Por
David Rodriguez Rodriguez
Intervención
pronunciada en la recogida del Premio Vicente Risco de Ciencias Sociais XXVI
por el texto Liberdades antigas, tempos modernos: o republicanismo de
Castelao.
Llevaba trabajando en este libro unos tres años y lo di por terminado, si es que se puede decir que un libro está realmente terminado, poco tiempo antes de que saliese la convocatoria del premio.
Escribir un libro no es
fácil, pero no menos problemática es la cuestión de cómo se va a editar ese
libro. Algo sujeto a impedimentos y a tiempos más amplios de los que todo autor
desea. Me considero muy afortunado porque todo encajase tan bien para que este
libro cobrase vida. Afortunado porque el original fuese premiado y porque, como
parte del premio del certamen, se incluyese su edición en un plazo breve para
lo que suelen ser los plazos de edición. A este respecto, no puedo estar más
que satisfecho.
* * *
Me gustaría ahora decir unas
palabras sobre el contenido del texto que espero que puedan aclarar qué rayos
quiero decir cuando afirmo que Castelao era republicano, no simplemente porque
fuese un político activo en la II República. Comprometido con esta en la hora
fatal de la sublevación fascista. Ni tampoco porque prefiriese una forma de
Estado que estuviese presidida por una persona que no accedió a ese cargo por
vía sanguínea, hereditaria.
Qué tipo de republicanismo,
en el sentido profundo del término, podía profesar alguien que, como es
conocido, escribió palabras poco amables con el país republicano por
excelencia: Francia?
Para explicar esto, lo mejor
es recurrir a un comentario de José Luis Villacañas sobre el s. XIX español que
cito en el libro. El s. XIX español consistió, básicamente, en una alianza
entre una burguesía sin potencia revolucionaria y la monarquía (corrupta) de
los Borbones. Quedando fuera, asegura Villacañas, “la nación republicana y la
nación carlista”.
Esta concepción del s. XIX español da base a una de las tesis que esgrimo en el libro. A saber: a mi parecer no hay itinerancia entre un Castelao muy influido por Vicente Risco, esto es, tradicionalista, esto es, filo-carlista, y un Castelao demócrata que abandonaría, para tranquilidad de los demoliberales homologados, el legado tradicionalista Castelao se inscribe en un republicanismo federal progresista, no tradicionalista, en el sentido en que lo eran los tradicionalistas o carlistas, pero que teoriza una idea peculiar de tradición. Una tradición anterior y alternativa a aquella que conformó el Estado-nación español.
"Hay que defender a España.- Mejor que España nos defienda a nosotros" |
Entre los argumentos que
ofrezco en el libro, quiero resaltar dos que, a mi entender, tienen especial
enjundia:
Uno: en el pensamiento de
Castelao hay toda una articulación de un republicanismo fuerte entendido como
cultura política, no sólo como forma de Estado. Este republicanismo de Castelao
sería nacionalmente gallego, tendría hechura ibérica y sería diferente en
algunos aspectos —no en todos— a los tópicos —no todos ciertos— que existen
sobre el republicanismo francés.
Dos: el republicanismo
gallego e ibérico que teoriza Castelao no se puede comprender sin la
ascendencia que, en el Estado español, dejó el sentido común pre-liberal del
tradicionalismo, sentido común que se vió reforzado por la guerra contra
Napoleón y por la re-emergencia de las sociedades de los antiguos reinos cuando
el Estado y la monarquía se derrumbaba. Dicho de otro modo: sostengo que si, en
cierta forma, el contenido del republicanismo liberal está substanciado en el Discurso
sobre la libertad de los antiguos comparada con la de los modernos, escrito
en 1819 por Benjamin Constant, el republicanismo de Castelao pertenece a la
esfera del sentido común republicano previo al que se desprende del libelo de
Constant. Es decir, es un un tipo de republicanismo que, sin dejar de ser
moderno y de pensarse para una sociedad moderna, sigue siendo muy fiel a la
concepción de la libertad de los antiguos, es decir, a la libertad propia de
las sociedades orgánicas pre-individualistas. En cierto sentido, del
republicanismo de Castelao se podría decir lo que dice José María Ripalda de la
concepción social que profesaba un admirador de la Revolución francesa que
escribía desde otra periferia “atrasada” como era la alemana. Hablo de Hegel,
de quien Ripalda asegura que quiso juntar a Kant con Aristóteles; es decir, el
individualismo moral moderno con el comunitarismo implícito a la polis
orgánica del mundo antiguo.
