Por Miguel Ángel Doménech
Contra lo Uno.
Grande, Libre.
Cuando la violencia, la represión y el
exterminio o la amenaza del uso de estos factores no es aceptada
entre los métodos civilizados debe utilizarse por parte de los dominantes
la rica simbología de un nacionalismo que por arte de birlibirloque, no se vea nacionalista
sino racional. El genuino nacionalismo mas irracional se esconde en
los ropajes del Estado y se hace llamar , momento superior de la
evolución histórica de la razón humaina sin el cual las comunidades son
incompletas. El brutal nacionalismo que ha originado y sostiene el Estado
central se le llama racionalidad . Por el mismo arte falaz, a la exigencia
de autogobierno de cualquier grupo humano distinto del que el Estado haya
creado se le hace aparecer como nacionalismo contra razón. Es pertenencia,
adhesión a la tribu. En realidad están diciendo que la única razón es la
razón de Estado, la única nación es la nación del Estado. Se empuja a las
regiones de la irracionalidad a la demanda de autogobierno. Es demasiado
peligrosa, en efecto, porque habla de un concepto de libertad
republicana que es pública y no privada. Lo público , porque reivindica
peligrosamente la res publica, lo común y sometido a todos, debe de ser
exterminado y descalificado como adhesión irracional, pertenencia,
romanticismo,...Solo en lo privado, la opción de la individualidad, -
dice el mismo discurso- se aloja la libertad. Por eso, gracias a su libertada
interior de opción, son libres los esclavos a su servicio y felices los
desiguales. Al Uno sele llama Libre.
Al enemigo antes de exterminarle hay que
retirarle la condición de razón y capacidad de libertad, es un
animal dotado solo de instinto y adhesión.
J.P. Sartre lo señalaba a propósito del colonialismo que Franz Fanon
denunciaba en su libro Les damnés de la terre: “Pero,
¡cómo! ¿Los colonizados tienen logos?”…se extraña el dominante
que ha fijado las reglas de gobierno, obediencia y las
fronteras. Con adecuada oportunidad debe de traerse a consideración
el mecanismo del colonialismo como paradigma en el cual el Estado
colonizador crea las naciones que a él le interesa. ( Lo malo,. es jugando a
aprendiz de brujo, los nacionalismos creados se le derrumbaron y vinieron
encima).
Es ese mismo reproche de pasión, irracionalidad impetuosa ,
lo que sirve de argumento históricamente , por ejemplo , a los Federalistas
americanos en su polémica con los Anti federalistas, al atribuir los
primeros a la democracia el defecto de la presencia en política de
la sinrazón popular. Frente a ello, frente a democracia, debía d e
imponerse , como si fuera un filtro, el sistema representativo, que
seleccionaba a los razonables y selectos, representantes no solo del
interés que ellos estimaban del pueblo sino de la
razón. Cuanto más distante del pueblo más razonable se era. Razón y pueblo
son un oxímoron para las elites de todos los tiempos que se desean
incontrolables e irresponsables en virtud de ese titulo de más
racionalidad.
Esta circunstancia histórica no es ajena al asunto porque,
precisamente, en aquella polémica, los que así razonaban eran los partidarios
de un Estado unitario, grande y poderoso, frente a los partidarios de las
pequeñas republicas, las comunidades a escala de lo inmediato y d e la relación
mas cercana. Siempre se han atribuido el monopolio de la razón, los grandes,
mejores y selectos, miembros de algo grande, potente e imperial y han
reprochado a los disidentes, separatistas, su
irracionalidad comunitaria contraria al sentido de la Gran Historia
que el Estado estaba llamado a configurar, lo más imperialmente posible, o al
menos lo mas complejo y extenso para que se haga imposible el
control de los ignorantes . Al Uno se le llama Grande.
La gran dimensión, la gran escala da mayores oportunidades
para impedir el sentimiento de algo común y su organización. Esa es la razón
por la que es legítimo aceptar la Nación vinculada al Estado y despreciar las
naciones que reivindican unidades separadas. Porque la gran escala
nacional es un mecanismo sutil para impedir república, la fraternidad de
lo cotidiano e inmediato que propicia la voluntad, facilidad, y evidencia
de autogobierno, , lo mas sensible a ser común, a democracia más directa,
sustituyéndolo por la ajenidad, el margen , el alejamiento, todo
ello necesitado de representante. No obstante, por vergüenza,
a esa gran escala se le llama , benévolamente, razón en lugar de nación. A lo
otro, malévolamente , en lugar de república se le llama nacionalismo.
A propósito de razón debe operarse, antes de ese uso a
favor de los vencedores, un deslizamiento , denominándola ley. Para las artes
mágicas descritas, esto es un truco elemental y nimio de primero de
ocupación nacional y Kelsen o las eternas constituciones
sacralizadas por el hecho mismo de serlo ayudan enormemente.
Reiteremos, pues, lo que opera en esta
pervertida dinámica . Sobn varias estrategias potentes
simbólicas a la vez que materiales. Primero se oprime y domina a
comunidades que puedan hacer competencia política a aquella en que
los dominadores han conseguido el éxito de la fuerza hegemónica.
Segundo se articula un discurso en el que se sostiene que las comunidades
políticas que pretendan autogobernarse, son comunidades de nacionalismo
irracional. En efecto, toda república, toda veleidad de libertad como autogobierno
debe descalificarse de raíz y no hay mejor cordón sanitario que el
que proviene de los presuntos ilustrados. ¿Cómo habríamos de tolerar
el sentimiento animal de pertenencia contra la nobleza de
razón? Ellos “ pertenecen” nosotros “elegimos” libremente. Se añade
insulto al injuriado. Ademas de cornudo, apaleado. Se le quita la razón y
luego se le reprocha no tenerla.
En tercer lugar, para que la historia y la
memoria no vengan molestosamente a contradecir el discurso,
se segrega y se aparta la historia de la memoria. Se hace de ella
una dinámica trascendente en la que los oprimidos y su comunidad son
bastardos y atrasados obstáculos al avance victorioso de la razón en marcha. El
espíritu objetivo solo puede culminar en un Estado, el resto no son sino
irracionales residuos. Mejor aun si se les llama, - residuos de
intereses de clases -¡ burguesas como no!- para añadir a su pecado de
irracional la culpa de intereses mezquinos. No importa si la memoria luce aun
como un rescoldo que ilustra las luchas populares irredentas por la
libertad republicana plebeya. Esos movimientos no serían sino los
característicos de plebes manipuladas y engañadas, como dicta su
propia naturaleza de populacho,… ¡no faltaría más!. Añádase, para dar más
verosimilitud racional a lo que no ha sido sino dominación por la fuerza, la
institucionalización instrumentada de ella haciéndola ley y constitución.
Condición de esto ultimo es omitir, como clarividentemente señalaba
Walter Benjamin, que toda legalidad de hoy surgió de violencia contra la
legalidad antigua a la que sustituye.
Last , but not least, el Estado crea un nacionalismo propio,
esta vez alimentado por la "verdadera" Historia,- nunca la
Memoria- al que no se denomina nacionalismo pues éste concepto y su
simbología ha sido usado como calificativo exclusivo de la
perversidad latente de aquella pretensiones de autogobierno vencidas por la
fuerza y allí deben quedarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario