Por Ramón Pedregal
A propósito del libro del mismo título de la autora: Arantxa
Tirado Sánchez.Edita: AKAL. (*)
Arantxa Tirado Sánchez
aparece como un gran ejemplo de este esfuerzo titánico que siempre ha sido el
antiimperialismo.
Con el título Venezuela
más allá de mentiras y mitos, la politóloga, doctora en Relaciones
Internacionales por la Universidad Autónoma de Barcelona y doctora en Estudios
Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México e investigadora
del CELAG, Arantxa Tirado Sánchez, nos aporta el conocimiento de la realidad
venezolana, tan necesario en este momento de controversias y propaganda con
noticias falsas bajo el cielo de EEUU.
El libro está dividido en
seis capítulos (Cómo se llega a una Revolución; Venezuela, esa extraña
“dictadura”; Un país petrolero con una economía bloqueada; Venezuela, una
política exterior al servicio de la integración contrahegemónica; No hay
Revolución sin contrarrevolución: Desestabilización “MADE IN USA”; Guerra de IV
Generación: Lo opinólogos del mundo contra Venezuela; y España,
capital Caracas), a los que se añade un Prólogo y una Coda (¿Qué aprender de
Venezuela?), además de un buen número de referencias bibliográficas para
consulta.
El libro en su conjunto es una joya preciosa de argumentos y respuestas ante tanta afirmación vacía y tanta ocultación bajo las exclamaciones escandalosas para difundir falsedades cuya intención no es otra que la de tapar los oídos a la explicación razonada y política que la clase trabajadora merece.
El libro en su conjunto es una joya preciosa de argumentos y respuestas ante tanta afirmación vacía y tanta ocultación bajo las exclamaciones escandalosas para difundir falsedades cuya intención no es otra que la de tapar los oídos a la explicación razonada y política que la clase trabajadora merece.
Por el momento los pregoneros de la mercancía
capitalista ponen el circo por delante de su payaso. Con trombones,
trompetas y tambores proyectan en todos los tonos posibles lo que tienen en su
cabeza, el engaño a la gente y sus miedos, los suyos propios cuando anuncian que
en Venezuela hay una dictadura y se llama socialista. Las dos afirmaciones son
absolutamente falsas, y el libro abunda en todo tipo de datos y argumentos para
dejarlo meridianamente claro.
Pero recorramos sus páginas.
Efectivamente, no es cierto que Venezuela se recree en el socialismo. Lo que
pretende el gobierno elegido por el pueblo venezolano es aplicar políticas que
hagan más justa la distribución de la riqueza, que se reduzca la diferencia
entre clases, que se haga crecer la conciencia política nacional sobre la base
de la igualdad, la justicia y la libertad para que el modelo social considere a
la mayoría trabajadora como conductora del país. En medio de dificultades
gigantes de tipo político, social y cultural —condiciones implantadas también
por siglos de dominio colonial y burgués con el apadrinamiento del Imperio—, la
Revolución Bolivariana, aplicando políticas sociales que se alejaban del
capitalismo más puro y duro, logró que la clase trabajadora se beneficiara en
sus primeros años. Así, por ejemplo, las gentes que no existían para los
gobiernos de la gran burguesía, con la Revolución pasaron a figurar en los
registros y formar parte de las transformaciones sociales, y eran millones; los
datos precisos, de exposición casi contable para ser ajustada, pero que llena
de emoción a quien los descubre, figuran en este libro esencial para aquel que
quiera saber del pasado y del presente y de esta lucha por el futuro que lleva
a cabo la Revolución. Entre estos datos, quiero recoger algunos aspectos de la
vida diaria del común previa a la llegada del chavismo que se retratan en el
libro y del cambio que supuso ésta; aspectos que por sí solos hablan de cómo
los enemigos de este cambio, por su clasismo, sienten la pérdida de sus
privilegios:
Muchos de los habitantes de
los cerros se alimentaban con comida para perros conocida como “perrina”. En
esa Venezuela, que algunos hoy idealizan y presentan como un remanso de paz y
un lugar próspero para todas las clases sociales, Unicef denunció que, entre
1980 y 1994, los niños pobres de siete años pesaban cuatro kilos menos y medían
siete centímetros menos que los niños de familias adineradas. En la Venezuela
de la IV República existía un 62,5% de desempleo en 1999, cifra que había
descendido al 6 % en el año 2015, y que era del 7,3 % en 2016, en gran parte
gracias a que muchas personas que trabajaban en el comercio informal pasaron a
engrosar las filas del trabajo legal.
Arantxa Tirado Sánchez
continúa desmenuzando indicadores como el Indice de Desarrollo Humano de las
Naciones Unidas y las metas de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, el
Indice Gini, sobre la desigualdad y la igualdad en un país. Venezuela, acosada,
bloqueada, atacada por la reacción burguesa y el Imperio, hizo tal esfuerzo que
en medio de las dificultades avanzó hasta situarse entre los países con menos
desigualdad de Sudamérica y la región caribeña.