Si Constant destierra toda
idea de “bien común” y hace pivotar la sociedad sólo en los individuos
autosuficientes, el republicanismo de Castelao está lleno de substancia ética
social, colectiva, es decir, Castelao piensa que la sociedad es algo más que la
suma de morales individuales, considera que la comunidad precede al individuo y
cree que no hay libertad si esta no se funda sobre unas bases materiales que
permitan que esa libertad se pueda ejercer de manera efectiva. Así, dice
Castelao: “La famosa Democracia se convierte en tapadera del viejo absolutismo
cuando el pueblo sólo es soberano en el día de las elecciones y se limita su
acción al campo de la política, excluyéndolo del poder económico. También es
preciso revisar la palabra Liberalismo, que nada tiene que ver con la
Libertad”.
Otro de los aspectos del
republicanismo de Castelao sobre el que me quiero detener también tiene que ver
con la lectura que hace de la historia española. Una lectura caracterizada por
una constante: la gran distancia que existe entre la manera en que fue
construido el Estado, ya desde tiempos de los Habsburgo, y la vida de los
pueblos que, con el portugués, pueblan la Península Ibérica.
Para Castelao, el Estado
español fue construido por élites ajenas a los pueblos. Comenzando por Carlos
V, rey extranjero que llegó acompañado por funcionarios flamencos. El s. XVI
asistirá al levantamiento de las Comunidades de Castilla, un movimiento
republicanizante y contrario a la naturaleza imperial del Estado que, con las
Germanìes de la Corona de Aragón, albergaba la esperanza de emprender una
revolución proto-burguesa y popular. El gran antecedente de estos dos
movimientos serían los Irmandiños. Si bien Castelao problematiza la revuelta
Irmandiña al considerar que la derrota de la nobleza gallega a manos de los
Reyes Católicos acabaría siendo contraproducente para las clases populares
gallegas.
De ahí en adelante, la construcción del Estado español consistiría, cito literalmente a Castelao, “en una sucesión de frustraciones” en la que los pueblos se verían siempre relegados por las élites imperiales, flotantes y desarraigadas, y en las que el Estado sería impotente para fundarse de manera coherente con el sentir de los pueblos que lo padecen.
" Señores diputados, señores diputados, señores,....." |
La separación entre sociedad
y Estado, o entre naciones y Estado es, por causa de esta lectura histórica de
Castelao, fundamental. La gran obsesión del rianxeiro es pensar una Hespaña
(con H y en la que se incluye a Portugal) en la que el Estado sea orgánico a
las naciones y nutrido éticamente por estas. Único modo de que Galicia se pueda
sentir integrada en el concierto español. Único modo de que, en términos de
Antonio Gramsci, se pueda imaginar un Estado español que base su existencia en
la hegemonía, no en la dominación. Porque donde hay dominación la
autodeterminación es legítima.
La concepción del Estado
como un todo es otro de los posos del republicanismo antiguo perceptibles en
Castelao. Estado es la suma del ámbito de la sociedad civil y del aparato
político-burocrático-coercitivo. El fracaso del Estado español consiste en la
débil vinculación entre el espacio de la sociedad civil y el aparato legal.
Esta separación, y aquí voy
a decir unas palabras sobre la relación de Castelao y los republicanos
españoles, también está presente en las fuerzas progresistas de raíz
castellana. De ahí que la incomprensión entre los republicanos españoles y los
galleguistas fuese grande. Castelao acabará acusando a los republicanos
españoles de ser demasiado estatalistas, demasiado institucionales, de estar
más atentos a la pervivencia de las estructuras heredadas que de contribuir a
la irrupción democrática de los pueblos. Una lección que, a mi entender, sigue
estando de actualidad y que aflora con claridad cada vez que la cuestión
nacional en el Estado español se agudiza.
