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...EL MUNDO HA DE CAMBIAR DE BASE. LOS NADA DE HOY TODO HAN DE SER " ( La Internacional) _________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

28/4/21

¿Qué pide París? DECLARACION DE LA COMUNA DE PARIS del 19 de abril de 1871]

 




El reconocimiento y consolidación de la República, la única forma de gobierno compatible con los derechos de las personas y el desarrollo regular y libre de la sociedad.

La autonomía absoluta del municipio se extenderá a todas las localidades de Francia y asegurará a cada una la totalidad de sus derechos y a todos los franceses el pleno ejercicio de sus facultades y sus aptitudes, como ciudadanos y trabajadores.

La autonomía de la Comuna solo estará limitada por el derecho de igual autonomía de todas las otras Comunas adheridas en el contrato, la asociación de las cuales tiene que asegurar la unidad francesa.

Los derechos inherentes a la Comuna son:

La votación del presupuesto comunal, ingresos y gastos; la fijación y el reparto de los impuestos; la dirección de los servicios locales; la organización de su magistratura, de la policía interior y de la enseñanza; la administración de los bienes pertenecientes a la Comuna.


La elección de la responsabilidad, por elección o por concurso, y el derecho permanente de control y de revocación de los magistrados y funcionarios municipales de todos los rangos.

La garantía absoluta de la libertad individual, de la libertad de conciencia y de la libertad de trabajo.

La participación permanente de los ciudadanos en los asuntos comunales por la libre manifestación de sus ideas, la libre defensa de sus intereses; siendo la encargada de asegurar el libre y justo ejercicio del derecho de reunión y de publicidad, la Comuna garantizará estas manifestaciones.

La organización de la defensa urbana por la Guardia nacional, que escoge sus jefes y velará únicamente por el mantenimiento del orden dentro de la ciudad.

Paris no quiere nada más a título de garantías locales, a condición, por supuesto, de reencontrar en la gran administración central, delegación de las Comunas federadas, la realización y la práctica de los mismos principios.

Pero, a favor de su autonomía y aprovechando su libertad de acción, Paris se reserva el derecho a poner en pie como crea conveniente las reformas administrativas que reclama su población, así como a crear las instituciones propias y a desarrollar y propagar la instrucción, la producción, el intercambio y el crédito; a universalizar el poder y la propiedad según las necesidades del momento, el deseo de los interesados y los datos suministrados por la experiencia.

Nuestros enemigos se engañan o bien engañan al país cuando acusan Paris de querer imponer su voluntad o superioridad al resto de la nación, y de pretender una dictadura que, en realidad, sería un verdadero atentado contra la independencia y la soberanía de las otras Comunas.

Se engañan o bien engañan al país cuando acusan a Paris de querer la destrucción de la unidad francesa constituida por la Revolución, que nuestros padres aclamaron cuando concurrieron a la Fiesta de la Federación desde todos los puntos de la vieja Francia [1].

La unidad tal como nos ha sido impuesta hasta hoy por el Imperio, la monarquía o el parlamentarismo, no es otra cosa que la centralización despótica, estúpida, arbitraria y cara.

La unidad política, tal como la quiere Paris, es la asociación voluntaria de todas las iniciativas locales, el concurso espontáneo y libre de todas las energías individuales con un objetivo común: el bienestar, la libertad y la seguridad de todos.

La Revolución comunal, iniciada por la iniciativa popular el 18 de marzo, inaugura una era nueva de la política, experimental, positiva y científica.

Es el fin del viejo mundo gubernamental y clerical, del militarismo, del burocratismo, de la explotación, de la especulación, de los monopolios, de los privilegios, a los que el proletariado debe su servidumbre, y la patria sus desgracias y sus desastres.



Que esté tranquila esta estimada y gran patria, engañada por las mentiras y las calumnias.

La lucha emprendida entre Paris y Versalles no se puede acabar con compromisos ilusorios: la solución no puede ser dudosa. La victoria perseguida por la indomable energía de la Guardia nacional, se corresponderá con la idea y con el derecho.

¡Hacemos un llamamiento Francia!

Advertida de que Paris en armas posee tanta calma como valentía; que sostiene el orden con tanta energía como entusiasmo; que Paris se sacrifica tanto con la razón como con el heroísmo; que no se ha armado si no es por devoción, por la libertad y la gloria de todos, ¡que Francia cese este conflicto sangriento!

Francia tiene que desarmar Versalles con la manifestación solemne de su irresistible voluntad.

Llamada a beneficiarse de nuestras conquistas, que ella se declare solidaria de nuestros esfuerzos; ¡que ella sea nuestra aliada en estos combates que no puede acabar de otra manera que por el triunfo de la idea comunal o por la ruina de Paris!

Nosotros, ciudadanos de Paris, tenemos la misión de cumplir las tareas de la revolución moderna, la más amplia y fecunda de todas las revoluciones que han iluminado la historia.

¡Tenemos el deber de luchar y de vencer!

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