En el ámbito educativo ya en
el 2012 la escolarización alcanzaba al 75,49%. El analfabetismo resultaba
eliminado casi completamente con el sistema de enseñanza cubano Yo Sí
Puedo. La CEPAL declaraba que en 2013 el 95,7 % de la población entre
15 y 19 años contaba ya con estudios medios, y el 72,8% entre 20 y 24 años
tenía educación secundaria completa. Se construyeron quince Universidades desde
1999, y en 2014 Venezuela era el segundo país latinoamericano con la tasa más
alta de estudiantes universitarios y el quinto a escala mundial. Todo ese
trabajo llevado a cabo bajo la bandera popular de las Misiones: Misión Barrio
Adentro, Robinson, etc., que han levantado el país y han curado buena parte de
esas heridas que lo tenían postrado.
Continúa la autora
exponiendo la situación de la infancia, la asistencia médica, la atención
primaria y preventiva, y como consecuencia de ello la atención a su salud que
gran parte de la población venezolana recibía por primera vez con el chavismo.
Tales mejoras para la clase trabajadora sublevó a la burguesía que,
acostumbrada a dominar causando el empobrecimiento del pueblo trabajador y
haciendo negocio de todas sus necesidades, veía cómo su espacio de explotación
se reducía a gran velocidad.
Arantxa Tirado Sánchez
expone así los datos sobre la deuda pública, en disminución, frente a la
recaudación, con un aumento del 150% en esos primeros años, ya que se pasó por
fin el recibo a las transnacionales petroleras y las empresas por sus
actividades en suelo venezolano y se emprendieron campañas para impedir que
evadiesen sus capitales.
La lucha por avanzar
socialmente alcanzó entonces la politización de la clase trabajadora, y en el
Latinobarómetro Venezuela resultaba ser el primer país en interés por la
política. La autora hace una observación relevante al respecto:
Parece evidente que una
sociedad tan lejos de la desafección política que asola a otros países, con tan
alto grado de politización donde los temas políticos suscitan tanto
involucramiento y participación, bien sea a favor del gobierno o en contra,
difícilmente puede ser una dictadura.
Y es que la clase obrera
pasó a ser protagonista de los cambios, alcanzando en consecuencia el salario
mínimo y la cobertura legal más alta de toda la región, una legislación laboral
que protegía el derecho al puesto de trabajo y todo tipo de derechos
individuales garantizados por medio de los Consejos de Trabajadores y
Trabajadoras. Así, como indica Arantxa Tirado Sánchez,
por primera vez en la
historia venezolana, muchos jubilados pudieron cobrar una pensión, así como
muchas amas de casa, ya que se reconoció el trabajo doméstico como trabajo que
debía recibir un pago.
El libro nos aporta así
datos concretos y esclarecedores sobre la superación de la pobreza, gráficos y
estudios de organismos internacionales que muestran los cambios gigantes que se
dieron en el país y la importancia que la clase trabajadora tuvo en la
realización de todos ellos. Entre esos datos es de destacar que
a pesar de las dificultades
profundas por las que pasa la economía venezolana, y que veremos a
continuación, el Estado venezolano dedica el 75% de su presupuesto a inversión
en el área social y no se han hecho recortes a las políticas sociales del
gobierno.
Y aquí sobresale la
inversión en vivienda con el plan de la Gran Misión Vivienda Venezuela, que en
diciembre de 2019 había alcanzado la construcción de 2.700.000 viviendas
sociales, “un incremento del 1.650% [con] respecto a las viviendas que se
construyeron bajo los gobiernos de la IV República”.
Pero como el Imperio y la
reacción interior vieron que el pueblo venezolano había elegido un curso que
les impedía que continuasen con su expolio, le declararon la guerra en todas
sus formas: económica, política, psicológica, informativa, militar, etc. Y el
libro nos expone entonces el bloqueo comercial y económico actual, “el
extrangulamiento del financiamiento externo, a partir de 2013 tras la llegada
de Nicolás Maduro”, y explica cómo Venezuela fue el único país latinoamericano
en padecer una situación de aislamiento tal que “como consecuencia directa del
boicot financiero y comercial los venezolanos perdieron entre 1,6 y 1,1 PIBs
entre 2013 y 2017. Esto representa entre 350.000 y 245.000 millones de dólares
acumulados desde 2013, es decir, entre 12.100 y 8.400 dólares per cápita”.
Bloqueo y sanciones de EEUU
principalmente contra la clase trabajadora venezolana, y también contra la
legalidad internacional, son estudiados con minuciosidad en el trabajo de
Arantxa Tirado Sánchez, así como la labor mercenaria de la llamada oposición.