Quiero continuar
reflexionando sobre el presente a partir de las ideas de Castelao. La vigencia
de su crítica al Estado español parece obvia. La democracia de 1978, nacida sin
momento constituyente popular, es decir, hecha “de la ley a la ley”, como
sentenció uno de los franquistas reciclados en demócratas que pilotó la llamada
Transición, vivió en relativa estabilidad mientras las condiciones materiales y
geopolíticas fueron estables, pero desde 2008 vive en un continuo estrés sin
solución ni final que ya tuvo varios momentos de contestación social (el 15M y
el Procès catalán). Síntomas de que la vieja separación entre pueblos y
aparato legal, entre democracia y ley, continúa hurgando en las entrañas de
esta parte de Iberia.
La crisis moral de la monarquía,
del sistema de partidos, de la judicatura, de la esfera bancario/empresarial,
de los medios de comunicación evidencia que los surcos profundos diagnosticados
por Castelao a lo largo de su obra siguen actuado en 2022.
Pero esta crisis vital de la
legitimidad tiene también ramificaciones que van más allá del Estado español.
La creación de superestructuras ajenas a todo control popular durante la
globalización neoliberal empeora las cosas para la causa de la democracia, tal
y como la entendía el de Rianxo. La utilización de la ley como dique de
contención de las demandas populares —del cual el conocido lawfare es
sólo la punta del iceberg— no es algo exclusivo del Estado español, que tiene
actualmente, en la Constitución del 78, una trinchera desde la que impedir
cualquier proceso democratizador. La utilización de la ley contra el pueblo,
propia del ethos liberal desde sus mismos orígenes, fue patente en la
terquedad alemana a la hora de flexibilizar la letra de los tratados de la
Eurozona, cuando Grecia se aproximó al precipicio en la crisis del euro de
2010.
La crisis de la democracia
tiene en el Estado español causas históricas propias, pero esta no se puede
separar de la crisis de la democracia liberal a la que hoy asistimos. Una
crisis que, para ser sorteada sin que la propia democracia desaparezca, sólo
puede recorrer un camino: dar voz a la gente para que se implemente lo que la
gente quiere. En el Estado español, a los pueblos. El republicanismo
democrático y comunitarista de Castelao es un revulsivo para una democracia
excesivamente formalista, alejada e individualista que hoy va a la deriva.
Apenas dos pinceladas más
sobre otros temas de actualidad que aparecen en Castelao y que me gustaría
mencionar.
El de Rianxo creía en una
idea de progreso diferente al del progresismo mecanicista. Una concepción que
ponía entre paréntesis qué cosa debía ser entendida como progreso y qué como
atraso. Pero una concepción que no caía en al reaccionarismo. Algo muy
pertinente para estos tiempos de límites físicos del planeta y de deterioro de
los ecosistemas.
Por otra banda, Castelao
profesaba lo que Antoni Domènech llamaba “republicanismo fraternal”, y que este
explicaba a través de la importancia de la metáfora de la casa y de la familia.
Es este el republicanismo de los hermanos y hermanas —de ahí la fraternidad—,
de las mujeres y de los esclavos sujetos a la ley de familia y no a la ley
civil y considerados menores de edad tutelados por el Pater familias, el
amo. Del domus patriarcal, del oikos, viene la palabra oikonomia.
Castelao dice, textualmente, que “no es lo mismo gobernar una familia que un
conjunto enorme de familias, dirigir la economía de una casa que la economía
común de una muchedumbre de hogares” y señala que el Estado español se comporta
como si tuviese la “patria potestad” sobre los pueblos que viven bajo su yugo.
Kant dijo que la Ilustración
era la salida de la humanidad de la minoría de edad. Pero la ideología
ilustrada también sirvió como cobertura intelectual para que el sistema
económico y los regímenes sociopolíticos oprimiesen y explotasen a las mujeres,
a los homosexuales, a los pueblos subalternos, a los racializados y a los
ecosistemas.
La lucha de los de abajo
consiste en salir de la opresión de la casa, para ser reconocidos como sujetos
“fuera del armario”, fuera del ámbito doméstico, en el espacio público, en la
Historia. Eso es en lo que consiste politizar un problema. Sacarlo del oikos,
donde está oculto, y ponerlo a la luz de la polis. El republicanismo de
Castelao, por contener ese carácter fraternal, es también una invitación a
pensar la pluralidad del sujeto republicano actual.
Os animo a que descubráis
este Castelao leyendo el libro. Un Castelao que, tras este estudio, agigantó su
talla a mis ojos. Un Castelao del que se puede decir, sin rubor, que era un
filósofo político sólido. Alguien que sabía lo que estaba diciendo.
Que os resulte provechoso.
