Op.cit. lib. III, 25-27)
(4)Robert Musil. Ensayos  y conferencias. Balsa de la Medusa. Madrid 1994 p.389-393
(5)John Dewey. Ensayos. Ed. Alfons el magnánim 1996
(6)Maquiavelo. Discursos sobre la primera década de Tito Livio .Lib I, cap. XXXVI
(7)Plutarco. Vidas: Catón  el Joven  65
(8)Lucano. Farsalia  I,128
(9)M. Viroli- N. Bobbio .Dialogo en torno a la república·. Tusquets Barcelona 2002
(10)Maquiavelo. Historia de Florencia.-III, XIII  Alfaguara. Madrid 1979 P. 173 .



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