En sus actos y en sus declaraciones extremistas enseñan su miedo a perder su
capacidad de saqueo y se emplean en el daño a la población como guerra
declarada en busca de su sometimiento. A su labor contrarrevolucionaria la
acompañan con un discurso antisocialista, pues llegado ese otro modelo social
les resultaría un mundo contrario por completo a su sistema de opresión y
explotación empleado durante siglos.
En este sentido, un asunto
sobre el que el triunfo de la Revolución Bolivariana pone luz es sobre el
retroceso de EEUU en Latinoamérica y en el mundo. En Sudamérica, que había sido
de dominio estadounidense a lo largo del siglo XX, encontramos en el XXI
cambios hacia la liberación de las naciones y los pueblos que lo ponen en
cuestión. No es sólo Venezuela con la llegada de Hugo Chávez, sino también
Ecuador con Correa, Brasil con Lula o Bolivia con Evo Morales, además del caso
de Argentina con aristas distintas o el triunfo más reciente de López Obrador
en México. Todos estos cambios, a pesar de las contrarrevoluciones que han
surgido en no pocos casos, dicen mucho de las aspiraciones de estos pueblos, de
su interés por aquellas transformaciones aún pendientes, entre las que se
cuenta la integración latinoamericana-caribeña. En ese camino emprendido se
impulsaron desde el principio organismos de trabajo en común, como es el ALBA o
Petrocaribe, cuya finalidad era “poner a disposición de los países del Caribe
el petróleo del país [Venezuela] y garantizar la seguridad energética del
subsistema caribeño”.
Tanta conquista social del
pueblo trabajador venezolano, tanta entrega a éste por parte de la Revolución,
exacerbó a la élite estadounidense y su subordinada burguesía venezolana, y,
por si no hubiese sido suficiente con los daños anteriormente expuestos, se
lanzaron a la contrarrevolución: “En EEUU los militares y la
oligarquía tienen una relación orgánica”, nos recuerda Arantxa Tirado Sánchez,
“El sector militar desempeña un papel relevante que explica, en buena medida,
el carácter bélico de la nación estadounidense”.
La CIA, la DEA, la USAID, el
FMI, el Banco Mundial, todos entraron en liza conduciendo la violencia y
poniendo el dinero para ello. Y es que Venezuela no es cualquier país.
Venezuela tiene una posición geográfica insustituible dentro de Sudamérica,
tiene la mayores reservas de petróleo del mundo, y es además la expresión viva
de los pueblos en su despertar en el siglo XXI, su “esperanza insobornable”. De
ahí que el Imperio programe todo tipo de intentos, desde los más crueles hasta
los más ridículos, como es el nombramiento de un presidente de forma unilateral
y contra toda legislación internacional —que al llamarse Guaidó, le añaden una
g al final, y como Guaidog le ponen a ladrar… mientras el pueblo chavista
cabalga—.
Venezuela más allá de
mentiras y mitos también dedica algunos apartados a la
colaboración de las fuerzas reaccionarias, muchas filofascistas, con esa
oposición entreguista, como se ha visto con la colaboración de Alejandro Sanz,
Juanes, Paulina Rubio o Miguel Bosé, o el papel jugado por conocidos
narcoparamilitares y terroristas respaldaos por el imperialismo estadounidense
y sus súbditos de Colombia, Perú, Ecuador o Brasil.
La avaricia de la élite
estadounidense por el acaparamiento mundial de las riquezas naturales; las
guerras que genera; la implantación de la guerra híbrida contra Venezuela como
punta de lanza para atacar al resto; la vuelta al golpe de Estado clásico si el
Imperio ve que le fallan sus otras formas contra las naciones que se pretenden
liberar; la situación en que se encuentra el Derecho Internacional; el papel de
los opinólogos y cómo forman parte de un frente que trabaja en
la mente de quien los escucha; la manipulación psicológica, los términos
descriptivos que emplea y cómo los introduce; la batalla que se da en las redes
sociales y el poder; la labor contrarrevolucionaria del mundo del famoseo, las
ONGs, los grupos de poder e influencia; y, finalmente el papel que está jugando
el gobierno español y sus potenciadores imperiales, al margen del pueblo
trabajador. En todas estas esferas el libro adquiere por sí solo la categoría
de imprescindible. Un trabajo extraordinario que cualquier lector honesto va a
apreciar.
Para terminar, no quisiera
dejar de señalar que ningún Imperio asume responsabilidad alguna sobre los
crímenes que comete para someter a aquellos países o naciones que ambiciona
expoliar, por lo que es obligatorio exponerlo tal como es, con toda su crudeza,
para así colaborar con los pueblos y la clase trabajadora en su liberación. El
trabajo de
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