Muchas gracias por vuestra
atención.
Melide, 15/10/2022
Intervención
pronunciada na recollida do Vicente Risco de Ciencias Sociais nº XXVI
Agradecemento ao
Concello de Melide por acoller este acto.
Agradecemento ás demais
entidades colaboradoras.
Agradecemento á Fundación
Vicente Risco pola organización do Premio de Ciencias Sociais.
Agradecemento ao xurado da
edición XXVI por estimar que o meu traballo era merecedor do premio.
* * *
Levaba traballando neste
libro uns tres anos e dino por rematado, se é que se pode dicir que un libro
está realmente rematado, pouco tempo antes de que saíse a convocatoria do
premio.
Escribir un libro non é
fácil, pero non menos problemática é a cuestión de cómo se vai editar ese
libro. Algo suxeito a impedimentos e a tempos máis amplos dos que todo autor
arela. Considérome moi afortunado porque todo cadrase tan ben para que
este libro cobrase vida. Afortunado porque o orixinal fose premiado e porque,
como parte do premio do certame, se incluíse a súa edición nun prazo breve para
o que adoitan ser os prazos de edición. A este respecto, non podo estar mais
que satisfeito.
* * *
Gustaríame agora dicir unhas
palabras sobre o contido do texto que agardo que poidan aclarar que raios quero
dicir cando afirmo que Castelao era republicano, non simplemente porque fose un
político activo na II República. Comprometido con esta na hora fatal da sublevación
fascista. Nin tampouco porque preferise unha forma de Estado que non estivese
presidida por alguén que accedeu a ese cargo por vía sanguínea, hereditaria.
Que tipo de republicanismo,
no sentido profundo do termo, podía profesar alguén que, como é coñecido,
escribiu palabras pouco amables co país republicano por excelencia: Francia?
Para explicar isto, o mellor
é recorrer a un comentario de José Luis Villacañas sobre o s. XIX español que
cito no libro. O s. XIX español consistiu, basicamente, nunha alianza entre
unha burguesía sen potencia revolucionaria e a monarquía (corrupta) dos
Borbóns. Quedando fóra, asegura Villacañas, “a nación republicana e a nación
carlista”.
Esta concepción do s. XIX
español dá base a unha das teses que esgrimo no libro. A saber: ao meu ver non
hai itinerancia entre un Castelao moi influído por Vicente Risco, isto é,
tradicionalista, isto é, filo-carlista, e un Castelao demócrata que
abandonaría, para tranquilidade dos demoliberais homologados, o legado
tradicionalista. Castelao inscríbese nun republicanismo federal progresista,
non tradicionalista, no sentido en que o eran os tradicionalistas ou carlistas,
pero que teoriza unha idea peculiar de tradición. Unha tradición anterior e
alternativa a aquela que conformou o Estado-nación español.
Entre os argumentos que
ofrezo no libro, quero resaltar dous que, ao meu ver, teñen especial enxundia:
Un: no pensamento de
Castelao hai toda unha articulación dun republicanismo non superficial, senón
un republicanismo forte entendido como cultura política, non só como forma de
Estado. Este republicanismo de Castelao sería nacionalmente galego, tería
feitura ibérica e sería diferente nalgúns aspectos —non en todos— aos tópicos
—non todos certos— que existen sobre o republicanismo francés.
Dous: o republicanismo
galego e ibérico que teoriza Castelao non se pode comprender sen a ascendencia
que, no Estado español, deixou o sentido común preliberal do tradicionalismo,
sentido común que se viu reforzado pola guerra contra Napoleón e pola reemerxencia
das sociedades dos antigos reinos cando o Estado e a monarquía esboroaba. Dito
doutro xeito: sosteño que se, en certo xeito, o contido do republicanismo
liberal está substanciado no Discurso sobre a liberdade dos antigos
comparada coa dos modernos, escrito en 1819 por Benjamin Constant, o
republicanismo de Castelao pertence á esfera do sentido común republicano
previo ao que se desprende do libelo de Constant. É dicir, é un tipo de
republicanismo que, sen deixar de ser moderno e de pensarse para unha sociedade
moderna, segue sendo moi fiel á concepción da liberdade dos antigos, é dicir, á
liberdade propia de sociedades orgánicas pre-individualistas. En certa forma,
do republicanismo de Castelao poderíase dicir o que di José María Ripalda da
concepción social que profesaba un admirador da Revolución francesa que
escribía desde outra periferia “atrasada” como era a alemá. Falo de Hegel, de
quen Ripalda asegura que quixo xuntar a Kant con Aristóteles; é dicir, o
individuo moral moderno co comunitarismo implícito á polis orgánica
do mundo antigo.
Se Constant desterra toda
idea de “ben común” e fai pivotar a sociedade só nos individuos
autosuficientes, o republicanismo de Castelao está cheo de substancia ética
social, colectiva, é dicir, Castelao pensa que a sociedade é algo máis que a
suma das morais individuais, considera que a comunidade precede ao individuo e
acredita que non hai liberdade se esta non se funda sobre unhas bases materiais
que permitan que esa liberdade se poida exercer de xeito efectivo. Así, di
Castelao: “A famosa Democracia convértese en tapadeira do vello absolutismo
cando o pobo só é soberano no día das eleccións e se limita a súa acción ao
campo da política, excluíndoo do poder económico. Tamén é preciso revisar a
palabra Liberalismo, que nada ten que ver coa Liberdade”.
Outro dos aspectos do
republicanismo de Castelao sobre o que me quero deter tamén ten que ver coa
lectura que fai da historia española. Unha lectura caracterizada por unha
constante: a gran distancia que existe entre o xeito en que foi construído o
Estado, xa desde tempos dos Habsburgo, e a vida dos pobos que, canda o
portugués, poboan a Península Ibérica.
Para Castelao, o Estado
español foi construído por elites alleas aos pobos. A comezar por Carlos V, rei
extranxeiro que chegou acompañado por funcionarios flamengos. O s. XVI
asistiría ao levantamento das Comundades de Castela, un movemento
republicanizante e contrario á natureza imperial do Estado, que, canda as
Germanìes da Coroa de Aragón, albergaba a esperanza de emprender unha
revolución proto-burguesa e popular. O gran antecedente destes dous movementos
serían os Irmandiños. Se ben Castelao problematiza a revolta Irmandiña ao
considerar que a derrota da nobreza galega a maos dos Reis Católicos acabaría
sendo contraproducente para as clases populares galegas.
De aí en diante, a
construción do Estado español consistiría, cito literalmente a Castelao, “nunha
sucesión de frustracións” na que os pobos se verían sempre relegados polas
elites imperiais, flotantes e desarraigadas, e nas que o Estado sería impotente
para fundarse de xeito coerente co sentir dos pobos que o padecen.
A separación entre sociedade
e Estado, ou entre nacións e Estado é, por causa desta lectura histórica de
Castelao, fundamental. A gran teima do rianxeiro é pensar unha Hespaña (con H e
na que se inclúe Portugal) na que o Estado sexa orgánico ás nacións e nutrido
eticamente por estas. Único xeito de que Galiza se poida sentir integrada no
concerto español. Único xeito de que, en termos de Antonio Gramsci, se poida
imaxinar un Estado español que basee a súa existencia na hexemonía, non na
dominación. Porque onde hai dominación a autodeterminación é lexítima.
A concepción do Estado coma
un todo é outro dos pousos do republicanismo antigo perceptibles en Castelao.
Estado é a suma do ámbito da sociedade civil e do aparato
político-burocrático-coercitivo. O fracaso do Estado español consiste na feble
vinculación entre o espazo da sociedade civil e o aparato legal.
Esta separación, e aquí vou
dicir unhas palabras sobre a relación de Castelao e os republicanos españois,
tamén está presente nas forzas progresistas de raíz castelá. De aí que a
incomprensión entre os republicanos españois e os galeguistas fose grande.
Castelao acabará acusando aos republicanos españois de seren demasiado
estatalistas, demasiado institucionais, de estaren máis atentos á pervivencia
das estruturas herdadas que de contribuír á irrupción demócratica dos pobos.
Unha lección que, ao meu ver, segue estando de actualidade e que aflora con
claridade cada vez que a cuestión nacional no Estado español se agudiza.
Quero continuar
reflexionando sobre o presente a partir das ideas de Castelao. A vixencia da
súa crítica ao Estado español semella obvia. A democracia de 1978, nacida sen
momento constituínte popular, é dicir, feita “de la ley a la ley”, como
sentenciou un dos franquistas reciclados en demócratas que pilotou a chamada
Transición, viviu en relativa estabilidade mentres as condicións materiais e
xeopolíticas foron estables, pero desde 2008 vive nun continuo estrés sen
solución nin final que xa tivo varios momentos de contestación social (o 15M e
o Procès catalán). Síntomas de que a vella separación entre
pobos e aparato legal, entre democracia e lei, continúa furando nas entrañas
desta parte de Iberia.
A crise moral da monarquía,
do sistema de partidos, da xudicatura, da esfera bancario/empresarial, dos
medios de comunicación evidencia que os regos profundos diagnosticados por
Castelao ao longo da súa obra seguen actuando en 2022.
Pero esta crise vital da
lexitimidade ten tamén ramificacións que van máis alá do Estado español. A
creación de superestruturas alleas a todo control popular durante a
globalización neoliberal empeora as cousas para a causa da democracia, tal e
como a entendía o rianxeiro. A utilización da lei como dique de contención das
demandas populares —do que o coñecido lawfare é só a punta do
iceberg— non é algo exclusivo do Estado español, que ten actualmente, na
Constitución do 78, unha trincheira desde a que impedir calquera proceso
democratizador. A utilización da lei contra o pobo, propia do ethos liberal
desde as súas mesmas orixes, foi patente na terquedade alemá á hora de
flexibilizar a letra dos tratados da Eurozona, cando Grecia se aproximou ao
precipicio na crise do euro de 2010.
A crise da democracia ten no
Estado español causas históricas propias, pero esta non se pode separar da
crise da democracia liberal á que hoxe asistimos. Unha crise que, para ser
sorteada sen que a propia democracia desapareza, só pode percorrer un camiño:
dar a voz á xente para que se implemente o que a xente quere. No Estado
español, aos pobos. O republicanismo democrático e comunitarista de Castelao é
un revulsivo para unha democracia excesivamente formalista, afastada e
individualista que hoxe vai á deriva.
Apenas dúas pinceladas máis
sobre outros temas de actualidade que aparecen en Castelao e que me gustaría
mencionar.
O de Rianxo acreditaba nunha
idea de progreso diferente á do progresismo mecanicista. Unha concepción que
puña entre paréntese que cousa debía ser entendida coma progreso e cal como
atraso. Mais unha concepción que non caía no reaccionarismo. Algo moi
pertinente para estes tempos de límites físicos do planeta e de deterioro dos
ecosistemas.
Por outra banda, Castelao
profesaba o que Antoni Domènech chamaba “republicanismo fraternal”, e que este
explicaba a través da importancia da metáfora da casa e da familia. É este o
republicanismo dos irmáns e irmás —de aí a fraternidade—, das
mulleres e dos escravos suxeitos á lei de familia e non á lei civil e
considerados menores de idade tutelados polo Pater familias, o amo.
Do domus patriarcal, do oikos, vén a palabra oikoconomia.
Castelao di, textualmente, que "non é o mesmo gobernar unha familia que un
conxunto enorme de familias, dirixir a economía dunha casa que a economía común
dunha moitedume de fogares” e sinala que o Estado español se comporta como se
tivese a “patria potestade” sobre os pobos que viven baixo o seu xugo.
Kant dixo que a Ilustración
era a saída da humanidade da minoría de idade. Pero a ideoloxía ilustrada tamén
serviu como cobertura intelectual para que o sistema económico e os rexímenes
sociopolíticos oprimisen e explotasen ás mulleres, aos homosexuais, aos pobos
subalternos, aos racializados e aos ecosistemas.
A loita dos de abaixo
consiste en saír da opresión da casa, para ser recoñecidos coma suxeitos “fóra
do armario”, fóra do ámbito doméstico, no espazo público, na Historia. Iso é no
que consiste politizar un problema. Sacalo do oikos, onde está
oculto, e poñelo á luz da polis. O republicanismo de Castelao, por
conter ese carácter fraternal, é tamén unha invitación a pensar a pluralidade
do suxeito republicano actual.
Anímovos a que descubrades
este Castelao lendo o libro. Un Castelao que, tras este estudo, axigantou a súa
talla aos meus ollos. Un Castelao do que se pode dicir, sen rubor, que era un
filósofo político sólido. Alguén que sabía o que estaba dicindo.
Que vos resulte proveitoso.
Moitas grazas pola vosa
atención.
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